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Educar desde niños para el matrimonio - Educar para el matrimonio: ¿¡Desde niños!? –
1. EDUCAR PARA EL MATRIMONIO: ¿¡ DESDE NIÑOS!?
1) Puede sonar hoy hasta cómico afirmar que a los niños hay que irlos formarlos ya desde chicos para el matrimonio. Se escandalizará alguno entendiendo que proponemos una erotización precoz; en la línea de lo que aconsejan algunos o los que practican el nudismo familiar. ¡He conocido casos! Pero no. No proponemos nada de eso. Me refiero a que, hoy en día, a los niños se les empieza a enseñar desde pequeños: inglés, ballet, guitarra, piano, natación computación y gimnasia. Pero parece que hubiéramos olvidado que también es conveniente empezar desde niños a formarlos en las virtudes. Y en especial en aquéllas que, después, los harán más aptos para la vida matrimonial, como son: autodominio, paciencia, sinceridad, orden, saber escuchar al otro, dialogar, obedecer...

2) Justamente en este punto nos hemos olvidado de la sabiduría de los antiguos. Ya Platón decía: "afirmo que todo el quiera llegar algún día a descollar en algo, debe comenzar a dedicarse al cultivo de eso desde niño". Platón se refiere, primero, a la enseñanza de las profesiones y oficios. Pero luego afirma que lo mismo vale para la virtud. Hay que empezar a cultivarla desde niños. "Educación (en griego: paideia) se llama -dice Platón- la formación que, desde la infancia, ejercita al varón en la virtud (aretê) y le inspira el deseo apasionado de convertirse, de grande, en un ciudadano cabal, que sepa mandar y obedecer según lo que es justo" Y agrega: "los buenos (agathoi) son los que aprenden a dominarse, los malvados (kakoi) son los que no pueden dominarse" (Leyes I, 643-644). [Dominarse, en griego: arjéin = ordenar según un principio, jerarquizar, gobernar]

3) Apliquemos esto al matrimonio. Si queremos tener buenos esposos y esposas hay que empezar a formarlos para eso, desde niños, en las virtudes. Y el comienzo de la virtud es el autodominio, la capacidad de ordenarse a sí mismo según principios.

2. LA FAMILIA EDUCADORA

4) Para el futuro matrimonio, los niños deben comenzar a prepararse en la familia. La educación para vivir en familia la da la familia. Aprenderán a ser esposos mirando al ejemplo de sus padres. Las instancias educativas posteriores -escuela, catequesis- poco pueden hacer después. Los cursos parroquiales de preparación al matrimonio ya llegan tarde, cuando la elección, mal o bien, ya está hecha. Esos cursillos no pueden ni pretenden corregir la mala elección. ¿Quién formó a esos jóvenes y adolescentes para elegir bien; para pedir y recibir del Padre su cónyuge; para la amistad virtuosa, dialogal, base de la futura amistad esponsal; para ordenar sus pasiones según un principio racional de orden?

5) Si esa formación no se dio en las familias y desde niños, todo lo demás llega tarde. Y muchas familias, ya lo estamos viendo, han perdido y se les sigue quitando capacidad y posibilidades educativas.

6) Hay padres que deforman en vez de formar. Es cada vez más común que los padres den a sus hijos un mal ejemplo. A medida que crece el desconocimiento de Dios Padre, aumenta el número de matrimonios mal avenidos, en crisis, separados y vueltos a casar. Los hijos de esos matrimonios, en lugar de recibir una buena formación familiar, reciben mensajes negativos, lecciones erradas y malos ejemplos. En vez de darles ejemplo de autodominio, los padres discuten, se gritan, se insultan y hasta se pegan en presencia de sus hijos. Los hijos quedan atemorizados, pensando que más vale no casarse nunca. Otros quedan desalentados, desesperanzados, pensando que nunca podrán ser felices en el matrimonio.

7) En cuanto a la catequesis infantil, se limita a los sacramentos de la Eucaristía y Penitencia. Nada se les enseña a nuestros fieles mientras son niños, acerca del sacramento del matrimonio, la elección matrimonial y el noviazgo. Estoy seguro que a muchos de ustedes, jóvenes que me escuchan, es la primera vez que se les habla de este tema. Por lo menos en forma orgánica y razonada. De modo que hay muchos niños a los que ni sus padres los forman ni sus sacerdotes y catequistas los informan acerca del matrimonio. Mientras que la Tele sí lo hace. ¡Y cómo!

3. "BUENOS SON LOS QUE APRENDEN A DOMINARSE = GOBERNARSE"

8) Aristóteles recuerda la doctrina de Platón que expusimos antes. Para él el dominio de sí tiene dos aspectos, la templanza en el uso de los bienes y la fortaleza ante los males. El hombre, afirma Aristóteles, debe ser formado desde pequeño en la templanza y en la fortaleza. Ambas virtudes le ayudan a dominar sus pasiones, sus deseos y sus miedos y a gobernarse (arjéin) con la razón. Templado y medido respecto de todo lo placentero y valiente y paciente frente a todo lo arduo y adverso. Dice Aristóteles: "He aquí por qué, desde la primera infancia, como dice muy bien Platón, es preciso que se nos eduque de manera que coloquemos nuestros goces y nuestros dolores en las cosas en que es conveniente colocarlas, y en esto es en lo que consiste una buena educación" (Ética a Nicómaco L. II, c. 3).

