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Vida consagrada dedicada a los enfermos
Historia de algunas Congregaciones llamadasde Enfermeras en los Siglos XIX y XX


Por: Antonio Linage Conde. Universidad de San Pablo, CEU | Fuente: www.hottopos.com



La evolución de la vida consagrada dedicada específicamente a la enfermería, como tantas otras parcelas historiográficas, además de su interés en sí, tiene el de ser un espejo que refleja la historia de corrientes sociales, religiosas y mentales de alcance más amplio. Concretamente, de un lado nos brinda un punto de mira óptimo para seguir las sucesivas encarnaciones de la vocación y la realización regulares, mientras que de otra discurre paralela [1] a la de las transformaciones coincidentes de la vida hospitalaria. Y ello desde los orígenes hasta ahora.

En efecto, si las familias religiosas hoy dedicadas, con exclusividad o no, al menester asistencial de los enfermos, son de la edad contemporánea, o remontan lo más al antiguo régimen donde habían surgido a guisa pionera, el ejercicio a esa manera sacra de su oficio había existido ab initio [2] , desde los mismos comienzos monásticos [3] , de manera que esa nota novedosa únicamente puede predicarse de la mutación por ella llevada consigo, que no nacimiento, en las maneras anteriores de esa misma vida consagrada.

Precisando más, cuando la asistencia a los enfermos no se había concentrado en los hospitales, los monjes que participaban en ella lo hacían de la misma manera que sus prójimos en el siglo, familiar y espontáneamente, y sin asomo de especialización ninguna. Recordemos que, por supuesto, de los enfermos trata la Regla de San Benito. Y el prestigio, en la esfera canónica, por poner un solo ejemplo llamativo, del peculiar Hospital del Rey en la ciudad de Burgos, ligado al formidable monasterio femenino cisterciense de Las Huelgas.

Al surgir los hospitales [4] , fue común que tuvieran a su servicio comunidades religiosas [5] , pero éstas independientes unas de otras [6] , sin concebirse siquiera su encuadramiento en congregaciones centralizadas y difundidas all over the world cual las modernas. O sea que prolongaban la misma forma de vida monástica, en cenobios aislados, que había sido la del monacato, prebenedictino y benedictino, aunque en éste observándose la misma Regla, pero sin otro vínculo entre los monasterios que ella misma, o sea un libro. Una familia religiosa cada monasterio pues. Sistema que en las comunidades hospitalarias se mantuvo mucho después de haber evolucionado la vida religiosa hacia las grandes órdenes articuladas jerárquica y jurídicamente y de vocación geográfica ilimitadamente expansiva, a partir de los canónigos regulares y los frailes, hasta los clérigos regulares en la edad moderna y los institutos seculares de nuestro siglo.

Así las cosas, al tramontar el antiguo régimen y derrumbarse con él la beneficencia de la Iglesia ligada al mismo, ella desamortizada y exclaustrada, fue cuando paradójicamente tuvo lugar en su seno una floración de nuevas congregaciones, sobre todo femeninas, llamadas en un principio a llenar el pavoroso hiato [7] producido entre aquel vacío [8] y el alumbramiento del estado benefactor.

Tratar en este contexto de todas las congregaciones que han concedido algún espacio a los enfermos sería hacer sin más la historia de la vida religiosa en los últimos siglos de las historias universal y de la Iglesia. Nosotros hemos escogido aquí las que se llaman expresamente de enfermeras, ¿implicando ello dejarnos arrastrar por un señuelo superficial? No vamos a justificarnos expresamente, pero sí traer a colación dos reflexiones, a saber, de una parte que las palabras cuentan, y más si son denominadoras- recordemos la frase de Unamuno, de que si el hábito no hace al monje, el monje sí se hace al hábito-, y de otra que las congregaciones escogidas por ese criterio semántico han resultado representativas de conjuntos mucho más amplios, hasta permitirnos una visión global.


En la reconstrucción del nuevo régimen

Gabriel Muffat-Jeandet (1781-1842), nació en Megève, pueblo alpino de la Alta Saboya, entonces de la misma diócesis de san Francisco de Sales, Ginebra, luego de Chambéry, doce años antes de su anexión a la Francia revolucionaria. Desde 1815 fue párroco de San Francisco de Sales, en Bauges, otro lugar de montaña. Diez y ocho años más joven que él, en esa feligresía había nacido Ana Nicoud, la que sería su cofundadora, embarcada en la empresa a raíz de una misión parroquial, la primera allí predicada, ellas obra del abate Favre, en 1821.

