Autor: | Editorial:
La madre primera y principal educadora - La evocadora del yo - La madre de Moisés, María la madre de Jesús - La educación del varón y de la niña
1. LA EVOCADORA DEL YO
1) Si la influencia de los mayores sobre el niño es formativa, la influencia de la madre es constitutiva. Una mujer escribió en su diario las impresiones de lactancia de su primer hijo: "Me mira con la boca hundida en mi pecho. Me mira sin ver, con sus grandes ojos claros. Fija su mirada en la mía como nadie antes la fijó, sin comprender, sin decir nada. ... Dentro de unos días ya no mirará así. Entonces querrá comprender, y mirará con curiosidad. Por ahora sus ojos no interrogan: viven. Y es la vida en su inconsciencia, la raíz, la primera esencia de la vida, de la vida en toda su pureza y universalidad. Ni los animales tienen esa mirada serena y sin personalidad. Las flores o el cielo límpido, o el agua de un estanque, solamente, contemplan así el mundo... "Parece imposible que un hombre sea algo tan nuevo, tan lleno de posibilidades cuando recién nace. Una página tan blanca, donde no hay nada, nada escrito. Tan libre, sin temores, sin conciencia... "¿Qué hombre, qué chico irá a ser esta criatura que aún no existe? Sin embargo, en esa mirada suya no hay vaguedad, hay una inteligencia que aún no tiene conciencia de sí misma"17 .
2) Es la experiencia de una madre que contempla la mirada vacía en la que todavía no hay un yo. Y es ella la que va a hacer que haya un Yo ahí, a fuerza de decirle Tú. Un yo que va surgiendo del encuentro de las miradas. Es la madre la que mirándolo como a un Tú y diciéndole Tú, junto con la leche materna le pone el Yo adentro. A fuerza de que te digan Tú, nace tu conciencia de ser Yo. Primero eres Tú para alguien que te amamanta, el Yo te viene después. Algo parecido sucedió con el primer hombre: lo primero en Adán fue ser Tú para Dios, después le vino el Yo. Le entró por las narices con el soplo de Dios.
2. LA MADRE DE MOISÉS, MARÍA LA MADRE DE JESÚS
3) Por eso somos en gran parte lo que nuestra madre puso en nosotros. En ese sentido me parece instructiva la historia de la infancia de Moisés. La mamá de Moisés sólo lo tuvo para amamantarlo durante el tiempo de lactancia, unos tres años, después se lo llevó la princesa hija del Faraón que lo había rescatado del Nilo y lo educó como egipcio en el palacio del Faraón. Sin embargo, a los cuarenta años - dice la Escritura - volvió Moisés a su pueblo consciente de ser judío. ¿De dónde le venía la conciencia de su identidad y de su pertenencia al pueblo de Dios? Su madre se las puso en el corazón junto con la leche. Esa era la conciencia de una mujer de la que sabemos que desafió al Faraón animándose a tener el hijo que el Faraón prohibía. De esa conciencia se abrevó, con la leche de su madre, Moisés el elegido para salvar al pueblo de Dios. Es el poder de las nodrizas.
4) Apliquemos esto a Jesús y a María. Para que el Hijo de Dios fuera un hombre especial que pudiera vivir sobre la tierra lo que Él vive en el cielo, tenía que haber una Madre muy especial que le enseñara, al modo humano, a ser quien Él era. Y por eso Dios prepara a María de antemano para ser madre de ese hijo único, especial
5) Para que haya un hombre como ninguno, tiene que haber antes una madre como ninguna. Es Ella la que le va a explicar a Jesús quién es Él y por eso María tiene que recibir primero el mensaje de un ángel. Un mensaje increíble, del que cualquier mujer hubiera podido preguntarse durante un mes: ¿Será verdad o yo lo soñé? Hasta que hubiera empezado a comprobar que se realizaba en ella el misterio que le había sido anunciado. María lo creyó desde el primer momento, cuando pronunció su hágase. Es la madre que enseñó a Jesús a vivir como hijo; desde el comienzo y acompañándolo mientras crecía en edad, sabiduría y gracia. Hay un misterio en el conocimiento de Jesús. Pero el Padre lo quiso verdadero hombre y por lo tanto: un verdadero hombre ¿de quién aprende quién es él?. Principalmente, de su madre. Por eso tenía que tener Ella misma la revelación a través de aquellas experiencias; para ir rumiando en su corazón mientras lo engendraba y para ir poniéndoselas a Jesús también en el corazón mientras lo amamantaba. Aún antes de que Jesús pudiera comprender, ya María, desde su meditación de Madre se la iba volcando y trasmitiéndosela ¡Qué misterio! ¿No?. ¡Qué maravilla! María no solamente guardaba estas cosas en su corazón, sino que con ellas se formaba el corazón de Jesús.
3. LA EDUCACIÓN DEL VARÓN Y DE LA NIÑA
EL ROL DE LA MADRE
6) Y ahora generalicemos y apliquemos estas enseñanzas a nuestro tema. La fe se comunica de persona a persona y de alguna manera es nuestra madre la que nos tiene que decir que somos hijos de Dios y la que nos tiene que comunicar esa conciencia también. Ella es la primera evangelizadora para que recibamos la gracia de la fe, de sabernos hijos y de vivir como hijos. La primera educadora de sus hijos es la mamá y lo primero que tiene que infundirles con la leche materna es su identidad de hijos de Dios, para lo cual debe estar ella misma impregnada de identidad filial ante el Padre. En esa conciencia filial se afirmará toda la educación posterior.
7) ¿Qué pasa cuando la madre natural no es capaz de cumplir esta misión? Se necesita una madre espiritual, una nodriza. Por eso se la llama Madre a la Iglesia. Porque ella es capaz de suscitar, por medio de cualquiera de sus miembros creyentes, la conciencia filial en el corazón de los hombres y suplir lo que no hayan podido recibir de sus madres por naturaleza. Pero lo ideal es que el ministro eclesial de la nueva generación en la fe, sea la misma madre que lo engendra y amamanta a la vez como hijo de Dios y suyo.
8) Entonces: ¿cómo formar desde niño a un varón capaz de dominar sus pasiones, de morir a sus pasiones por amor? ¿Cómo enseñarle primero a hacerlo por amor a sus padres, a sus hermanitos, a los demás, para que más tarde pueda también saber hacerlo por amor a su esposa? ¿Cómo empezar desde chiquito? Empieza la mamá viviendo como Hija de Dios, cultivando un corazón de Hija.