9) Con Aristóteles pierden el examen todos los pedagogos, psicólogos y papás permisivos cuyo lema es ‘no reprimir´, ‘no corregir´, ‘dejar que el niño siga sus impulsos´. Esa es una escuela que produce salvajes: impulsivos, glotones, lujuriosos y violentos incapaces de dominarse. Hombres que no son dueños de sí mismos y por eso terminan esclavos, primero de sus pasiones y después, de las de los demás. Aristóteles enseña que hay que educar al niño desde chiquito a dominar sus deseos y sus miedos poniéndolos donde se debe, y a tolerar los sufrimientos. Platón diría que la permisividad produce malvados (kakoi).

10) La educación en estas virtudes debe comenzar desde la misma familia, educando en pequeñas cosas y durante todo el día, en medio de la convivencia. Exige que la mamá conviva con sus niños y tenga ideas claras acerca de cómo educarlos. Y que su papá también les dedique tiempo a estar con ellos. Platón agrega que la educación de los niños ha de ser placentera, mediante juegos, cantos y música

4. ESCUCHAR PARA OBEDECER

11) El primer hábito bueno o virtud que hay que inculcar en el niño es el hábito de escuchar. Y eso se logra empezando por escucharlo. El hábito de escuchar es necesario para que pueda ser educado en la obediencia. Obediencia viene del latín ob-audire, que quiere decir ‘escuchar´. Es necesario que el niño aprenda a escuchar a sus mayores. Y el niño aprende de los mayores a escuchar, solamente si, a su vez, él es escuchado por ellos. Los niños que no escuchan por lo general vienen de padres que no los escucharon.

12) La circunstancia más favorable para empezar a enseñarle al niño a escuchar en forma placentera y jugando, es a la edad de los porqué. (¿¡Por qué!?... ¿¡Ven que todavía estamos en esa edad?!) Porque a esa edad le resulta placentero al niño preguntarse y escuchar las respuestas que le dan a sus preguntas. Y a partir del placer de escuchar la respuesta a su pregunta, se afianzará en él el hábito de preguntarse y de escuchar, y de apreciar lo que se le dice. El niño que no sabe obedecer es porque no sabe escuchar, y no sabe escuchar porque no han escuchado ni respondido a sus preguntas.

13) Para esto hay que estar ahí, junto al niño. Escuchándolo, prestándole atención y respondiendo, incitándolo a seguir haciéndose preguntas. De esa manera su inteligencia se despierta y se hace relacional, dialogal. El ejercicio de la razón en el hombre supone una capacidad de diálogo consigo mismo. A esa edad se desarrolla o se sofoca su capacidad de atender, su hábito de escuchar y ser escuchado, su autoestima como ser reflexivo y racional. Si los padres están ausentes a esa edad, el niño se dará sus propias respuestas, o recibirá las de la empleada, o dejará de preguntarse y de tratar de entender. Si ni si quiera se hace más preguntas, si se queda embelesado y embelecado, sin pensar, ante la tele, abdicará, de raíz y para siempre, del ejercicio de la inteligencia creativa, de la reflexión y del diálogo.

14)Si no tiene a quién plantearle sus preguntas su capacidad de asombrarse y preguntarse y de acudir a otros en busca de respuesta, se atrofiará. Se acostumbrará a no pensar, a no preguntar, ni a esperar respuesta. Y si tiene la desgracia de quedarse solo frente al televisor se convertirá en un ser puramente sensorial e irreflexivo. Pero ya dice Aristóteles en el primer capítulo de su Metafísica que el hombre puramente empírico sabe que una cosa existe, pero no sabe por qué existe. Y por eso lo aventaja el hombre que sabe el porqué y la causa de lo que existe. Éste es el hombre capaz de actuar y gobernar. "La superioridad de los jefes sobre los operarios no se debe a su habilidad práctica, sino al hecho de poseer la teoría y conocer las causas"

15) A la edad de los ‘por qué´, el niño parece preguntar pavadas y los papás se inclinan a no prestarles atención. Pero si lo que preguntan pueden ser pavadas, el hecho de que empiecen a preguntar no es ninguna pavada. Es algo importantísimo. Se están convirtiendo en seres racionales. Se les está despertando la capacidad de asombrarse y de preguntar sobre las causas de las cosas. Están empezando a ir más allá de sus sensaciones y de la percepción de hechos particulares para empezar a generalizar.

16) Y esto les está sucediendo en forma placentera. Están empezando a experimentar el gusto por pensar y por saber, por escuchar a quien sabe más. Por ser niños lo hacen como jugando y por placer. Eso es una ventaja inmensa que sus educadores no deben desaprovechar. El que oye gustoso, obedecerá gustoso. Pero para formar a ese ser presto a escuchar y a comprender y a obedecer, hay que escucharlo y responderle.