Ana era una de esas mujeres devotas de la época, sin los medios materiales ni la formación intelectual adecuados para entrar en una orden monástica [9] , y por lo mismo con no muchas expectativas para un matrimonio conveniente, mientras que el abate Favre iba dejando instituidas en las parroquias de su predicación la llamada Congregación de las Hijas de la Cruz, una especie de cofradía con una manera de vivir parecida a la de la Tercera Orden Franciscana.

En 1827 comenzaron la vida común Ana y otras cuatro jóvenes, menos ella y otra todas con defectos físicos o psíquicos, llamándose Hijas Obreras de San Francisco de Sales, al principio con vagos móviles docentes, si bien incluyendo también en los mismos la visita a los enfermos. En 1860, el mismo año del retorno de Saboya a Francia, luego de un interregno piamontés, el arzobispo Billiet consiguió del gobierno imperial la aprobación civil de la congregación, con el nombre de Hermanas de la Inmaculada Concepción [10] , adoptando un sencillo hábito negro con un cordón azul que sostenía un crucifijo, y una regla de inspiración salesiana, añadiendo a los tres votos otro de estabilidad perpetua. Una manifestación de la devoción coetánea es que venían obligadas al rezo diario de cuatro letanías [11].

Y fue en 1897, habiendo muerto la fundadora en 1872 ya, cuando coincidiendo con la fundación de una casa en Chambéry, topónimo que añadieron a su denominación canónica, movida por la obstaculización gubernativa de la enseñanza religiosa, la Congregación se polarizó hacia la enfermería, formándose en adelante sus religiosas para ello en el Hospital de San José de Lyon, atendido por las Hijas de la Caridad.

Por su parte, Giovanna Franchi [12], luego conocida incluso oficialmente por el diminutivo de Giovannina, nació algo después, en 1807, en Como, cuando la pequeña ciudad medieval del septentrión itálico, clerical , nobiliaria y de artesanos tejedores, estaba bajo el ilustrado dominio napoleónico, hija ella de un magistrado de abolengo, quien la hizo educar en las salesas.

Próxima ya a la cincuentena, en 1853, inició en una mansión del centro intramuros, con tres compañeras, una existencia de “enfermera de la caridad”, bajo la forma de pía unión, dando preferencia a la asistencia domiciliaria, dirigidas por el confesor de las salesas, que era el penitenciario de la catedral, Giannabbondio Crotti, fallecido tres años más tarde, en la espiritualidad de la adoración perpetua.

Por la ubicación de la Pía Casa, empezaron llamándose Hermanas Enfermeras de San Nazario. “Darán a los enfermos-decía su Método de Vida, aprobado en 1862-todos los servicios y medicamentos que los puedan prestar sin la intervención del médico o el practicante”. Desde 1858 se cubrieron con una cofia negra, llevando además túnica y esclavina del mismo color, un cuello blanco y una cruz. En 1862 fue elevada a congregación religiosa diocesana [13] , con el nombre definitivo de Hermanas Enfermeras de la Virgen de los Dolores [14] . La fundadora murió en 1872, y su familia religiosa, extendida por su región y la colindante Suiza italiana, se estableció además en 1989 en la periferia de Buenos Aires [15] .


Entreguerras

Pedro-Alberto Michel (1866-1940), fue [16] un sacerdote de la diócesis de Moulins, en la región francesa central del Borbonés, nacido de una familia de técnicos mineros, formado en sus dos seminarios, que dirígían los jesuitas y los maristas. Desde los comienzos, su ministerio fue profesoral y de gobierno diocesano, y cultivó las ciencias naturales, sobre todo la entomología. En 1895 fundó la Conferencia de San Antonio de Padua, con un propósito caritativo, dirigiéndola hasta el estallido de la Gran Guerra, cuando fue nombrado vicario general.

En 1909 inició la prefundación de su congregación, en colaboración con una paralítica parisiense, Elisabeth La Marquière, y el doctor Ranglaret, amtiguo interno de los Hospitales de París, comenzando por la asistencia a los enfermos terciarios franciscanos, inmerso en la espiritualidad reparadora de la época, y habiendo tratado primero de encargar la obra a religiosas de congregaciones ya existentes. “La Casa de San Francisco- leemos en un texto inicial- no tiene la pretensión de ser un hospital, y no sería deseable se la diera este nombre. Es sencillamente la residencia de las cuidadoras de los enfermos [17] [de la obra]. Por lo tanto, hay que concluir que su actividad de enfermeras [18] tomará la forma exigida por las circunstancias [tanto cuidando a domicilio como en la Casa de San Francisco]”.