9) ¿Y cómo formar a la niña para que sea capaz de dominar y hasta sacrificar sus deseos, renunciar a sus caprichos, obedecer, doblegando su voluntad a la de los que la aman, primero sus padres y luego su esposo? Empieza la mamá viviendo como Hija de Dios, cultivando un corazón de Hija.
10) Al varón hay que inculcarle el gobierno de sus reacciones e impulsos instintivos, de la concupiscencia de la carne. En primer lugar, de la gula y en segundo lugar de la ira. Cuando come que lo haga en forma dominada y moderada. Que coma también lo que no le gusta. Evitar cebarlo con golosinas. Cuando se enoja, que se domine por amor a alguien. En primer lugar, por amor a Dios. "A tu Padre Celestial no le gusta el enojo, la ira" Por eso la religión es fundamental en la enseñanza porque el timón mejor para dirigir la vida es el amor de Dios, el amor del Padre. Si yo quiero ser hijo de Dios y quiero agradar a mi Padre Celestial
11) Hasta los 7 años la principal educadora es la mamá y en esa etapa corresponde inculcarle al niño, especialmente la obediencia, la sinceridad y el orden, A partir de los ocho la influencia del padre ha de ser creciente y hay que imprimir en el niño las virtudes de fortaleza, perseverancia, laboriosidad, paciencia, responsabilidad, justicia y generosidad18 .
12) A la niña hay que enseñarle el gobierno de sus afectos, de los deseos desordenados de su alma, de su afán posesivo de objetos y personas, de sus celos, de su sed de ser querida, mirada, vista y preferida, de su tendencia a la rivalidad, de su obstinación en sus caprichos. De esas raíces nace más tarde la impiedad femenina.
13) Medea, para seguir al hombre amado a pesar de la oposición de su padre no vacila en despedazar a su hermanito menor e ir arrojando los pedazos por el camino de su huida para que su padre se detenga a recogerlos y no pueda alcanzarlos. La tragedia griega expresa una verdad profunda del alma femenina. Sin llegar a esos extremos, es común que apenas se enamoran, las jovencitas se vuelvan incapaces de pensar en el bien de sus padres y de sus demás familiares y sólo piensen en seguir al hombre que aman.
4. FUNDAMENTAR RELIGIOSAMENTE LA VIDA DESDE NIÑOS
14) Lo que escribe una mamá acerca de su niñita, expresa bien cuál es la vehemencia de los deseos en el alma femenina ya desde pequeña: "a veces me veo obligada a reprender a esta pobre nena, que se irrita y llega a ponerse que da miedo. Cuando las cosas no salen a su gusto, se revuelca por el suelo como una desesperada, creyendo que todo está perdido. Hay momentos en que la contrariedad la vence, y entonces parece que va a ahogarse. Es una niña muy nerviosa. Si embargo es muy linda y muy inteligente. Se acuerda de todo". Esto escribía la mamá contando lo que le pasaba, de niña, a la que iba a ser más tarde Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz [Historia de un alma Cap. 1, f.8]
15) Lo que pudo transfigurar y sanar a esta niña se debió en parte a la educación en las virtudes teologales y de religión que recibió de sus padres y hermanas mayores. El cultivo del amor de Hijo a Dios Padre, infundido en el bautismo, es el mejor motivo para el autodominio. Por eso la educación religiosa del niño y de la niña es importantísima; él tiene que ver a Dios, dese chiquito, como al Padre que lo ama; y verse a sí mismo desde chiquito como un hijo de Dios cuya felicidad estará en complacer a su Padre. Es mejor que en vez de que la mamá le diga: "No hagas eso porque no me gusta". Le diga: "Eso no le gusta a tu Padre Celestial". Tampoco hay que moralizar demasiado ni amenazar con el Infierno.
16) Las confesiones de los niños empiezan desde el cuarto Mandamiento en adelante, es decir que parece que ni los catequistas ni los papás les están enseñando que lo primero es el amor a Dios. Y, en concreto, el amor de hijos al Padre celestial. Los niños de estas generaciones no le están dando importancia al amor a Dios porque sus educadores no lo están poniendo primero. ¡El amor, no la ley! No se les enseña que tienen un Papá en el Cielo y a decirle: ¡Upa, Papá!" Es un Papá que los ama pero que también se entristece si ellos son malos hijos. Y si no se portan como hijos, simplemente dejan de serlo y se pierden la dicha de vivir como hijos. Creo que ahí empieza la educación del niño, ése es el fundamento. Vamos a decir que es el gancho o el punto de apoyo de la palanca de la virtud de fortaleza, para vencer las propias pasiones y para sanar la herida del pecado original.
5. EL EJEMPLO PATERNO
17) Hay que empezar por el gobierno religioso de la ira, y también de la gula y de la tristeza. En esto, el ejemplo que da el papá es fundamental. El papá que refleja la paternidad de Dios Padre, contribuye poderosamente a la santidad de sus hijos. Si el padre da rienda suelta a su ira, grita, da un puñetazo en la mesa, sale golpeando la puerta. Si después de perder los estribos no da explicaciones y pide perdón, Si, peor aún, es capaz de golpear a la madre, o castiga con ira a sus hijos, los varones aprenderán modelos de conducta iracunda y su mujer y como ella sus hijas le perderán el respeto. Si el padre se excede en la comida y la bebida y todavía relata como hazañas gastronómicas estos excesos con sus amigos, sus hijos lo imitarán.
18) En cambio, si el padre de la tierra es dominado, si le desagradan la gula y la ira, como a su Padre celestial, las evitará el mismo y las corregirá en sus hijos desde pequeños, enseñándolos con el ejemplo y la palabra.
19) A su vez, para la formación de la niña en la obediencia, es capital el ejemplo de su mamá. Me decía un papá, hablando de estos temas: "lo que pasa es que a veces los niños aprenden a ser desobedientes de sus propias mamás, porque ven que sus mamás no le hacen caso ni le obedecen a su papá". Él no se refería en particular a las niñas, sino a los hijos en general, varones y niñas. Pero este ejemplo de la mamá obediente o desobediente es decisivo en la educación de las niñas, porque es de la mamá de donde podrán aprender o no a renunciar a su voluntad por seguir la de sus padres o la de su esposo.
20) Volviendo a hablar del varón, en la cultura católica tradicional, se le enseñaba al niño a dominar su llanto. Nosotros alcanzamos en este aspecto una enseñanza ya deteriorada, porque se le decía: "No llore" pero no se le explicaba por qué no. "Los varones no lloran". Pero, ¿por qué no? Eso ya se había olvidado en los medios católicos. No lloran porque el varón necesita gobernarse a sí mismo, porque si después un padre de familia se sienta a llorar en medio de la tragedia, se mueren todos. No llora por amor a los demás.
