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Monasterio de Alcobaça (Portugal)
La visita a los monasterios medievales reune distintos atractivos artísticos que saciará a los más exigentes amantes del arte


Por: José Luis Lago | Fuente: Viajar.com



A 12 km de Nazaré se levanta una de las joyas del patrimonio artístico portugués, el monasterio de Alcobaça, edificado a partir de 1178 con motivo de la conquista de Santorem a los moriscos. En el exterior puedes contemplar su imponente fachada con motivos góticos y torreones barrocos, cuya puerta principal da paso a la iglesia mayor de Portugal.

La visita al monasterio reune distintos atractivos artísticos que saciará a los más exigentes amantes del arte, como la sala de túmulos de reyes, capillas, tallas o claustros con arcos de estilos manuelinos. Un conjunto esculpido de bóvedas y patios de incalculable valor artístico, en el que su cocina del siglo XVIII tiene un tanque que recibe a un brazo del río Alcoa y, en cuya imponente chimenea, se dice que se asaban a la vez ¡ocho bueyes! La entrada a la iglesia es libre, pero en caso de que quieras adentrarte en el interior del monasterio, tendrás que pagar una entrada de 3 euros.


Monasterio en honor de una victoria

Después de la visita a Alcobaça te puedes dirigir en poco más de 15 kilómetros a otro monasterio considerado como Patrimonio de la Humanidad, el de Batalha, que fue construido por el rey Joao I. El motivo de su levantamiento fue por la promesa de este rey de dedicarle a la Virgen un monasterio en caso de la victoria sobre los castellanos en Aljubarrota, batalla ocurrida en agosto de 1385. Dicha ofensiva supuso la disgregación de Portugal del reino de Castilla y el comienzo de una nueva nación. Olvídate de rencores medievales y prepárate a ver uno de los templos más imponentes del patrimonio luso y una de las iglesias más bellas de Europa del final de la Edad Media. Sobre todo, destacan los arcos manuelinos de su Claustro Real, esculpidos con filigranas en el que la piedra parece tejerse entre sí de manera casi imposible. La minuciosidad de formas y lazos de los arcos del claustro, bien merece una parada atenta para deleitarse con este derroche de laboriosidad, observando estos motivos regios y florales.

Otra curiosidad del monasterio es la tumba del Soldado Desconocido. En una sala interior, contigua al Claustro real, se disponen dos jóvenes guardias que custodian en posición impertérrita la tumba que homenajea a los guerreros portugueses muertos en defensa de su país. Un acto noble y patriótico, pero que ha acabado siendo una curiosidad turística, ya que los pobres muchachos tienen que aguantar los continuos flash y fotografías de las docenas de visitantes que quieren llevarse esta estampa a sus álbumes fotográficos.

No te olvides de la visita a las Capillas Imperfectas, que se llaman así porque carecen de bóveda y su techo es el propio firmamento, ni la Capilla del Fundador, situada en la iglesia, donde podrás ver el artístico túmulo del rey Joao I y su esposa, así como de otros nobles descendientes. En el exterior, por la entrada principal de la fachada del monasterio, hay un bello pórtico con esculturas de los doce apóstoles, y setenta y dos esculturas de reyes y reinas bíblicas, profetas y ángeles, así como los cuatro evangelistas rodeando a Cristo. Todo un tesoro de la arquitectura que bien merece la atención con un pequeño prismático o teleobjetivo. Si paras de noche la iluminación exterior realza con colores la piedra, dándole otra perspectiva a este impresionante monumento arquitectónico. Del mismo modo que Alcobaça, la entrada al interior del monasterio tiene un coste de 3 euros, aunque el acceso a la iglesia es libre. Si quieres escaquearte de pagar en Batalha, puedes ir un domingo por la mañana cuyo acceso es gratis.

 

Imagen: Monasterio de Alcobaça







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