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Orden de la Cartuja
Conservan la esencia de una vida entregada a la oración pura y continua.Con Dios ellos viven. En Él tienen ellos su morada


Por: Cristina Ferrer | Fuente: Orden de la Cartuja




Sin saber en qué terminaría aquella aventura, Bruno y sus seis compañeros se adentraron por los oscuros y húmedos bosques de la montañosa región de Chartreuse (cerca de Grenoble, sureste de Francia).

Buscaban la soledad que brindan las faldas de los Alpes para experimentar la vida de los ermitaños. ¡En pleno siglo 11, querían transitar por el camino del “conocimiento sabroso” de Dios! Dejaron todo: familia, comodidades, amigos. Y allí fundaron el primer monasterio de la Orden de la Cartuja.

Diez siglos después, este estilo de vida contemplativa sigue seduciendo a hombres y mujeres esparcidos en tres continentes.

Actualmente, 450 monjes y monjas cartujas siguen las reglas de vida que su padre fundador, San Bruno, estipuló en 1084.

Aunque los Estatutos de la Orden fueron renovados en 1987, éstos conservan la esencia de una vida entregada a la “oración pura y continua”.
Quienes viven en alguno de los 24 monasterios que tiene la Orden en Europa, Estados Unidos, Brasil y Argentina dedican hasta ¡10 horas al día a la oración personal y comunitaria! Los Oficios siguen el ritmo inmutable del Año Litúrgico y las estaciones. La rutina diaria relega a la mínima expresión el tiempo para la comida, el esparcimiento o descanso. Si no se está hablando con el Amado, se trabaja o estudia y así se aportan medios económicos para la manutención del monasterio.

No es fácil esta vida. De hecho, antes de hacer la Profesión solemne de votos como miembro de la Orden Cartuja, se prueba la vocación durante 8 años, aproximadamente. Un candidato ideal debe tener menos de 45 años, aconsejan los mismos monjes.

¿Por qué existen los monasterios de clausura cuándo hay tanto que hacer por los demás?, preguntan algunos. Y quienes siguen este camino afirman: “Ni el desprecio por el mundo ni la atracción por la naturaleza y lo rústico, ni la posibilidad de un trabajo intelectual intenso pueden explicar la sobre vivencia de una orden como ésta”. Agregan que no se trata de escaparse del mundo o de menospreciar todo lo que éste puede ofrecer al joven de hoy. Pues sólo Alguien que invita puede darle plenitud y sentido a esta búsqueda del desierto, de la soledad, de la austeridad, de la aridez... Sólo quien tiene sed encuentra un oasis de inagotable agua viva: Dios atrae, cautiva e induce al desierto. “Con Dios ellos viven. En Él tienen ellos su morada, ¿cómo hablar de esta vida con Aquél que es la Vida?”



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