21) Aún hoy, en alguna ocasión en que he dicho estas cosas, alguna abuela me ha contradicho algo indignada, como si yo propusiera la crueldad con los niños como método de educación. Lo que ya proponían Platón y Aristóteles antes que yo, era que a los niños hay que enseñarles a dominarse, a gobernarse, a gobernar por lo tanto sus emociones y pasiones. Y las principales emociones son la ira y la tristeza. Y la pasión principal en el niño: la de comer.
22) El varón no puede darse el lujo de entregarse a los sentimientos porque él va a tener que ser el hombre sereno aún en el combate y en la guerra, porque hasta en esa situación el que se enoja y pierde la cabeza, muere. Pero sobre todo, si no se dominan las emociones y las pasiones no se llega a la santidad, a la excelencia en el amor a Dios.
6. LA OBLATIVIDAD Y LA SANTIDAD DEL VARÓN
23) El varón está pensado para dar la vida por amor, para morir por amor. Tendrá que ser el tenga que morir por los demás. Por eso nuestro Señor Jesucristo tenía que ser varón, y por eso el sacerdote también tiene que ser varón, porque tiene que ser otro Cristo, tiene que ser capaz de morir por amor, por amor a la Iglesia, por amor a los fieles, tiene que ser capaz de dar su vida. Y por eso el caballero andante salía a hacer justicia y a arriesgar su vida por los débiles e inocentes, contra los violentos e inicuos.
24) Y el esposo dentro del matrimonio también tiene que ser capaz de dar su vida por su esposa, de morir, en primer lugar a su pasión, a su lujuria. Y debe ser dueño de su pasión sexual mediante el autodominio que da la virtud de la castidad. Algunos varones piensan: "Bueno, ahora cuando me case no voy a tener más problema con la lujuria". Imaginan el matrimonio como una especie de pase libre de sexo con la esposa. "¡No! Estás muy equivocado. Vas a tener que practicar el dominio de la lujuria que es la castidad también dentro del matrimonio, porque si no, no vas a hacer feliz a tu esposa".
7. EL AUTODOMINIO EN LA COMIDA
25) Yo sé que estas cosas suenan como un estampido en esta cultura porque la cultura toda grita otra cosa. Por eso quedé tan contento de poder decir estas cosas que nadie dice, por los micrófonos de Radio Familia y Radio María, y de predicarlas en otras ocasiones, a un mundo que lo que oye es todo lo contrario. ¡Es así! Entonces la mamá, ¿qué tiene que hacer? "No comas así, comé dominadamente. No engullas." ¿Ustedes vieron que en la propaganda de galletitas o de golosinas para niños, los muestran engulléndolas? Hay mamás que lo festejan y lo encuentran gracioso. Eso es terrible, eso es fomentar en el niño la glotonería sin control. La mamá inteligente debe vigilar para que su niño no coma sólo lo que le gusta o sólo porque le gusta. Las fiestecitas infantiles y de cumpleaños pueden ser una escuela de la gula, que luego se sigue alimentando en los kioscos de golosinas.
Y se prolongan, cuando llegan a adultos, en asados y beberajes de jauja con los amigos´.
26) La educación en el comer y la educación en el apetito de la comida es muy importante. Como la comida es el primer instinto y el más fuerte, si uno domina ese instinto, ese dominio se transfiere a los demás ámbitos de las pasiones. Y por eso es tan importante también el ayuno, y el ayuno religioso en Cuaresma y en los días penitenciales. Ayunar, pero ayunar por amor a Dios. Y si tú lo haces en homenaje a tu Padre Celestial y para que tu Padre Celestial te enseñe en lo secreto el dominio de tus pasiones y para que te dé la libertad de hijo, verás qué maravilla es el ayuno y cómo ese dominio de tu gula después se transfiere a las otras pasiones y te libera para pensar, te espiritualiza
27) Pero la motivación debe ser siempre la del amor filial. Por lo tanto: "Debes ser un hijo de Dios. A tu Padre Celestial no le gusta que sus hijos engullan así. Si tú quieres ser un hijo de Dios, complace a tu Padre y domínate en la comida. Y vas a ser un hijo de Dios. ¡Es hermoso ser un hijo de Dios!" Pero para eso necesitamos madres que tengan el corazón de hija, que engendren con corazón de hija, que amamanten, motiven y corrijan, eduquen, con corazón de hija. Ya lo hemos dicho: ¿Quién le enseñó a Moisés que él era judío? Su mamá en el poquito tiempo que lo amamantó. Yo creo que eso es definitivo. Si tú amamantas a tu hijo como hijo de Dios, ese niño ya tiene la formación principal, lo que no puede darle la sola información catequística. Ya está nutrido con su identidad.
8. EDUCAR EN LA GENEROSIDAD
28) Pero, la educación del niño no sólo tiene estos aspectos negativos. El autodominio va dirigido a algo positivo. A realizar el bien. Y la mamá puede mucho para inspirar en su niño los gestos generosos con los más débiles, niños, ancianos, lisiados, personas con malformaciones físicas. Ella puede mucho cuando alaba en su niño los gestos generosos, religiosamente motivados. Ceder un asiento, privarse de algo para darlo, tomarse una molestia por los demás. Ceder ante un hermanito o una hermanita menor, tener atenciones con los ancianos, ser servicial. El niño es muy sensible a la alabanza y a la reprobación de su madre. Si la madre planta las virtudes sugiriéndolas y las riega aprobándolas, las verá florecer.
29) Son a menudo las mamás las que tienen horror a que su niño se sacrifique por algo, o a que pueda sufrir alguna privación. Por eso son enemigas del sacrificio de sus niños, a veces hasta por una causa noble. El varón es capaz de concebir el valor y la hermosura del sacrificio más que la mujer. No es que ella no sepa sacrificarse por amor. Pero le cuesta más ver el sacrificio de los que ella ama. Ella defiende a toda costa la vida y el bienestar de ellos. Por eso, la madre debe abrirse a la generosidad de que su hijo se sacrifique por causas nobles y debe tener la generosidad de alabarlo cuando se sacrifica. Ese es el modo de educar a un hombre generoso y no a un gran egoísta. Por eso la mamá debe ponerse en guardia contra su afán de proteger excesivamente al hijo. Puede terminar protegiéndolo´ contra la grandeza y hacer de él un pusilánime y un egoísta. Es la mamá la que debe iniciarlo en la virtud de la caballerosidad. La Escritura ofrece el ejemplo de la mamá de los siete niños Macabeos. Y el de María a los pies de la Cruz de Jesús.
