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Gobierno con perspectiva de familia
Bioética y pastoral de la vida /BIOÉTICA: definición y antecedentes

Por: Leticia González Luna | Fuente: Yo Influyo

Para proponer políticas públicas y leyes que fortalezcan el tejido social, estamos pendientes de que nuestros políticos reconozcan y respeten en la práctica, lo expresado por una abrumadora mayoría de organizaciones de la sociedad civil, en distintos foros nacionales e internacionales y a lo largo y ancho del país -El Cairo, Beijing, B+5, B+10, CEPAL, Parlamento de Mujeres de México, encuentros de la CNDH, encuentros de armonización legislativa…-: Los derechos de toda persona humana a la vida, desde su concepción hasta la muerte natural, a la alimentación, a contar con un padre y una madre, a tener una familia estable, a la salud, al trabajo digno, a la seguridad social, a la protección de la familia, a la promoción del desarrollo social, a la solidaridad con los más pobres, a una vida libre de adicciones y de violencia, a la paz. Todo en el pleno respeto de la dignidad del hombre y de la mujer.

La salud de la célula básica de la sociedad, la familia natural, es el fundamento para promover la equidad y el desarrollo sin discriminaciones y para posibilitar la superación de los problemas de la pobreza, de la violencia, de las adicciones, de la pandemia de enfermedades de transmisión sexual, de las madres solteras, de los niños de la calle, de la inseguridad, de los incapacitados, de los adultos mayores. Es en la familia sana donde se aprende a ser leal, generoso, respetuoso, honesto, trabajador, solidario, participativo, servicial y autónomo. La familia es la primera escuela social. Es en la familia sana donde se aprende a poner límites a uno mismo y a los demás mediante un uso adecuado de la libertad, lo que hace posible la convivencia. De tal forma, la familia sana es la base de una sociedad sana. Por ello, proponemos la tansversalización de la perspectiva de la familia como factor indispensable para fortalecer el tejido social, en los tres niveles de gobierno, en todas las comisiones del quehacer legislativo, lo mismo que en la impartición de la justicia. 

Señalamos en forma escueta lo que realmente significa la aparentemente equitativa transversalización de la perspectiva de género, en su vertiente aparentemente menos nociva, la equidad de género, vigente en las actuales políticas públicas y en el quehacer legislativo, al que nos oponemos. Aclaramos que el verdadero feminismo promotor de la equidad en la diferencia, así como de los verdaderos derechos de la mujer respetuosos de su naturaleza femenina, no es generista.

Sabemos que la bandera utilizada para el avance de la agenda de género es la equidad, término que relaciona con el género para legitimar que el género es la solución a los problemas de desigualdad, violencia, pobreza y demás injusticias.

Lo que se promueve mediante la equidad de género es una ideología que niega la complementariedad entre los sexos y argumenta que son normales y sanas las multiformes prácticas sexuales, lo cual es científicamente insostenible. Por eso difunden la idea de género como construcción cultural producto de la experiencia y el conocimiento, con lo que se induce a percibir como sana la identidad sexual o de género que se decida al gusto mediante los juegos y la práctica sexual “libre de dogmas”.

Uno de los logros del generismo es la ideologización de los programas de las políticas públicas y las leyes de salud y educación sexual basadas en el uso de anticonceptivos y preservativos que, al trivializar el ejercicio de la sexualidad despreciando la capacidad racional de los ciudadanos, contribuyen a la destrucción de las instituciones naturales del matrimonio y la familia. Los programas de las políticas públicas y las leyes de salud y educación sexual basadas en el uso de anticonceptivos y preservativos, industria millonaria, promueven lo que en realidad pretenden controlar: las enfermedades de transmisión sexual y los embarazos no deseados. Las estadísticas evidencian el fracaso de estos programas en México y el mundo: un aumento exponencial de enfermedades de transmisión sexual, de madres solteras, de cáncer de mama y cérvico-uterino, de niños de la calle y de conductas adictivas.

La tansversalización de la perspectiva de la familia como factor indispensable para fortalecer el tejido social, sería la guía para que el quehacer de los tres poderes no perdiera de vista que todas las personas - hombre y mujeres, nacidos y no nacidos, ricos y pobres, sanos y enfermos, sabios e ignorantes…- no son entes aislados sino miembros de una familia cuya funcionalidad debe salvaguardar el Estado. Si se articula el quehacer de los gobernantes alrededor de la salud de la familia, se asegurará una estructura sólida que de cohesión al tejido social y verdaderamente promueva el derecho al bienestar y al desarrollo de todos los mexicanos. La transversalización de esta panorámica que busca sanar a la familia disfuncional y apoyar a la célula básica de la sociedad, significa acabar con las inconsistencias e incoherencia en el trabajo de los servidores públicos que con sus decisiones al resolver un problema provocan otros para, a su vez, tratar de aliviarlos con acciones que están desintegrando el tejido social. 

Exhortamos a nuestros gobernantes, sean del partido político que sea, a no seguir impulsando la perspectiva de género, aún con el ideal de darle una connotación distinta a la global.
La Familia es un asunto de Estado y éste ha de establecer leyes y políticas públicas con Perspectiva de Familia, que facilitan a los hombres y mujeres las condiciones óptimas para constituir una familia, conservarla, lograr su desarrollo y restauración, en orden al cumplimiento de funciones sociales estratégicas: procreación, crianza, educación, socialización y ámbito personal ecológico para la vida humana, incondicionalidad del amor familiar, contención de la infancia y la ancianidad, que sólo la familia estable y funcional puede cumplir.

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