Pero la cofundadora fue María Juniet (1887-1955), madre Santa Clara en religión, descubierta por el doctor Ranglaret como cuidadora de enfermos [19] , que luego obtuvo el título de enfermera diplomada de la Cruz Roja- sus religiosas diigieron luego la Escuela de la Cruz Roja de Moulins- y fue superiora general hasta su muerte.

Tras algunas dudas en cuanto a su forma canónica, las Enfermeras de San Francisco de Asís quedaron erigidas en 1920 como una congregación femenina, siguiendo las reglas de la Orden Tercera y llevando el hábito franciscano, además con una cruz blanca cuadrada y un crucifijo en el cordón, y afiliadas a la Orden Franciscana. Su móvil específico se definió como la asistencia a los enfermos, preferentemente a domicilio [20].

Ni que decir tiene que estas familias asistenciales se basaban en una mentalidad y sensibilidad religiosas, dominada su vocación por el anhelo de la santificación personal, y apuntalada su entrega vital por unas advocaciones y devociones de que ya tenemos una idea. Pero lo que sobre todo nos interesa aquí, aunque de ello no sea posible hacer un compartimento estanco, es su dedicación a la enfermería. Una vía por la cual es preciso comparemos.


A guisa de cotejo

Desde ese punto de mira, hay que convenir en que las de Chambéry no nacieron con tal destinación específica, al contrario, antepusieron a ese menester el docente, adaptándose después en pro de los enfermos en atención al cambio de las circunstancias. Pero hay que observar que esta multiplicidad de actividades es una nota muy característica, tanto de la que podríamos llamar biografía colectiva de las órdenes religiosas como de la individual de sus miembros, en cuanto lo esencial en las unas y los otros radica en una consagración de la vida, la cual lleva ínsita la plena disponibilidad, resultando su condición célibe y el género reglamentado de vida muy favorable al desarrollo de capacidades variadas, si bien no conviene perder de vista la otra cara, la inmolación de los desarrollos hijos de una libertad forzosamente constreñida.

Volviendo a nuestros ejemplos, las Enfermeras de Como surgieron en cambio inmediata y directamente cual fruto de una idea fundacional ya dirigida al menester denotado en su nombre. Curiosamente, una y otra congregación ubicadas en territorios fronterizos entre las varias potencias dominantes en la época, pues Como cambió entonces de los austríacos a los italianos pasando por los franceses, y a Saboya la hemos visto en nuestra breve exposición mudar dos veces entre el Piamonte y Francia. En cuanto al Borbonés que alumbró las Enfermeras de San Francisco de Asís, con el mismo designio inicial específico que había sido el de Juanita Franchi, más que del espacio, nos interesa por este camino el cotejo del tiempo, casi a la distancia de un siglo, pasada ya la primera guerra mundial. Mas los cambios profundos en la sociedad y las mentalidades que vinieron tras de la segunda estaban aún muy lejos, de manera que uno siente cómo, tanto en esos aspectos genéricos como en la concreta sensibili-dad religiosa, es la continuidad lo predominante de Gregorio XVI a Pío XII. Los ava-tares posteriores de la historia de esas congregaciones nos interesan menos. Notemos únicamente el mayor desarrollo numérico de la italiana, las francesas mucho más afectadas por la escasez de las vocaciones y sencillamente el cambio de los tiempos.

Así las cosas, los tres ejemplos examinados nos han permitido establecer una cierta tipología, válida para las épocas y lugares en cuestión, e incluso susceptible de permitir una aproximación a otros. Concretamente, otras dos congregaciones fran-cesas, las Enfermeras de la Misericordia, fundadas en Beaulieu, diócesis de Tulle, tie-nen mucho parentesco con las de Chambéry, en tanto las Enfermeras de la Compa-sión, surgidas anteriormente en la diócesis de Rouen, son similares a las de Como.

En efecto, estas últimas [21] , diocesanas, existentes de hecho desde 1844, fueron erigidas en 1856 por el ordinario Blanquart de Bailleul, bajo la Regla de San Agustín, para atender a los enfermos incluso a domicilio. En cambio las primeras, fueron aprobadas en 1861 por el obispo Berteaud, consumándose con ello la secesión de una de las damas de una asociación caritativa de la ciudad, Victorina de Bessol, quien encontró a la que sería la fundadora, María Guittard [22] , acabándose por abandonar el menester docente para dedicarse exclusivamente a los enfermos y los ancianos [23] . Sor Guittard (1828-1872) era de una familia campesina, y su caso nos recuerda el de Ana Nicoud muy de cerca [24] . La fundadora de las de Rouen, Rosa Ferment, en religión Rosa de Lima, había nacido en el paraje monástico normando de Saint-Wandrille, junto a la abadía de Fontenelle, y a los treinta y un años de existencia del instituto le abandonó por disensiones, sin que se conozcan el lugar ni la fecha de su muerte. Página ésta de las que de cuando en vez se encuentran en estos anales. La sucedió en el puesto la cofundadora, Adela Dubosc, en religión María de la Compasión (1829 [25] -1889). Otra congregación italiana, tras pasar su nombre por varias matizaciones Siervas [26] de María de Pisa [27] o Hermanas de la Virgen de los Dolores, no nos plantea ningún problema de identidad, en cuanto surgió por la secesión de un grupo de las Oblatas Hospitalarias Terciarias Franciscanas de Santa Clara de Pisa [28] , en desacuerdo en 1895 con la gerencia del hospital de esa ciudad. Esas Oblatas venían constituyendo por su parte una de esas comunidades nosocomiales de que hablábamos al principio y remontaban a la Edad Media, teniendo una afiliación capuchina [29] , mientras que las separadas adoptaron la servita, siendo llamadas mantellate por la adopción del correlativo hábito.