30) Pero, para eso, ellas primero tienen que vivir como hijas de Dios. Tienen que cultivar un corazón como el de María. Tienen que cultivar el ser filial, ¡Ya son hijas por el bautismo! Pero tienen que cultivar la dicha de serlo, lo cual es imposible sin cumplir con las renuncias bautismales.. Es tan bonito: ¡Vivir de cara al Padre! Y enseñarle a su niño a vivir de cara al Padre y a dominar sus pasiones de cara al Padre. Hacer del propio hijo un hijo del Padre. Es el mejor regalo que puede hacerle una hija de Dios a su Padre celestial. ¡Un hijo! ¡Un adorador como Jesús!
31) Después también ese hijo va a mirar a su esposa de otra manera. Ese es un varón que está formado para mirar las personas, para considerar las personas, no para despersonalizar a la mujer y convertirla en "pata de pollo", lo cual es un drama para el alma femenina. Conozco muchas jóvenes que precisamente sufren porque dicen: "¡No encuentro ninguno! No me gusta cómo me miran. Y yo no me voy a casar con un hombre que me mira así." Yo creo que esta generación de mujeres paga los errores de otra generación de mujeres. Y esa generación de varones paga los errores de otra generación de varones y mujeres. Este camino se inicia desde la familia y la mujer tiene que ser pilar. Ella es la más temprana y principal formadora. ¿Por qué no hay varones que valgan la pena? Porque las mamás primero y los papás después, no los saben formar con su palabra pero principalmente con su ejemplo de santidad.
32)Éstos males no se generaron de golpe sino que vienen arrastrándose y creciendo a través de siglos. La cultura cristiana, y en gran medida la tan calumniada Edad Media, no originó el machismo del varón ni la dominación de la mujer. Formó a través de siglos al caballero y a la dama. Caballeros: varones capaces de ir a pelear y morir por una causa justa y en muchos casos su causa era su dama. Es decir su esposa, su familia y sus hijos. Por eso venían y ofrecían sus hazañas a la dama. Esos caballeros eran los que siempre dejaban pasar a la dama primero. Hasta en el lecho también, primero ella. Ése era el hombre que formó el cristianismo: un hombre capaz de morir, el hombre casto. Y a la mujer la hizo una dama, digna de dar la vida y de morir por ella.
33) La Dulcinea del Quijote refleja, aunque humorísticamente, una realidad: cuánto le importa al varón la opinión de la mujer que él ama y admira, y cuánto está dispuesto a hacer sacrificarse por hacerse acreedor de su admiración y su respeto. Cuenta San Ignacio de Loyola en su autobiografía, que en el aburrimiento de su larga convalecencia, se paraba a pensar tres y cuatro horas sin darse cuenta, imaginando lo que había de hacer en servicio de una dama, "los medios que tomaría para poder ir a la tierra donde ella estaba, las palabras que le diría, los hechos de armas que haría en su servicio" [Autobiografía 6].
34) En la mujer digna hay una capacidad de inspirar en el varón el deseo de hacer grandes cosas por ella, por merecerla, por demostrar que la merece. Ella es capaz de elevar al hombre a las esferas del espíritu o de sumergirlo en la instintividad descontrolada y deshumanizadora. Puede hacer del hombre un caballero o un cerdo. Y también la mamá, puede desde pequeñito cultivar en su hijo las capacidades espirituales fomentando en él con el elogio de lo bueno la inclinación al sacrificio por los gestos y los ideales nobles. O puede cultivar en él la satisfacción de los apetitos de la gula, del egoísmo, la comodonería y la violencia. También de su varoncito puede sacar un caballero o un lechón, un hombre o un mono. Suele haber una cierta simetría en lo que una mujer sabe hacer de su novio y de su marido y lo que hace, después, de sus hijos.
35) Volvemos a encontrarnos aquí con el designio de Dios al crear a la mujer: poner ante Adán "una ayuda semejante a él", sin la cual habría quedado solitario habitante de un planeta de animales. Por ella, con ella y ayudado por ella, el varón podría ser estimulado y levantado a la vida del espíritu, a la amistad matrimonial. Pero por efecto del pecado original, es justamente ella la que lo induce a la regresión a lo instintivo. Todo depende de que la mujer asuma de nuevo, por gracia, el rol que Dios le asignó por creación: que dignifique al esposo y que lo haga hacerse digno de ser admirado por ella.
36) Una civilización es lo que son sus mujeres, porque ellas son las que forman a sus miembros. Esta civilización desactiva en los varones la capacidad heroica y de protagonismo espiritual. Lo hace sumiéndolos en la instintividad, por la gula, la ira, la violencia y la lujuria. Y a eso lo induce principalmente un tipo de mujer que en lugar de suscitar en el varón la excelencia del espíritu, lo desactiva por la intemperancia. Ese tipo de mujer lo hace así con su novio, su esposo y sus hijos. Y no necesariamente con el deseo perverso o envidioso de destruir. Sino con la falsa ciencia del bien y del mal, administrada con la certeza inconmovible de que las cosas, y entre ellas el varón ha de ser como ella las piensa. Y de que su bien consiste precisamente en lo que a ellas les da el dominio y la administración de sus almas por la manipulación de sus debilidades y sus pasiones. Lo cual de paso, conjura el peligro de un tipo de varón al que hubiera que obedecer, no por una sumisión servil, sino por un auténtico reconocimiento de su valía espiritual.
37) Así, esta civilización de la acedia, conjura la posibilidad misma de un tipo de varón capaz de sufrir por la realización del bien. Abundan en esta cultura la raza de varones que ella quiere y se encarga de criar, la raza de funcionarios del stablishment que no tienen la fortaleza para cuestionarlo y combatir sus males. ¿No es eso una consecuencia de la educación que han recibido, que no les ha preparado para oponerse al mal aún a costa de sí mismos?
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PARA COMENTAR
1) ¿Qué posibilidades tiene la madre en la formación de sus hijos y qué errores puede cometer?
2) ¿Cuáles son las principales virtudes que hay que inculcar en el varón y en la niña respectivamente?
3) ¿Basta una fundamentación puramente natural de virtudes y valores? ¿Qué diferencia hay entre una fundamentación puramente natural de educación en los valores y las virtudes humanas, con una educación en las virtudes teologales, fe, esperanza y caridad? 4) ¿Cree Usted que la mejor manera de educar santos es ser santo uno mismo?
