.
Discurso a los jóvenes sobre liderazgo
Bioética y pastoral de la vida /BIOÉTICA: definición y antecedentes

Por: Don Carlos Abascal | Fuente: http://www.uas.mx/

Amigas y amigos todos.

Jóvenes, estar con ustedes es cargar baterías, es mirar el presente y el futuro de México con una gran ilusión. Ustedes, métanselo muy bien en la cabeza, no son el futuro de México; lo que ustedes no hagan hoy no lo podrán dar después, lo que
ustedes no sean hoy no podrán hacerlo fructificar después.

Ustedes son presente, no deleguen al tiempo lo que su voluntad y su inteligencia no sepan hacer ahora.

Por lo que estar hoy en este XXV aniversario con ustedes, es motivo de particular entusiasmo para el Secretario de Gobernación porque la responsabilidad que asumimos es la de la gobernabilidad democrática de este país y la de la
construcción de acuerdos para lograr un país más justo, más grande, más libre, más próspero, más acorde con la dignidad de la persona.

Quiero en esta intervención hacer sólo una guía, sin explicaciones más profundas, sólo una guía de aquello que considero que es clave en el ejercicio del liderazgo de
excelencia, en el ejercicio de liderazgo de acción positiva, con una primera y muy importante aclaración, sólo hay un líder digno de ser seguido, sólo hay un modelo, sólo hay un maestro.

México vive un momento verdaderamente apasionante, vive inmerso en una transición en la que caminamos de una manera de ser hacia otra manera de ser. Esa transición está llena de ilusiones y de esperanza, y al mismo tiempo, por qué no, también de decepción, cuando a veces las expectativas no se han cumplido por diferentes motivos.

Pero esta transición que vive México es un momento apasionante porque es nuestro momento histórico, porque es nuestra responsabilidad. México ya superó las etapas
de los colectivismos que negaron la individualidad única, irrepetible del ser humano, la dignidad de la persona humana.

México ya está consciente de que tiene que superar los individualismos que niegan la vocación y el sentido social de la persona; México hoy se enfrenta a la oportunidad de construir una sociedad humanista, que haga girar todas las estructuras políticas, sociales, económicas y culturales alrededor de la dignidad de la persona.

La sociedad política tiene que organizarse en la medida de la persona misma, para que responda a sus ilusiones, a sus ambiciones legítimas, a su esencia de la manera más auténtica.

La persona humana hoy es recuperada, sobre todo por Karol Wojtila, como el centro de toda la acción política, social, económica y cultural. Un apersona revestida de una dignidad imprescriptible e irrenunciable, dotada de alma y cuerpo,
dotada de inteligencia para conocer la verdad, de voluntad para amar y conocer el bien, de libertad para ejercer su voluntad con responsabilidad, de conciencia para discernir entre el bien y el mal, de individualidad única e irrepetible, pero al mismo
tiempo contrapesada por una vocación social que lo marca por siempre, porque el hombre y la mujer solo nos realizamos en sociedad, por eso nacemos en sociedad, en la célula básica de la sociedad, que es la familia, para de esta manera volcar hacia la sociedad todos nuestros talentos, todas nuestras aptitudes y habilidades, toda nuestra inteligencia y voluntad, para de esta manera desarrollarnos en plenitud, y al mismo tiempo contribuir al desarrollo pleno de la propia sociedad.

Somos personas llamados a la felicidad, una felicidad que consiste en la armonía plena del ser con su creador, con la naturaleza, pero sobre todo consigo mismo y con los demás. Esa felicidad que aquí se alcanza de manera limitada, porque es ser humano, la persona, es trascendente, puesto que viene de la mente eterna y camina hacia la casa, hacia su casa para siempre.

Esta condición de persona es la que le da sentido a la creación entera, porque cada persona vale más que todo el universo creado, esta persona así concebida, es pues el eje de nuestra preocupación política, social, económica y cultural.