Otra fundación también italiana nos lleva a la época de las del abate Michel, en pleno pontificado de Pío XI, las Enfermeras de San Carlos, obra de un sacerdote de Milán, Giovanni Masciadri (1868-1963), quien las erigió en el pueblo de San Pietro Martire, donde entonces era delegado diocesano, en 1932 [30] . Y en su caso tenemos un ejemplo pintiparado del entrecruzamiento en las ideas de los fundadores de esos tiempos de motivaciones de una u otra índole muy varia, de lo estrictamente confesional a lo benefactor. En efecto, el móvil que ante todo le impulsó era evitar que los enfermos murieran sin confesión [31] .

A propósito de la formación científica y técnica de las religiosas en cuestión, tiene interés esta confesión del entonces director médico del manicomio de Ciempozuelos, Rodrigo González y González, presentando su libro aparecido en 1891, Prontuario de la enfermera, por encargo del provincial de las Hermanas Hospitalarias que le atendían, Benito Menni, y de la superiora de la comunidad. Allí se refería, al cabo de una experiencia de once años, a “la necesidad de que las hermanas novicias aprendan ligeras nociones de anatomía, fisiología y cirujía, con los métodos mejores para cuidar como enfermeras a las diversas clases de enfermos en que han de emplear sus caritativos auxilios”. Y hay aún un aspecto que no es posible preterir cuando se hace historia, por más que hoy nos parezca ya muy tramontado, el de la incompatibilidad de algún aspecto del ejercicio profesional con la condición consagrada. Así, durante mucho tiempo, no se estimaba adecuado para las religiosas hacer de comadronas, aunque ello daba lugar, en ciertos países de misión, a la perduración de prácticas indígenas en torno a la preñez y el parto que se cobraban muchas vidas, de manera que un obispo benedictino, Spreiter, hasta la Gran Guerra en el África Oriental y luego en África del Sur, expresó personalmente al papa Pío X, en una audiencia que tuvo lugar el 7 de mazo de 1914, su disconformidad con las razones alegadas para ese veto, que consistían en ir contra virginitatem y ser non convenienter, con lo que se manifestó el Sumo Pontífice de acuerdo, est res naturalis, non peccatum, est res spiritualis ad lucrandas animas, pese a lo cual hubo que esperarse hasta 1936, cuando unas instrucciones del Prefecto de Propaganda Fide, Fumasoni Biondi, le dieron la razón, dilatándose sin embargo hasta 1957 la correlativa modificación de las constituciones de sus propias Benedictinas de Tutzing, que eran además recientes hasta cierto punto, de 1924 [32].

Prosiguiendo, una circunstancia común a los institutos de que hemos venido hablando, es su radicación en países católicos. Ahora hemos de ir en pos de un ejemplo en la diáspora y en los antípodas.


En la lejana Australia

El australiano Timothy-Edward McGrath (1881-1977), era huérfano de un inmigrante irlandés, nacido en el noreste de Victoria, Bugeet, Melbourne conmovido entonces por el ajusticiamiento de Kelly, la encarnación del bandolero justiciero. Su juventud fue un incesante cambio de casas, países y empleos, llegando a tener el francés por una segunda lengua ordinaria, si bien con dificultades para realizar su vocación sacerdotal por la falta de instrucción secundaria, hasta ordenarse en 1909 como Misionero del Sagrado Corazón, pero sin que nunca le abandonara la preocupación por los marginados de la sociedad.

En Sydney conoció a Eileen-Rosaline O’Connor [33] (1892-1921), casi enana y por lo común paralizada, a quien luego sus enfermeras llamarían “Pequeña Madre” y los compañeros de un pasaje a Europa “Pequeña Señorita”, de una modesta familia también irlandesa, en Melbourne cuando ella nació, muy deprimida la ciudad tras de la optimista fiebre del oro.