1) Si la influencia de los mayores sobre el niño es formativa, la influencia de la madre es constitutiva. Una mujer escribió en su diario las impresiones de lactancia de su primer hijo: "Me mira con la boca hundida en mi pecho. Me mira sin ver, con sus grandes ojos claros. Fija su mirada en la mía como nadie antes la fijó, sin comprender, sin decir nada. ... Dentro de unos días ya no mirará así. Entonces querrá comprender, y mirará con curiosidad. Por ahora sus ojos no interrogan: viven. Y es la vida en su inconsciencia, la raíz, la primera esencia de la vida, de la vida en toda su pureza y universalidad. Ni los animales tienen esa mirada serena y sin personalidad. Las flores o el cielo límpido, o el agua de un estanque, solamente, contemplan así el mundo... "Parece imposible que un hombre sea algo tan nuevo, tan lleno de posibilidades cuando recién nace. Una página tan blanca, donde no hay nada, nada escrito. Tan libre, sin temores, sin conciencia... "¿Qué hombre, qué chico irá a ser esta criatura que aún no existe? Sin embargo, en esa mirada suya no hay vaguedad, hay una inteligencia que aún no tiene conciencia de sí misma"17 .
2) Es la experiencia de una madre que contempla la mirada vacía en la que todavía no hay un yo. Y es ella la que va a hacer que haya un Yo ahí, a fuerza de decirle Tú. Un yo que va surgiendo del encuentro de las miradas. Es la madre la que mirándolo como a un Tú y diciéndole Tú, junto con la leche materna le pone el Yo adentro. A fuerza de que te digan Tú, nace tu conciencia de ser Yo. Primero eres Tú para alguien que te amamanta, el Yo te viene después. Algo parecido sucedió con el primer hombre: lo primero en Adán fue ser Tú para Dios, después le vino el Yo. Le entró por las narices con el soplo de Dios.
2. LA MADRE DE MOISÉS, MARÍA LA MADRE DE JESÚS
3) Por eso somos en gran parte lo que nuestra madre puso en nosotros. En ese sentido me parece instructiva la historia de la infancia de Moisés. La mamá de Moisés sólo lo tuvo para amamantarlo durante el tiempo de lactancia, unos tres años, después se lo llevó la princesa hija del Faraón que lo había rescatado del Nilo y lo educó como egipcio en el palacio del Faraón. Sin embargo, a los cuarenta años - dice la Escritura - volvió Moisés a su pueblo consciente de ser judío. ¿De dónde le venía la conciencia de su identidad y de su pertenencia al pueblo de Dios? Su madre se las puso en el corazón junto con la leche. Esa era la conciencia de una mujer de la que sabemos que desafió al Faraón animándose a tener el hijo que el Faraón prohibía. De esa conciencia se abrevó, con la leche de su madre, Moisés el elegido para salvar al pueblo de Dios. Es el poder de las nodrizas.
4) Apliquemos esto a Jesús y a María. Para que el Hijo de Dios fuera un hombre especial que pudiera vivir sobre la tierra lo que Él vive en el cielo, tenía que haber una Madre muy especial que le enseñara, al modo humano, a ser quien Él era. Y por eso Dios prepara a María de antemano para ser madre de ese hijo único, especial
5) Para que haya un hombre como ninguno, tiene que haber antes una madre como ninguna. Es Ella la que le va a explicar a Jesús quién es Él y por eso María tiene que recibir primero el mensaje de un ángel. Un mensaje increíble, del que cualquier mujer hubiera podido preguntarse durante un mes: ¿Será verdad o yo lo soñé? Hasta que hubiera empezado a comprobar que se realizaba en ella el misterio que le había sido anunciado. María lo creyó desde el primer momento, cuando pronunció su hágase. Es la madre que enseñó a Jesús a vivir como hijo; desde el comienzo y acompañándolo mientras crecía en edad, sabiduría y gracia. Hay un misterio en el conocimiento de Jesús. Pero el Padre lo quiso verdadero hombre y por lo tanto: un verdadero hombre ¿de quién aprende quién es él?. Principalmente, de su madre. Por eso tenía que tener Ella misma la revelación a través de aquellas experiencias; para ir rumiando en su corazón mientras lo engendraba y para ir poniéndoselas a Jesús también en el corazón mientras lo amamantaba. Aún antes de que Jesús pudiera comprender, ya María, desde su meditación de Madre se la iba volcando y trasmitiéndosela ¡Qué misterio! ¿No?. ¡Qué maravilla! María no solamente guardaba estas cosas en su corazón, sino que con ellas se formaba el corazón de Jesús.
3. LA EDUCACIÓN DEL VARÓN Y DE LA NIÑA
EL ROL DE LA MADRE
6) Y ahora generalicemos y apliquemos estas enseñanzas a nuestro tema. La fe se comunica de persona a persona y de alguna manera es nuestra madre la que nos tiene que decir que somos hijos de Dios y la que nos tiene que comunicar esa conciencia también. Ella es la primera evangelizadora para que recibamos la gracia de la fe, de sabernos hijos y de vivir como hijos. La primera educadora de sus hijos es la mamá y lo primero que tiene que infundirles con la leche materna es su identidad de hijos de Dios, para lo cual debe estar ella misma impregnada de identidad filial ante el Padre. En esa conciencia filial se afirmará toda la educación posterior.
7) ¿Qué pasa cuando la madre natural no es capaz de cumplir esta misión? Se necesita una madre espiritual, una nodriza. Por eso se la llama Madre a la Iglesia. Porque ella es capaz de suscitar, por medio de cualquiera de sus miembros creyentes, la conciencia filial en el corazón de los hombres y suplir lo que no hayan podido recibir de sus madres por naturaleza. Pero lo ideal es que el ministro eclesial de la nueva generación en la fe, sea la misma madre que lo engendra y amamanta a la vez como hijo de Dios y suyo.
8) Entonces: ¿cómo formar desde niño a un varón capaz de dominar sus pasiones, de morir a sus pasiones por amor? ¿Cómo enseñarle primero a hacerlo por amor a sus padres, a sus hermanitos, a los demás, para que más tarde pueda también saber hacerlo por amor a su esposa? ¿Cómo empezar desde chiquito? Empieza la mamá viviendo como Hija de Dios, cultivando un corazón de Hija.