La organización humana que mejor responde a esta condición de la dignidad de la persona humana es la democracia; una democracia entendida como ese sistema político, jurídico, como esa manera de ser y de vivir en la que todos somos responsables de todos. En la que todos somos idénticos en dignidad frente a la ley y frente a la sociedad.

Ese sistema de organización que usa de la política como el vehículo para construir la justicia social y el bien común; política que a su vez usa el diálogo como la expresión más genuina de la dignidad de la persona, para ponernos de acuerdo en el marco de la pluralidad y la diversidad de una humanidad tan amplia como la que hoy vivimos, de un país tan grande de 105 millones de habitantes, como el que hoy tenemos.

Esta democracia no es el origen de la felicidad del ser humano, es sólo una manera de organizarnos para darle forma a la organización socio-política de los seres humanos.

La democracia tiene que transformarse en libertad responsable de todos los integrantes del Estado y tiene que transformarse en igualdad de acceso a las oportunidades para todas y todos los mexicanos. Para que cada mexicana y mexicano sepa usar su libertad responsable para aprovechar esas oportunidades.

Ustedes, jóvenes, hoy aquí dan testimonio de que son los privilegiados de este país, han tenido acceso a oportunidades de educación y de desarrollo a las que millones de mexicanos no han tenido y, probablemente todavía por una generación, no
tendrán acceso.

Esto es un reto enorme, porque lo que gratis han recibido, porque tú no escogiste tu cuna, porque tú no escogiste nacer un determinado ámbito social, esas oportunidades que has recibido tienes que devolvérselas a la sociedad, precisamente a través del ejercicio de un liderazgo de acción positiva, de un
liderazgo de excelencia.

Todos los seres humanos somos líderes, no perdamos el tiempo en discusiones más o menos académicas de sí se nace líder o si se hace líder, todos somos seres relacionales y todos tenemos una corresponsabilidad con los demás, en la
construcción de la justicia social y del bien común, a la luz de los principios de la solidaridad y la subsidiariedad.

Esto ya no debiera estar a discusión, porque todos somos responsables de los demás. Tu derecho no llega hasta donde llega el derecho del otro, no basta para construir la convivencia pacífica que tú no afectes los derechos de los demás.

La convivencia armónica se construye cuando todos entendemos que los derechos de los demás son mis obligaciones y mis derechos son las obligaciones de los
demás, porque sólo la solidaridad, así entendida, hace de la comunidad humana una auténtica común unión que nos hace girar alrededor del objetivo central de la existencia temporal, que es la plena realización del ser humano, la felicidad
alcanzable en el devenir histórico, temporal de la persona humana.

Este liderazgo que todos estamos llamados a ejercer es un liderazgo de calidad. Liderazgos hay muchos, Hitler fue un líder, Hitler fue seguido, Hitler fue un destructivo arquitecto de la sociedad.

Pero no estamos hablando de liderazgos cualesquiera, estamos hablando de liderazgos que sepan construir esta sociedad a la medida del hombre, ésta sociedad a la medida de la persona humana.

Y estos liderazgos no son sólo aquellos que cumplen con las formalidades externas de un liderazgo: Mira que bien habla; mira que buena presentación tiene; mira que dicción; mira que tablas; mira que corbata.

Eso no es liderazgo, eso es apariencia, esas son externalidades que debieran cuidarse como parte, en efecto, del ejercicio de la responsabilidad de que a cada quien le toque.

No. El liderazgo es algo que brota de dentro, es algo que se construye en el fondo del alma y que aflora justamente en el servicio a los demás.

Yo quiero simplemente, también de manera enunciativa, enfatizar esas cualidades del alma en las que hay que trabajar intensamente para ser auténticamente líderes de acción positiva.

un compromiso indeclinable con la vida

Primero que nada, un compromiso indeclinable con la vida, la política. El ejercicio de la política, la organización política de la sociedad no es para muertos, es para
vivos.

El compromiso con la verdad para saber, en efecto, identificar la realidad de las cosas y a partir de ella transformarla para el bien y la justicia; La congruencia, la capacidad de pensar, decir y hacer de la misma manera. La humildad, porque no somos sino meros instrumentos.