Otra de las jóvenes que comenzaron interesándose por lo que genéricamente llamaron “El Trabajo” fue Cissie McLaughlin (1891-1965), en religión Teresa, desde 1913, la otra cofundadora, juntándose enseguida con algunas más en la “Nueva Casa”, 35 Dudley Street. Los anales de esos días fundacionales de las Enfermeras de Nuestra Señora para los Pobres [34] , Our Lady’s Nurses for the Poor, hablan incluso de Rags, el perro de Eileen. Inmediatamente se produjo un amargo conflicto entre McGrath y sus superiores, cuyos avatares no hay aquí huelgo para explicar, a consecuencia del cual fue alejado de Australia y apartado de la obra.

La dedicación de ésta era la asistencia exclusivamente domiciliaria a los enfermos pobres, vestían como las enfermeras de la época pero de color pardo, su divisa era To Jesus through Mary, y adoptaron la espiritualidad de los ejercicios ignacianos. Una matrona, Hawkeshaw-McRae, formó como enfermeras a las primeras.

Eileen, a quien se ha comparado con las santas Juliana de Norwich y Lidwina de Schiedam, escribió unos libritos decisivos para conocer su visión del mundo y de su empresa, a saber Ocho Reglas, Pequeños pensamientos para cada día y Pequeñas meditaciones de la madre. Murió tuberculosa a los veintiocho años. En 1949 su familia religiosa fue reconocida como pía unión por el cardenal Gilroy, arzobispo de Sydney, y en 1953 como congregación diocesana. Su expansión se ha limitado a otras cuatro casas en Australia.

De la etapa de la historia eclesiástica posterior al cambio conciliar, dramática y traumática tanto como virgen de estudio, pese a su interés sintomático incluso para los no interesados en el argumento, no vamos a decir. Sólo subrayar que ha sido de escasas fundaciones congregacionales, salvo las que sintonizaban muy pintiparadamente con el espíritu y las necesidades de la época, tal las Misioneras de la Caridad, al estímulo además de una personalidad de excepción cual Teresa de Calcuta, o con la hora precisa de la Iglesia, por ejemplo las Misioneras de la Unidad en la diócesis de Segovia. Al contrario, se recomendó la fusión de las congregaciones anteriores, y en este artículo lo hemos visto ejemplificado, en parte por la anemia numérica de muchas, también por la imposición coetánea de aunar esfuerzos y el menor predicamento de lo individual. Pero sí hemos de dar noticia de algunas congregaciones de enfermeras fundadas en la segunda guerra mundial o inmediatamente después, al fin y al cabo todavía tiempos sin solución de continuidad con los anteriores, pero acaso ya marcados por un cierto presentimiento un tanto novedoso, sobre lo cual no es aquí cuestión de reflexionar.


En el umbral del cambio de la historia

En 1940 fueron erigidas en congregación diocesana las Hermanas Enfermeras de María de la Medalla Milagrosa, por el obispo de Ljubljana, en Eslovenia, entonces Yugoeslavia. El régimen instaurado en el país después de la guerra las causó graves dificultades, pero solamente en los primeros años [35] . Ahora bien, lo que entonces tuvo lugar fue la transformación institucional, anticipada que ya había sido en 1926 [36] , de un ente existente de más antiguo, las llamadas Vírgenes Enfermeras, una asociación creada en 1878, bajo la tutela de las Hijas de la Caridad, para llenar la laguna de la asistencia a domicilio, incluso nocturna, que ellas tenían prohibida. La fundadora fue una noble austríaca, Josefina Brandis, Hija de la Caridad ella misma, cuando era inspectora de la provincia de Austria-Hungría, luego de haber profesado en Estrasburgo y servido en París y en el hospital de su propia ciudad natal de Graz.

Diversas, también por su geografía, se nos aparecen las Hermanas Educadoras Enfermeras de María Auxiliadora, erigidas en la diócesis brasileña de Sâo Paulo, en 1948, con una preferencia por los tuberculosos, ayudadas por dos asociaciones seglares instituidas previamente, la Legión de María Auxiliadora y la Legión Combatiente contra la Tuberculosis. Ello fue obra, con la aportación de toda su fortuna, de una tuberculosa, Odete Souza de Carvalho, que se había curado en Campos do Jordâo, en el mismo Estado, y a quien ayudaron los jesuitas, concretamente el redactor de las constituciones, José-Lorenzo de Costa Aguiar, y otros dos, Pablo Bannwerth y Valentín Rozman.

