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Gracias amigo, por ser sacerdote
Gracias amigo, por ser sacerdote
Los sacerdotes tienen algo de sagrado, un Cristo metido en sus almas, que nos ve a través de ellos y nos bendice y nos perdona.
Por: Claudio de Castro | Fuente: Catholic.net
Por: Claudio de Castro | Fuente: Catholic.net
Hace poco fui a misa. Sentía una necesidad de ir a la Iglesia y saludar a Jesús, de participar de la Eucaristía.
Me encontré con un sacerdote diferente. Celebraba la misa con una particular devoción. Me impresionó cuando elevó las especies consagradas y las miraba con tal cariño, con una ternura tan grande y profunda, que te llegaba al alma.
La misa continuó y nos sentimos transportados al Paraíso, en la presencia de Jesús. Cuando terminó, fui a la sacristía, y le dije emocionado:
Gracias... por ese amor y delicadezas con el buen Jesús, por su amor a Jesús Sacramentado.
Me tomó de las manos agradecido. Sonrió y me dijo algo que nunca olvido:
Rece mucho por mí.
En ese momento pensé: ¿Cómo un hombre santo me pide que rece por él?
A menudo reflexiono en ello: Rezar por los sacerdotes.
Comprendí que se parecen tanto a nosotros. Y a la vez, son tan diferentes. Tienen algo de sagrado, un Cristo metido en sus almas, que nos ve a través de ellos y nos bendice y nos perdona.
Pienso también en su gran lucha espiritual. Son los más atacados y golpeados. Por los que no les comprenden. Por los que hablan mal de ellos.
¿Te has dado cuenta? Cargan con sus problemas y con los nuestros. Es justo que también lleven, en sus almas, nuestras oraciones y nuestro afecto.
Siempre he tenido un cariño muy particular por los sacerdotes, sin importar su carácter, su raza o su idioma. Me han dado los mejores consejos. Han estado presentes en los momentos más importantes de mi vida. Y he tenido la gracia de conocer y cultivado la amistad de algunos.
Qué bueno saber que aún hay almas que se atreven a vivir el Evangelio, a escuchar el llamado de Jesús. Hay que ser valientes, decididos, y tener una confianza grande en la voluntad del Padre. Abandonarse en sus brazos.
Esto es un sacerdote: un Cristo en la tierra.
Pidamos por ellos, para que Dios, en su bondad infinita, les preserve de todo mal y los haga crecer en santidad.
¿Eres sacerdote? Gracias. Gracias, por tu entrega. Gracias por tu amor a Jesús Sacramentado. Por tu fidelidad. Por enseñarnos el camino. Dios te bendiga.
Claudio de Castro
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Me encontré con un sacerdote diferente. Celebraba la misa con una particular devoción. Me impresionó cuando elevó las especies consagradas y las miraba con tal cariño, con una ternura tan grande y profunda, que te llegaba al alma.
La misa continuó y nos sentimos transportados al Paraíso, en la presencia de Jesús. Cuando terminó, fui a la sacristía, y le dije emocionado:
Gracias... por ese amor y delicadezas con el buen Jesús, por su amor a Jesús Sacramentado.
Me tomó de las manos agradecido. Sonrió y me dijo algo que nunca olvido:
Rece mucho por mí.
En ese momento pensé: ¿Cómo un hombre santo me pide que rece por él?
A menudo reflexiono en ello: Rezar por los sacerdotes.
Comprendí que se parecen tanto a nosotros. Y a la vez, son tan diferentes. Tienen algo de sagrado, un Cristo metido en sus almas, que nos ve a través de ellos y nos bendice y nos perdona.
Pienso también en su gran lucha espiritual. Son los más atacados y golpeados. Por los que no les comprenden. Por los que hablan mal de ellos.
¿Te has dado cuenta? Cargan con sus problemas y con los nuestros. Es justo que también lleven, en sus almas, nuestras oraciones y nuestro afecto.
Siempre he tenido un cariño muy particular por los sacerdotes, sin importar su carácter, su raza o su idioma. Me han dado los mejores consejos. Han estado presentes en los momentos más importantes de mi vida. Y he tenido la gracia de conocer y cultivado la amistad de algunos.
Qué bueno saber que aún hay almas que se atreven a vivir el Evangelio, a escuchar el llamado de Jesús. Hay que ser valientes, decididos, y tener una confianza grande en la voluntad del Padre. Abandonarse en sus brazos.
Esto es un sacerdote: un Cristo en la tierra.
Pidamos por ellos, para que Dios, en su bondad infinita, les preserve de todo mal y los haga crecer en santidad.
¿Eres sacerdote? Gracias. Gracias, por tu entrega. Gracias por tu amor a Jesús Sacramentado. Por tu fidelidad. Por enseñarnos el camino. Dios te bendiga.
Claudio de Castro
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