La capacidad de escuchar consejo, porque no lo sabemos todo, y por lo tanto la capacidad de formar equipo, porque hay que sumar las fortalezas de todos y amortiguar las debilidades de todos para hacer un gran equipo.

El amor a la justicia, ese compromiso indeclinable con la voluntad de dar a cada quien lo suyo, y lo suyo más propio de las personas es el respeto a su propia dignidad.

La democracia tiene la cualidad de que considera a cada persona idéntica y por eso los votos se suman, no se pesan. Porque en la democracia todos valemos igual, todos pesamos igual.

La prudencia, la rectitud en la elección de los fines y de los medios. La fortaleza para ser sereno en la adversidad y templado en el éxito. La templanza, la capacidad de ser dueño, de ser líder de ti mismo.

Jóvenes: Mal podemos aspirar a conducir a otros, si no conducimos nuestra propia vida, si no somos dueños de nuestras propias pasiones, la capacidad de tomar decisiones. El líder decide y arrostra las consecuencias de sus decisiones.

La perseverancia, porque todo conspira contra tu perduración en la responsabilidad que has asumido.

La esperanza, para mirar el futuro conciente de que tu haz de hacer todo lo que corresponde a tu responsabilidad, porque otro hará lo que a ti te falte, que es casi todo.

Y, finalmente, la alegría. El liderazgo no se puede ejercer con rostros tristes y largos, mostrándole a la comunidad una carga enorme en el ejercicio de liderazgo que contrista el alma para mostrar lo importante que es el líder.

No, el líder es alegre, es comunicativo, es cercano, es próximo, es igual. Y esa alegría le da razón de ser a muchas de sus decisiones, a muchas de sus acciones para contagiar a los demás de la alegría de vivir.

Porque, regreso al principio, el líder tiene que estar enamorado de la vida y al estar enamorado de la vida tiene que tener pasión por el hombre, tiene que amar al hombre con toda el alma, para de esta manera poder servir al hombre.

De esta manera, ojo, cuidado, hay antítesis de liderazgo de acción positiva. Aquellos que cifran su felicidad en el dinero, en el poder, en el placer en el éxito personal a cualquier precio, por encima de los demás, por encima de la sociedad,
por encima de los empleados, por encima de los colaboradores.

Estas antítesis del ejercicio del liderazgo ahí están, ni siquiera hay que nombralas, existen y hay que estar eternamente, completamente, permanentemente alertas para que, con una vigorosa vida interior, estar combatiendo estas inclinaciones
naturales, que venciéndolas te vuelven fuerte y te vuelven más apto para ejercer ese liderazgo que la sociedad espera de ti.

Yo quisiera, por último, resumir en tres grandes frases esta visión, este compromiso con México, esta pasión de servicio que cada líder de este país en su espacio ha de tener.

No todos vamos a ser Presidente de la República, no todos vamos a ser maestros, no todos vamos a ser jefes de empresa. Todos tenemos una visión personal que cumplir.

Si todos hacemos nuestra parte y sumamos nuestras partes, México, sin duda, vencerá esos rezagos históricos que hoy todavía nos reclaman a nuestra conciencia.

La pobreza, la marginación, la discriminación, la explotación comercial sexual infantil. Tantos males, tantos daños estructurales a la sociedad que nosotros tenemos la responsabilidad de poner nuestro grano de arena para que esta
sociedad avance.

Al mismo tiempo, con esta actitud, con este resumen puntual en tres frases que quiero hacer, quiero invitarlos a que miren de manera positiva su compromiso con la sociedad desde el espacio que cada uno de ustedes ocupa.

Hay que amar para saber servir.
Hay que saber para amar y servir.
Hay que servir para saber amar.

Muchas felicidades por su XXV aniversario. Que ustedes sigan haciendo su específica contribución al bien común de este país, particularmente a favor de los que menos tienen y que Dios les bendiga.