Y en plena guerra mundial, se había concebido en el Canadá francés el proyecto ambicioso noblemente de una Sociedad de Enfermeras Misioneras, que habían de formarse rigurosamente, respondiendo a las últimas exigencias modernas [37] , bajo la forma canónica de instituto secular. No olvidemos que éstos constituyen el nuevo tipo de vida consagrada de la edad contemporánea, equivalentes a lo que habían sido en sus épocas respectivas los monjes de la antigüedad tardía y el alto medievo, los canónigos regulares y los frailes de la Baja Edad Media y los clérigos regulares de la Edad Moderna. El fundador fue un prelado de la diócesis de Montréal. monseñor Larochelle, autorizado por la Congregación de Propaganda Fide, y nombrado diocesanamente superior eclesiástico en 1941, encomendándose tres años después la dirección espiritual a los dominicos. Pero ante su falta de desarrollo hubo de ser suprimido por el cardenal Léger en 1957.

Y hemos de dar todavía noticia de una congregación de enfermeras fundada fuera del catolicismo, en el anglicanismo.


En la Iglesia de Inglaterra

Sabido es que una de las discrepancias entre la Iglesia Católica y las iglesias reformadas estuvo en la falta de reconocimiento por éstas de los votos de la consagración religiosa como contrarios a la libertad evangélica. Sin embargo, desde el siglo XIX, los ahora llamados hermanos separados, han avanzado mucho por ese camino, hasta llegar a lo que aparece en defnitiva, al menos a simple vista, cual una retractación de la postura inicial, sin que aquí podamos entrar en más honduras.

El precursor fue un pastor evangélico alemán, Teodoro Fliedner (1800-1864), quien para sus obras de caridad requirió el auxilio femenino, y entonces dio vida al movimiento de las diaconisas, que ya había conocido en los mennonitas, alegando sus orígenes apostólicos, con lo cual entroncaba con el mito del origen igualmente apostólico de la vida monástica, de mucho predicamento en el catolicismo. Así, en 1836, instituyó en su parroquia de Kaiserwerth, cerca de Düsseldorf, un instituto para las mismas, que a la vez fue hospital y escuela de enfermeras, si bien admitiendo los votos sñólo por cinco años [38].

Y no mucho más tarde, en una data a estos efectos todavía muy temprana, en 1848 [39], fueron fundadas en la Iglesia Anglicana [40] las Enfermeras de San Juan el Divino [41] , Community of the Nursing Sisters of St.John the Divine, aunque sólo al cabo de noventa años, en 1932, fue reconocida la validez vinculante de sus votos perpetuos. Lo que hay que notar es que, desde el principio, se insistió mucho en los valores estrictamente monásticos a mantener, claustrales, de plegaria coral [42] y oración individual [43], además del silencio [44], ello consecuencia de tratarse de una reivindicación nueva en su confesión religiosa.

También se hizo mucho hincapié en la formación de las religiosas como enfermeras o matronas, ahora con escuelas en varios barrios londinenses [45] y en Hastings, además de en Malawi. Y, teniendo en cuenta que su fecha fundacional estaba aún muy lejos de la creación del Servicio Nacional de Sanidad por el laborista Bevan, al principio se las destinó en una buena parte a la asistencia de los pobres a domicilio, aunque ahora predomina su labor en los hospitales.

De esta guisa, al terminar nuestro excursus, comprobamos haber podido pasar revista en él, a pesar del criterio muy parcial de que partimos, precisamente por la abrumadora imposibilidad de ser exhaustivos, a la vida religiosa contemporánea en la iglesia latina, ello teniendo en cuenta tanto la larga centuria de los ejemplos escogidos, como su procedencia geográfica, en la vieja Europa continental e insular, latina y eslava pasando por el ámbito germánico, en la América del Norte y del Sur, a la búsqueda de esa armonía en los contrarios que la enfermedda es capaz de generar, como fusión de lo múltiple y concordia de lo discorde [46].

Y naturalmente que en esta aportación historiográfica no vamos a hacer referencias a la actualidad. Un presente que también está representado en este campo. Cuando el respeto a las exigencias de la formación profesional más rigurosa y al día no son incompatibles con la plena dedicación de las energías personales de las enfermeras misioneras a cuantos menesteres demanda la marginación del entorno, del hospital al huerto, donde acaso es vital, para aminorar en ése el número de enfermos a la larga, aclimatar algún nuevo cultivo. Tal la Missionary Community of Saint Paul the Apostle [47], en Abisinia [48], en Kenia [49] y en Bolivia [50].