9) ¿Y cómo formar a la niña para que sea capaz de dominar y hasta sacrificar sus deseos, renunciar a sus caprichos, obedecer, doblegando su voluntad a la de los que la aman, primero sus padres y luego su esposo? Empieza la mamá viviendo como Hija de Dios, cultivando un corazón de Hija.
10) Al varón hay que inculcarle el gobierno de sus reacciones e impulsos instintivos, de la concupiscencia de la carne. En primer lugar, de la gula y en segundo lugar de la ira. Cuando come que lo haga en forma dominada y moderada. Que coma también lo que no le gusta. Evitar cebarlo con golosinas. Cuando se enoja, que se domine por amor a alguien. En primer lugar, por amor a Dios. "A tu Padre Celestial no le gusta el enojo, la ira" Por eso la religión es fundamental en la enseñanza porque el timón mejor para dirigir la vida es el amor de Dios, el amor del Padre. Si yo quiero ser hijo de Dios y quiero agradar a mi Padre Celestial
11) Hasta los 7 años la principal educadora es la mamá y en esa etapa corresponde inculcarle al niño, especialmente la obediencia, la sinceridad y el orden, A partir de los ocho la influencia del padre ha de ser creciente y hay que imprimir en el niño las virtudes de fortaleza, perseverancia, laboriosidad, paciencia, responsabilidad, justicia y generosidad18 .
12) A la niña hay que enseñarle el gobierno de sus afectos, de los deseos desordenados de su alma, de su afán posesivo de objetos y personas, de sus celos, de su sed de ser querida, mirada, vista y preferida, de su tendencia a la rivalidad, de su obstinación en sus caprichos. De esas raíces nace más tarde la impiedad femenina.
13) Medea, para seguir al hombre amado a pesar de la oposición de su padre no vacila en despedazar a su hermanito menor e ir arrojando los pedazos por el camino de su huida para que su padre se detenga a recogerlos y no pueda alcanzarlos. La tragedia griega expresa una verdad profunda del alma femenina. Sin llegar a esos extremos, es común que apenas se enamoran, las jovencitas se vuelvan incapaces de pensar en el bien de sus padres y de sus demás familiares y sólo piensen en seguir al hombre que aman.
4. FUNDAMENTAR RELIGIOSAMENTE LA VIDA DESDE NIÑOS
14) Lo que escribe una mamá acerca de su niñita, expresa bien cuál es la vehemencia de los deseos en el alma femenina ya desde pequeña: "a veces me veo obligada a reprender a esta pobre nena, que se irrita y llega a ponerse que da miedo. Cuando las cosas no salen a su gusto, se revuelca por el suelo como una desesperada, creyendo que todo está perdido. Hay momentos en que la contrariedad la vence, y entonces parece que va a ahogarse. Es una niña muy nerviosa. Si embargo es muy linda y muy inteligente. Se acuerda de todo". Esto escribía la mamá contando lo que le pasaba, de niña, a la que iba a ser más tarde Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz [Historia de un alma Cap. 1, f.8]
15) Lo que pudo transfigurar y sanar a esta niña se debió en parte a la educación en las virtudes teologales y de religión que recibió de sus padres y hermanas mayores. El cultivo del amor de Hijo a Dios Padre, infundido en el bautismo, es el mejor motivo para el autodominio. Por eso la educación religiosa del niño y de la niña es importantísima; él tiene que ver a Dios, dese chiquito, como al Padre que lo ama; y verse a sí mismo desde chiquito como un hijo de Dios cuya felicidad estará en complacer a su Padre. Es mejor que en vez de que la mamá le diga: "No hagas eso porque no me gusta". Le diga: "Eso no le gusta a tu Padre Celestial". Tampoco hay que moralizar demasiado ni amenazar con el Infierno.
16) Las confesiones de los niños empiezan desde el cuarto Mandamiento en adelante, es decir que parece que ni los catequistas ni los papás les están enseñando que lo primero es el amor a Dios. Y, en concreto, el amor de hijos al Padre celestial. Los niños de estas generaciones no le están dando importancia al amor a Dios porque sus educadores no lo están poniendo primero. ¡El amor, no la ley! No se les enseña que tienen un Papá en el Cielo y a decirle: ¡Upa, Papá!" Es un Papá que los ama pero que también se entristece si ellos son malos hijos. Y si no se portan como hijos, simplemente dejan de serlo y se pierden la dicha de vivir como hijos. Creo que ahí empieza la educación del niño, ése es el fundamento. Vamos a decir que es el gancho o el punto de apoyo de la palanca de la virtud de fortaleza, para vencer las propias pasiones y para sanar la herida del pecado original.
5. EL EJEMPLO PATERNO
17) Hay que empezar por el gobierno religioso de la ira, y también de la gula y de la tristeza. En esto, el ejemplo que da el papá es fundamental. El papá que refleja la paternidad de Dios Padre, contribuye poderosamente a la santidad de sus hijos. Si el padre da rienda suelta a su ira, grita, da un puñetazo en la mesa, sale golpeando la puerta. Si después de perder los estribos no da explicaciones y pide perdón, Si, peor aún, es capaz de golpear a la madre, o castiga con ira a sus hijos, los varones aprenderán modelos de conducta iracunda y su mujer y como ella sus hijas le perderán el respeto. Si el padre se excede en la comida y la bebida y todavía relata como hazañas gastronómicas estos excesos con sus amigos, sus hijos lo imitarán.
18) En cambio, si el padre de la tierra es dominado, si le desagradan la gula y la ira, como a su Padre celestial, las evitará el mismo y las corregirá en sus hijos desde pequeños, enseñándolos con el ejemplo y la palabra.
19) A su vez, para la formación de la niña en la obediencia, es capital el ejemplo de su mamá. Me decía un papá, hablando de estos temas: "lo que pasa es que a veces los niños aprenden a ser desobedientes de sus propias mamás, porque ven que sus mamás no le hacen caso ni le obedecen a su papá". Él no se refería en particular a las niñas, sino a los hijos en general, varones y niñas. Pero este ejemplo de la mamá obediente o desobediente es decisivo en la educación de las niñas, porque es de la mamá de donde podrán aprender o no a renunciar a su voluntad por seguir la de sus padres o la de su esposo.
20) Volviendo a hablar del varón, en la cultura católica tradicional, se le enseñaba al niño a dominar su llanto. Nosotros alcanzamos en este aspecto una enseñanza ya deteriorada, porque se le decía: "No llore" pero no se le explicaba por qué no. "Los varones no lloran". Pero, ¿por qué no? Eso ya se había olvidado en los medios católicos. No lloran porque el varón necesita gobernarse a sí mismo, porque si después un padre de familia se sienta a llorar en medio de la tragedia, se mueren todos. No llora por amor a los demás.
