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Conclusión
Hemos visto a lo largo del libro que el amor es la raíz y la fuente de nuestras buenas obras, y que el sentido de nuestra vida está en el amor. Sin amor, nadie puede hacer el bien ni ser feliz y, por eso, necesitamos amar sin descanso, en cada momento, y sin condiciones. El verdadero amor proviene de Dios. El amor es de Dios (1 Jn 4, 7) y debe llevarnos a amar a los demás.
Alguien ha dicho que amar es querer el bien de los otros, buscar siempre lo mejor para ellos y procurar siempre hacerlos felices. Por eso, al exponer el don de bilocación de algunos santos, hemos podido ver hasta dónde llega su capacidad de amar, incluso yendo a lejanas tierras, estando su cuerpo físico en su convento, por gracia de Dios.
El caso de la beata Ana Catalina Emmerick y, especialmente, el de la Venerable Madre María de Jesús de Ágreda, son significativos para comprender la necesidad que todos tenemos de amar al prójimo y de preocuparnos, sobre todo, por su salvación eterna. Por eso, al concluir este trabajo, ojalá que saquemos la conclusión de querer amar más y de hacer el bien a todos. Debemos amar siempre y en todas partes, y ser misioneros sin fronteras para cumplir fielmente nuestra misión y poder decir al Señor en el momento de nuestra muerte: Misión cumplida.
Éste es mi mejor deseo para ti. Saludos de mi ángel.
Alguien ha dicho que amar es querer el bien de los otros, buscar siempre lo mejor para ellos y procurar siempre hacerlos felices. Por eso, al exponer el don de bilocación de algunos santos, hemos podido ver hasta dónde llega su capacidad de amar, incluso yendo a lejanas tierras, estando su cuerpo físico en su convento, por gracia de Dios.
El caso de la beata Ana Catalina Emmerick y, especialmente, el de la Venerable Madre María de Jesús de Ágreda, son significativos para comprender la necesidad que todos tenemos de amar al prójimo y de preocuparnos, sobre todo, por su salvación eterna. Por eso, al concluir este trabajo, ojalá que saquemos la conclusión de querer amar más y de hacer el bien a todos. Debemos amar siempre y en todas partes, y ser misioneros sin fronteras para cumplir fielmente nuestra misión y poder decir al Señor en el momento de nuestra muerte: Misión cumplida.
Éste es mi mejor deseo para ti. Saludos de mi ángel.