Si tienes alguna consulta utiliza este enlace para escribirle a la Hna. Graciela Galván, Superiora en Argentina y Maestra Formadora de Postulantes de las Hermanas de los Enfermos, Congregación fundada por la Sierva de Dios, Madre Juanita Franchi


 

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[1] Es significativo que el artículo dedicado a la enfermería por la New Encyclopaedia Britannnica (15ª ed., Universidad de Chicago, 1978), Nursing (pp. 395-400) que no es histórico sino actual, empiece su breve excursus introductorio subrayando la relevancia del cristianismo, comenzando por la cita de las matronas romanas Feba, amiga de san Pablo; Marcela, que se hizo su palacio junto a un monasterio femenino; y Fabiola, que vivió al lado de un hospital. Con ese motivo, nota expresamente lo que ello implicaba de the new intellectual freedom for women and their participation in religious and social action at a high level.

[2] Hasta poder dar lugar a visiones de un cierto humor, cual la de Fernán Centeno, Mitad monjes, mitad enfermeros, en “Nueva Enfermería”, núm. 77 (10, 1989) 38.

[3] Cfr., ANSELM PARKER, The Monastic Life in the Church (St.Wilfrid Preston, Catholic Evidence Lectures; 6ª serie, 9-1-1913; Preston, 1913).

[4] De trascendental interés comparativo es el cotejo, a su propósito, entre Occidente y Bizancio, éste mucho más adelantado. Y una sugerencia, por supuesto que en el plano típico de monasterio medieval que es el de San Gall está la enfermería.Pero, ¿se podría detectar alguna reminiscencia monástica en los planos de los hospitales del medievo? Pensamos en el principio arquitectónico de que desde las camas se pudiera ver el altar , pero susceptible de evolución, como lo demostró Antonio Averlino (+1469) en el Ospedale Maggiore de Milán: patio central flanqueado por dos edificios de planta cruciforme, con el altar en el crucero.

[5] J.ALVAREZ GÓMEZ, Historia de la vida religiosa 2 (Madrid, 1989) 186-92; cfr., Kultur- Geschichte der christlichen Orden (ed. P.Dinzelbacher, Kröner Verlag, 1997).

[6] Cfr., G.LECROQ, L’hôpital de Fécamp et sa communauté de bénédictines hospitalières. 1031-1939 (Caen, 1939); D.NEBBIAI-dalla GUARDA, Les livres de l’infirmerie dans les monastères médiévaux, en “Mabillon”, nueva serie, 5 (tomo 66, 1994).

[7] De ahí las palabras del padre Benito Menni, de quien habremos de ocuparnos luego, en una circular anunciando la fundación de un manicomio en Guipúzcoa: “Desgraciadamente los males que afligen a la humanidad, con su pujanza hacen imprescindible la creación de establecimientos hospitalarios, que en otros tiempos menos aciagos no se echaban de menos”; J.LÓPEZ DE LERMA PEÑASCO y M.DÍAZ GÓMEZ, Historia del Hospital Psiquiátrico Sagrado Corazón de Jesús de Ciempozuelos. 1881-1989. “Un siglo de psiquiatría y de historia de España” (Madrid, 1991) 59.

[8] Causado no sólo por la exclaustración de los regulares sino por la desamortización de las cofradías y la iglesia secular y aun de las manos muertas de la escasa beneficencia civil.

[9] En una ocasión escribió el fundador a sus vicarios capitulares: “Es escandaloso que las riquezas, tan maldecidas en el Evangelio, sean el medio de la vocación divina en la mayoría de las órdenes religiosas”.

[10] F.BOLLON, Les Soeurs de l’Inmaculée Conception de Chambéry. Souvenirs inédits, origines et histoire des premières années de la Congrégation jusqu’a l’époque actuelle. 1827-1945 (Chambéry, 1949). En 1982 la Congregación se fusionó con otras cuatro, bajo el nombre común de la Federación de María de Nazareth.

[11] Las de la Sagrada Familia y san Francisco de Sales, además de la josefina y la tan practicada lauretana.

[12] Giovannina Franchi, madre dei sofferenti. Una vita per gli altri (Como, 1984).

[13] De derecho pontificio en 1935.

[14] De la Dolorosa, si traducimos literalmente.

[15] R.MAJOCCHI, L’Istituto delle Suore Infermiere di Valduce in Como (Como, 1922).

[16] P.PELLETIER, Science et charité. L’abbé Pierre-Albert Michel (Ed., Crépin-Leblond, s.l.; 1962).

[17] Garde-malades,

[18] Infirmières.

[19] Era de Deux Chaises (Allier).

[20] Y con una atención particular a los curas ancianos.

[21] La Congrégation des Soeurs Garde-Malades de la Compassion de Rouen (Fécamp, 1923), y un opúsculo de 1953, Congrégation des Soeurs de la Compassion de Rouen.