21) Aún hoy, en alguna ocasión en que he dicho estas cosas, alguna abuela me ha contradicho algo indignada, como si yo propusiera la crueldad con los niños como método de educación. Lo que ya proponían Platón y Aristóteles antes que yo, era que a los niños hay que enseñarles a dominarse, a gobernarse, a gobernar por lo tanto sus emociones y pasiones. Y las principales emociones son la ira y la tristeza. Y la pasión principal en el niño: la de comer.
22) El varón no puede darse el lujo de entregarse a los sentimientos porque él va a tener que ser el hombre sereno aún en el combate y en la guerra, porque hasta en esa situación el que se enoja y pierde la cabeza, muere. Pero sobre todo, si no se dominan las emociones y las pasiones no se llega a la santidad, a la excelencia en el amor a Dios.
6. LA OBLATIVIDAD Y LA SANTIDAD DEL VARÓN
23) El varón está pensado para dar la vida por amor, para morir por amor. Tendrá que ser el tenga que morir por los demás. Por eso nuestro Señor Jesucristo tenía que ser varón, y por eso el sacerdote también tiene que ser varón, porque tiene que ser otro Cristo, tiene que ser capaz de morir por amor, por amor a la Iglesia, por amor a los fieles, tiene que ser capaz de dar su vida. Y por eso el caballero andante salía a hacer justicia y a arriesgar su vida por los débiles e inocentes, contra los violentos e inicuos.
24) Y el esposo dentro del matrimonio también tiene que ser capaz de dar su vida por su esposa, de morir, en primer lugar a su pasión, a su lujuria. Y debe ser dueño de su pasión sexual mediante el autodominio que da la virtud de la castidad. Algunos varones piensan: "Bueno, ahora cuando me case no voy a tener más problema con la lujuria". Imaginan el matrimonio como una especie de pase libre de sexo con la esposa. "¡No! Estás muy equivocado. Vas a tener que practicar el dominio de la lujuria que es la castidad también dentro del matrimonio, porque si no, no vas a hacer feliz a tu esposa".
7. EL AUTODOMINIO EN LA COMIDA
25) Yo sé que estas cosas suenan como un estampido en esta cultura porque la cultura toda grita otra cosa. Por eso quedé tan contento de poder decir estas cosas que nadie dice, por los micrófonos de Radio Familia y Radio María, y de predicarlas en otras ocasiones, a un mundo que lo que oye es todo lo contrario. ¡Es así! Entonces la mamá, ¿qué tiene que hacer? "No comas así, comé dominadamente. No engullas." ¿Ustedes vieron que en la propaganda de galletitas o de golosinas para niños, los muestran engulléndolas? Hay mamás que lo festejan y lo encuentran gracioso. Eso es terrible, eso es fomentar en el niño la glotonería sin control. La mamá inteligente debe vigilar para que su niño no coma sólo lo que le gusta o sólo porque le gusta. Las fiestecitas infantiles y de cumpleaños pueden ser una escuela de la gula, que luego se sigue alimentando en los kioscos de golosinas.
Y se prolongan, cuando llegan a adultos, en asados y beberajes de jauja con los amigos´.
26) La educación en el comer y la educación en el apetito de la comida es muy importante. Como la comida es el primer instinto y el más fuerte, si uno domina ese instinto, ese dominio se transfiere a los demás ámbitos de las pasiones. Y por eso es tan importante también el ayuno, y el ayuno religioso en Cuaresma y en los días penitenciales. Ayunar, pero ayunar por amor a Dios. Y si tú lo haces en homenaje a tu Padre Celestial y para que tu Padre Celestial te enseñe en lo secreto el dominio de tus pasiones y para que te dé la libertad de hijo, verás qué maravilla es el ayuno y cómo ese dominio de tu gula después se transfiere a las otras pasiones y te libera para pensar, te espiritualiza
27) Pero la motivación debe ser siempre la del amor filial. Por lo tanto: "Debes ser un hijo de Dios. A tu Padre Celestial no le gusta que sus hijos engullan así. Si tú quieres ser un hijo de Dios, complace a tu Padre y domínate en la comida. Y vas a ser un hijo de Dios. ¡Es hermoso ser un hijo de Dios!" Pero para eso necesitamos madres que tengan el corazón de hija, que engendren con corazón de hija, que amamanten, motiven y corrijan, eduquen, con corazón de hija. Ya lo hemos dicho: ¿Quién le enseñó a Moisés que él era judío? Su mamá en el poquito tiempo que lo amamantó. Yo creo que eso es definitivo. Si tú amamantas a tu hijo como hijo de Dios, ese niño ya tiene la formación principal, lo que no puede darle la sola información catequística. Ya está nutrido con su identidad.
8. EDUCAR EN LA GENEROSIDAD
28) Pero, la educación del niño no sólo tiene estos aspectos negativos. El autodominio va dirigido a algo positivo. A realizar el bien. Y la mamá puede mucho para inspirar en su niño los gestos generosos con los más débiles, niños, ancianos, lisiados, personas con malformaciones físicas. Ella puede mucho cuando alaba en su niño los gestos generosos, religiosamente motivados. Ceder un asiento, privarse de algo para darlo, tomarse una molestia por los demás. Ceder ante un hermanito o una hermanita menor, tener atenciones con los ancianos, ser servicial. El niño es muy sensible a la alabanza y a la reprobación de su madre. Si la madre planta las virtudes sugiriéndolas y las riega aprobándolas, las verá florecer.
29) Son a menudo las mamás las que tienen horror a que su niño se sacrifique por algo, o a que pueda sufrir alguna privación. Por eso son enemigas del sacrificio de sus niños, a veces hasta por una causa noble. El varón es capaz de concebir el valor y la hermosura del sacrificio más que la mujer. No es que ella no sepa sacrificarse por amor. Pero le cuesta más ver el sacrificio de los que ella ama. Ella defiende a toda costa la vida y el bienestar de ellos. Por eso, la madre debe abrirse a la generosidad de que su hijo se sacrifique por causas nobles y debe tener la generosidad de alabarlo cuando se sacrifica. Ese es el modo de educar a un hombre generoso y no a un gran egoísta. Por eso la mamá debe ponerse en guardia contra su afán de proteger excesivamente al hijo. Puede terminar protegiéndolo´ contra la grandeza y hacer de él un pusilánime y un egoísta. Es la mamá la que debe iniciarlo en la virtud de la caballerosidad. La Escritura ofrece el ejemplo de la mamá de los siete niños Macabeos. Y el de María a los pies de la Cruz de Jesús.
