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¿Por qué pide dinero la Iglesia?

¿Por qué pide dinero la Iglesia?
De pagar diezmos y primicias a la Iglesia a ayudar a la Iglesia en sus necesidades...


Por: Máximo Álvarez Rodríguez | Fuente: Catholic.net



El viejo catecismo del Padre Astete dice que el quinto mandamiento de la Iglesia es "pagar diezmos y primicias a la Iglesia Dios". Una versión más moderna dice: "Ayudar a la Iglesia en sus necesidades".

Creemos que de la misma manera que ha cambiado la formulación de este precepto también han cambiado las circunstancias. No podemos negar que, aunque la Iglesia haya tenido épocas económicamente más esplendorosas, en la actualidad no se puede decir que la Iglesia sea rica en cuestión de dineros. Más bien todo lo contrario.

Cada vez que llega la época de presentar las Declaraciones de la Renta surge el tema de la financiación de la Iglesia. Naturalmente que el carácter espiritual de la religión no debe hacernos perder de vista que hay personas con dedicación exclusiva a la Iglesia que tienen que vivir y comer; y que hay edificios y medios materiales que adquirir o construir y conservar; que la Iglesia es una institución que se preocupa de atender materialmente a los más necesitados.
Es verdad que no resulta fácil quitar al clero la fama de estar siempre pidiendo. Aunque no pida para sí mismo y sea más el ruido que las nueces, lo cierto es que cada poco estamos pidiendo. Y no, esto no es ningún plato de gusto. Que si para las misiones o para la Iglesia Diocesana, que si para la Campaña de Navidad o para la lucha contra el hambre en el mundo, que si para el Seminario o para Cáritas, para la restauración de templos o para la Iglesia del pueblo...

El caso es que si sumamos lo obtenido en todas las colectas que se hacen a lo largo del año y lo dividimos por el número de fieles tampoco es como para asustarse. Supongamos, tirando de largo, que entre todas las colectas salieran 100 millones anuales. Dividido entre los 282.000 habitantes que tiene nuestra Diócesis daría una media 354 pts. por persona. No llega a una peseta diaria. (¿Nunca se les ha ocurrido pensar que si cada uno aportara diez pesetas al día saldrían más de mil millones anuales?)

Ahora imaginemos que hubiera que pedir para mantener al sacerdote y que desapareciera la ayuda estatal. Sería casi como para morirse de hambre. Por todo ello, siendo realistas, aunque lo ideal sería que la Iglesia se autofinanciase, hoy por hoy no queda otro remedio que aceptar la contribución de los fieles al sostenimiento de la Iglesia católica a través de sus impuestos (de los que también sale dinero para carreteras, educación, hospitales, seguridad...).

Sin duda que el hecho de poner como alternativa a la ayuda la Iglesia otros fines de interés social es algo impresentable, como si la Iglesia no fuera de interés social. Del mismo modo que lo es el considerar las casillas en blanco como si fuesen en contra de la Iglesia, en lugar de partir a medias entre las dos opciones. En todo caso, si con solo poner una X en un papel, sin que ello lleve consigo pagar más impuestos, se puede ayudar a la Iglesia, el hecho de que haya cristianos que no quieran o no se molesten en poner dicha cruz puede parecer un detalle insignificante. Pero creemos, sinceramente, que habría que decir que no son buenos cristianos. Los pecados de omisión también son importantes.

 

 

 

 



 

 







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