[22] No hay que pasar por alto la actitud escandalosa tomada entonces tanto por la calendada asociación como por las otras congregaciones religiosas de la ciudad que, si bien en vano, llegaron a recurrir al brazo secular, tratando de que el prefecto prohibiera el nuevo instituto.

[23] En 1966 se fusionaron con las Hermanas de la Divina Providencia de Saint-Jean de Bassel.

[24] Por demasiado rigurosa fue destituida de su cargo de superiora general.

[25] De Cottevrard (Seine Maritime).

[26] Sobre las Servidoras de los Pobres, Oblatas Regulares de la Orden de San Benito, G-M.OURY, Dom Emmanuel et dom Leduc, “Lettre aux Amis de Solesmes” (1996,4) 16-20.

[27] Noticia de G.Rocca en el “Dizionario degli Istituti di Perfeziones” 8 (Roma, 1988), coll.1350-1.

[28] L.PEPE, Sette Suore Fondatrici (Pisa, 1961).

[29] F.ROSSETTI, Le Suore Oblate di Santa Chiara (Siena, 1970).

[30] Desde 1892 había sido uno de los llamados en esa vastísima diócesis italiana oblatos vicarios, los cuales iban ejerciendo su ministerio en las parroquias sucesivamente vacantes que le precisaban. Está enterrado en una de las iglesias encomendadas a ellos, la Madonna del Bosco, en Imbersago, cerca de Como.

[31] La aprobación diocesana se la dio en 1948 el cardenal Schuster, pero éste no consiguió que Pío XII la elevara a pontificia, a pesar de haberlo intentado dos veces, por la escasez numérica. Desde 1938 la casa madre está en una mansión de Agliate Brianza.

[32] G.SIEBER, The Benedictines of Inklanama (St.Ottilien, 1995).

[33] T.P.BOLAND, Eileen O’Connor for the Poor and the Poor only (Homebush, Nueva Gales del Sur, 1992); D.McKINNEY, A Remarkable Life (Coogee, íbid., 1992)..

[34] J-F.McMAHON, Eileen O’Connor and Our Lady’s Nurses for the Poor (folleto, Waverley, Nueva Gales del Sur, 1996); M.R.MacGINLEY, A Dynamic of Hope. Institutes of Women Religious in Australia (Sydney, 1996) 293-5 (cfr., “Religious History Conference Papers”, 6, 1996, 72-4). Para el contexto: “History of Women Religious” (Workshop Papers, 9-10/4/1992, y Conference Papers, 23-24/6/1994, Institute of Religious Studies, Strathfield, Nueva Gales del Sur).

[35] En 1976 tenían casas en Italia, Alemania y Canadá, además de otra provincia en Croacia.

[36] Gracias a los paúles Antonio Zdesar y Leopoldo Smid.

[37] Un institut séculier missionnaire et médical, noticia en “La Documentation Catholique” (1951) 685-8.

[38] Noticia de V.Vinay en el “Dizionario degli Istituti di Perfezione”, 4 (1977) 76-9.

[39] The Community of the Nursing Sisters of St.John the Divine: A Centenary Booklet, 1848-948.

[40] P.F.ANSON, The Call of the Cloister (Londres, 1964).

[41] F.CARTWRIGHT, The Story of the Community of the Nursing Sisters of St.John the Divine (Leighton Buzzard, 1968).

[42] Tres veces al día y las completas además.

[43] Las hermanas tienen derecho a un día al mes de retiro espiritual.

[44] Éste más riguroso los viernes.

[45] Deptford, Poplar.

[46] Así resulta de una elaboración poética, los Quattro Canti, de Annalisa Cima (Lugano, 1993); comentario de Manuel Alvar, “Blanco y Negro”, 7-5-1995.

[47] Desde 1989; antes Claraeulalias [por el espíritu franciscano y la patrona de Barcelona, santa Eulalia] Missionary Group, una Asociación de Fieles Cristianos, o sea sacerdotes, célibes (con compromiso perpetuo, aunque sin votos), religiosos de otras órdenes y matrimonios, fundada en una parroquia de Badalona por uno de sus clérigos, Francisco Andréu, pero que desde un viaje turístico a Kenia en 1983 se estableció allí y ahora se dedica al tercer mundo casi con exclusividad. Sus apoyos euroamericanos están en las archidiócesis de Paderborn y Milwaukee.

[48] Vicariato apostólico de Nekemte.

[49] Archidiócesis de Nairobi, y diócesis de Lodwar y Garissa.

[50] Archidiócesis de Santa Cruz de la Sierra.



 

 



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