30) Pero, para eso, ellas primero tienen que vivir como hijas de Dios. Tienen que cultivar un corazón como el de María. Tienen que cultivar el ser filial, ¡Ya son hijas por el bautismo! Pero tienen que cultivar la dicha de serlo, lo cual es imposible sin cumplir con las renuncias bautismales.. Es tan bonito: ¡Vivir de cara al Padre! Y enseñarle a su niño a vivir de cara al Padre y a dominar sus pasiones de cara al Padre. Hacer del propio hijo un hijo del Padre. Es el mejor regalo que puede hacerle una hija de Dios a su Padre celestial. ¡Un hijo! ¡Un adorador como Jesús!
31) Después también ese hijo va a mirar a su esposa de otra manera. Ese es un varón que está formado para mirar las personas, para considerar las personas, no para despersonalizar a la mujer y convertirla en "pata de pollo", lo cual es un drama para el alma femenina. Conozco muchas jóvenes que precisamente sufren porque dicen: "¡No encuentro ninguno! No me gusta cómo me miran. Y yo no me voy a casar con un hombre que me mira así." Yo creo que esta generación de mujeres paga los errores de otra generación de mujeres. Y esa generación de varones paga los errores de otra generación de varones y mujeres. Este camino se inicia desde la familia y la mujer tiene que ser pilar. Ella es la más temprana y principal formadora. ¿Por qué no hay varones que valgan la pena? Porque las mamás primero y los papás después, no los saben formar con su palabra pero principalmente con su ejemplo de santidad.
32)Éstos males no se generaron de golpe sino que vienen arrastrándose y creciendo a través de siglos. La cultura cristiana, y en gran medida la tan calumniada Edad Media, no originó el machismo del varón ni la dominación de la mujer. Formó a través de siglos al caballero y a la dama. Caballeros: varones capaces de ir a pelear y morir por una causa justa y en muchos casos su causa era su dama. Es decir su esposa, su familia y sus hijos. Por eso venían y ofrecían sus hazañas a la dama. Esos caballeros eran los que siempre dejaban pasar a la dama primero. Hasta en el lecho también, primero ella. Ése era el hombre que formó el cristianismo: un hombre capaz de morir, el hombre casto. Y a la mujer la hizo una dama, digna de dar la vida y de morir por ella.
33) La Dulcinea del Quijote refleja, aunque humorísticamente, una realidad: cuánto le importa al varón la opinión de la mujer que él ama y admira, y cuánto está dispuesto a hacer sacrificarse por hacerse acreedor de su admiración y su respeto. Cuenta San Ignacio de Loyola en su autobiografía, que en el aburrimiento de su larga convalecencia, se paraba a pensar tres y cuatro horas sin darse cuenta, imaginando lo que había de hacer en servicio de una dama, "los medios que tomaría para poder ir a la tierra donde ella estaba, las palabras que le diría, los hechos de armas que haría en su servicio" [Autobiografía 6].
34) En la mujer digna hay una capacidad de inspirar en el varón el deseo de hacer grandes cosas por ella, por merecerla, por demostrar que la merece. Ella es capaz de elevar al hombre a las esferas del espíritu o de sumergirlo en la instintividad descontrolada y deshumanizadora. Puede hacer del hombre un caballero o un cerdo. Y también la mamá, puede desde pequeñito cultivar en su hijo las capacidades espirituales fomentando en él con el elogio de lo bueno la inclinación al sacrificio por los gestos y los ideales nobles. O puede cultivar en él la satisfacción de los apetitos de la gula, del egoísmo, la comodonería y la violencia. También de su varoncito puede sacar un caballero o un lechón, un hombre o un mono. Suele haber una cierta simetría en lo que una mujer sabe hacer de su novio y de su marido y lo que hace, después, de sus hijos.
35) Volvemos a encontrarnos aquí con el designio de Dios al crear a la mujer: poner ante Adán "una ayuda semejante a él", sin la cual habría quedado solitario habitante de un planeta de animales. Por ella, con ella y ayudado por ella, el varón podría ser estimulado y levantado a la vida del espíritu, a la amistad matrimonial. Pero por efecto del pecado original, es justamente ella la que lo induce a la regresión a lo instintivo. Todo depende de que la mujer asuma de nuevo, por gracia, el rol que Dios le asignó por creación: que dignifique al esposo y que lo haga hacerse digno de ser admirado por ella.
36) Una civilización es lo que son sus mujeres, porque ellas son las que forman a sus miembros. Esta civilización desactiva en los varones la capacidad heroica y de protagonismo espiritual. Lo hace sumiéndolos en la instintividad, por la gula, la ira, la violencia y la lujuria. Y a eso lo induce principalmente un tipo de mujer que en lugar de suscitar en el varón la excelencia del espíritu, lo desactiva por la intemperancia. Ese tipo de mujer lo hace así con su novio, su esposo y sus hijos. Y no necesariamente con el deseo perverso o envidioso de destruir. Sino con la falsa ciencia del bien y del mal, administrada con la certeza inconmovible de que las cosas, y entre ellas el varón ha de ser como ella las piensa. Y de que su bien consiste precisamente en lo que a ellas les da el dominio y la administración de sus almas por la manipulación de sus debilidades y sus pasiones. Lo cual de paso, conjura el peligro de un tipo de varón al que hubiera que obedecer, no por una sumisión servil, sino por un auténtico reconocimiento de su valía espiritual.
37) Así, esta civilización de la acedia, conjura la posibilidad misma de un tipo de varón capaz de sufrir por la realización del bien. Abundan en esta cultura la raza de varones que ella quiere y se encarga de criar, la raza de funcionarios del stablishment que no tienen la fortaleza para cuestionarlo y combatir sus males. ¿No es eso una consecuencia de la educación que han recibido, que no les ha preparado para oponerse al mal aún a costa de sí mismos?
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PARA COMENTAR
1) ¿Qué posibilidades tiene la madre en la formación de sus hijos y qué errores puede cometer?
2) ¿Cuáles son las principales virtudes que hay que inculcar en el varón y en la niña respectivamente?
3) ¿Basta una fundamentación puramente natural de virtudes y valores? ¿Qué diferencia hay entre una fundamentación puramente natural de educación en los valores y las virtudes humanas, con una educación en las virtudes teologales, fe, esperanza y caridad? 4) ¿Cree Usted que la mejor manera de educar santos es ser santo uno mismo?