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Domingo Henares, Santo

Domingo Henares, Santo
Obispo y Mártir, 25 de junio


Por: . | Fuente: Dominicos.org



Obispo y Mártir

Martirologio Romano: En la ciudad de Nam Dinh, en Tonkín, hoy Vietnam, santos Domingo de Henares, obispo de la Orden de Predicadores, y Francisco Do Minh Chieu, mártires, el primero de los cuales propagó la fe cristiana durante cuarenta y nueve años, y el segundo cooperó con él como catequista. Ambos fueron decapitados por su fe en Cristo, en tiempo del emperador Minh Mang. ( 1838)

Fecha de canonización: 19 de junio de 1988, por S.S. Juan Pablo II
Nació el 19 de diciembre de 1766, en la ciudad de Baena (Córdoba). Fue bautizado en la parroquia de San Bartolomé el 21 de diciembre del mismo año.

Tomó el hábito de fraile dominico en el convento de Santa Cruz la Real de Granada el día 30 de Agosto de 1783 y profesó un año después.

Asignado a las misiones que la Provincia del Santo Rosario tiene en Extremo Oriente, parte de Cádiz en septiembre de 1785 rumbo a Puerto Rico, Cuba, México y Filipinas donde desembarca el 9 de Julio de 1786.

El 30 de este mismo mes y año se une a los cursos de la Universidad de Sto. Tomás de Manila, en la que concluirá sus estudios, al mismo tiempo que imparte clases de Humanidades.
A finales de 1789, se ordena de presbítero y es destinado a las Misiones de Tonkín (hoy al norte del Viet Nam) donde consigue llegar el 28 de octubre de 1790.

El 9 de enero de 1802, es consagrado obispo.

Es detenido y preso el 9 de junio de 1838. Después de varios interrogatorios fue sentenciado a muerte. El Rey aprobó la sentencia el 19 de junio y el 25 de ese mismo mes, a la una de la tarde, fue decapitado.

Es declarado Beato por León XIII, el 27 de mayo de 1900. Canonizado, por Juan Pablo II, el 19 de Junio de 1988.

Perfil Espiritual

Santo Domingo de Henares fue un testigo fiel de Jesús con su vida y su palabra. Vivió evangélicamente su consagración bautismal, religiosa, sacerdotal y episcopal, siendo el hombre de Dios y el amador de sus hermanos los hombres. De su intimidad con Dios, que apoyaba en una vida de oración intensa, brotaba, como de su fuente, su caridad, su bondad, su paciencia, su prudencia, su alegría, su identificación con los pobres.

Hizo de su vida un acto de servicio a sus semejantes cuidando de llevar el consuelo a sus almas y el alimento a sus cuerpos. Fue testigo ejemplar del amor a Dios y al prójimo.

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