17) Cuando los niños preguntan, están, además, practicando gustosamente la humildad del que no sabe y pregunta. Y la humildad es otra virtud necesaria para la obediencia. Hay que ser humilde para escuchar a los demás. El soberbio cree que él lo sabe todo. O lo que es peor, que el saber, que la razón, que la ciencia, son cosas despreciables. Hay una forma de la soberbia que es anti intelectual. Es la de los voluntaristas y los tiranos, pero también la de los que no conocen otra norma que sus pasiones, sus deseos y sus temores. El que está ebrio con su propio poder no oye consejo y menosprecia a los que saben más. ¿Y en el matrimonio, qué...?

18) Por eso, cuando nuestros hijos empiezan a preguntar pavadas, no es ninguna pavada lo que les está pasando. En la edad de los porqué se despierta la razón Está despertándose en ellos la capacidad reflexiva en un ser racional. Es el nacimiento de la razón. Y la razón es la preciosa capacidad, la potencia, con la que gobernarán sus pasiones. En esa edad, el niño toma a los que lo oyen y le responden como autoridad de su razón, como maestros de su capacidad de razonar. Si él experimenta que sus padres no le atienden, no le oyen ni le responden, tampoco aprenderá a escuchar a otros, empezando por sus mismos padres. ¿Y cuando casados, qué...?

19) Parece que aumenta hoy entre los niños que crecen con poco contacto con sus madres, la dificultad para escuchar a los mayores. Se forman en la desaprensión, que los mayores ven como una cierta insolencia o indiferencia, o una excesiva autonomía, o indocilidad. El niño no sabe escuchar, y por lo tanto tampoco se deja enseñar. Lo primero por lo tanto es estar junto al niño y escucharlo y responderle y ganarse el puesto de la autoridad a la que estará dispuesto a escuchar que es lo mismo que obedecer.

20) Los mayores son pues los formadores del niño. El niño aprende a escucharlos porque los tiene alrededor para escucharlo y porque lo escuchan y dialogan con él. Si el niño que se acostumbra a crecer sin contacto con sus mayores, no termina aprendiendo a arreglárselas solo y a vivir sin tener en cuenta a sus mayores. Pero esto significa que desde niño padece una falta de diálogo que lo hará un adulto adialogal. No oye porque no espera respuesta; o porque no le hace falta ya una respuesta, ya que se ha acostumbrado a vivir monologalmente.

21) Pero entonces podemos preguntarnos ¿qué le pasa a un ser monologal, incapaz de dialogar, de oír al otro y de responder, cuando llega al noviazgo y al matrimonio? ¿Qué pasa cuando se encuentran en el matrimonio un ser monologal como éste con otro ser dialogal? ¿Qué pasa cuando se encuentran dos seres monologales en el matrimonio? ¿No les resultará más cómodo poner la música a todo lo que da? ¿No tendrán que huir del vacío interior al mundo de las sensaciones, de la diversión, de la embriaguez, de la droga? Parecería que lo que vemos suceder es consecuencia lógica de la disolución familiar y de que los niños ya no tienen a mano a mamá y papá en la edad de los por qué para convertirse en seres reflexivos, dialogantes, que tienen algo para preguntar, la humildad de preguntarlo y la capacidad de escuchar la respuesta. No es pavada.

22) Si no se da una familia donde sea posible que el niño crezca conviviendo por lo menos con su madre, es muy difícil formar la estructura de personalidad dialogal que hace posible entablar luego relaciones amistosas en general y de amistad dialogal matrimonial en particular. En esos matrimonios hasta la unión íntima resultará monologal y podrá resultar la relación frustrante de dos seres clausurados en sí mismos. Predominará así la conducta posesiva de uno o de ambos y difícilmente se logrará la escucha del otro, el tenerlo en cuenta y la mutua entrega. Porque también la esencia de la relación matrimonial es dialogal y un ejercicio de humildad, de escucha del uno al otro y de respuestas mutuas.

23) El hombre reflexivo y receptivo, se forma a partir del niño en diálogo con sus padres y hermanos.
La reflexión no es otra cosa que un diálogo del hombre consigo mismo. A ese diálogo interior llega el ser racional desde el diálogo con los demás, empezando por el diálogo con su madre, que es la primera interlocutora. Por eso cabe preguntarse si el hombre irreflexivo, el hombre irracional, el apasionado incapaz de pensar, no es consecuencia de un déficit dialogal desde su niñez. Un diálogo que comienza siendo fisiológico, que sigue siendo verbal y se extiende a lo racional y reflexivo. Cabe preguntarse, también, si la esquizofrenia no es una incapacidad de establecer el diálogo interior consigo mismo como unidad dialogante. Asimismo cabe preguntarse la relación del autismo, cada vez más frecuente, con estas carencias infantiles.

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PARA COMENTAR

1) ¿Se puede comenzar desde niños a formar las virtudes que ayudarán a ser buenos esposos? ¿Cuáles?
2) ¿Cómo formar al niño para que se domine y gobierne a sí mismo? ¿Cómo formarlo para el diálogo?
3) ¿Escuchamos a nuestros niños? ¿Nos escuchan? ¿Por qué no escuchan muchos jóvenes a sus mayores?


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