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Segunda Parte: Evangelización. Ser Cristiano

En esta segunda parte, vamos a tratar el caso especialmente extraordinario de evangelización en las tribus de América del Norte por la Madre María de Jesús de Ágreda, que estando en su convento de Ágreda, en España, iba en bilocación a evangelizar a los indígenas. Antes de entrar en el tema propiamente dicho, expondremos algunas reflexiones sobre lo que es ser cristiano y sobre la obligación que todos tenemos de evangelizar y de colaborar en la salvación de los demás.


SER CRISTIANO

Ser cristiano es ser de Cristo, pertenecerle a Él con cuerpo, alma, vida y corazón, pues es nuestro Dios y nuestro Señor, que nos ha creado y redimido para salvarnos. Lamentablemente, después de veinte siglos de cristianismo, hay muchos millones de hombres que no son cristianos. Por eso, tenemos nosotros la obligación de ayudarlos a descubrir el amor de Jesús y su doctrina de salvación.

Para llegar a ser cristianos debemos bautizarnos y creer en Cristo. Al llegar a este mundo, en el momento de la concepción, el ser humano está a oscuras, sin la luz ni el amor de Dios. Es sólo una criatura de Dios. Tiene lo que se llama pecado original, es decir, que viene al mundo en estado natural. Y para ser elevado al orden sobrenatural y llegar a ser hijo de Dios necesita ser bautizado. De esta manera, su alma, apagada y sin brillo, se llenará de belleza, de luz y de amor, resplandeciendo de gloria como un verdadero hijo de Dios. Dios mismo habitará en su alma y él será templo de Dios. Y Dios será su gozo y su felicidad, dándole sentido a su vida y haciéndole sentir la alegría de vivir para Él y para los demás. ¡Qué importante es el bautismo!

El bautismo nos hace una nueva criatura; un hijo adoptivo de Dios, partícipes de la naturaleza divina, miembros de Cristo, coherederos con Él y templos del Espíritu Santo (Cat 1265). El bautismo imprime en el cristiano un sello espiritual indeleble (carácter) de su pertenencia a Cristo (Cat 1272). Este sello indeleble es como una marca, que manifiesta a todo el mundo: Este hombre pertenece a Jesucristo. Y esto lo ven muy bien los demonios, ya que cuando uno asiste a sectas satánicas, lo primero que le exigen es renunciar a su bautismo para después bautizarse en nombre de Satanás, poniéndole un nuevo nombre.

El bautismo es necesario para la salvación, pero hay tres clases de bautismo. El bautismo de agua que es sacramento y es el único que imprime carácter. El bautismo de sangre para los que mueren por Cristo, como los santos inocentes; y el bautismo de deseo, que reciben los que, al llegar al uso de razón, siguen la voz de su conciencia, haciendo el bien y evitando el mal. En este caso, al seguir la voluntad de Dios, Dios los acepta como hijos y los llena de su amor. Son como cristianos anónimos, aunque no están plenamente unidos a Cristo ni a su Iglesia, pero se salvan; pues, si hubieran sabido que Cristo es Dios y en Él está la salvación, lo hubieran amado y lo hubieran seguido.

Quienes, ignorando sin culpa el Evangelio de Cristo y su Iglesia, buscan, no obstante, a Dios con un corazón sincero y se esfuerzan bajo el influjo de la gracia en cumplir con obras su voluntad, pueden conseguir la salvación eterna (Concilio Vaticano II, Lumen gentium, n. 16).

Sobre los niños muertos sin bautismo, he escrito un libro titulado El destino de los niños muertos sin bautismo, donde manifiesto la opinión, pues sobre esto no hay nada definido por la Iglesia, que muchos de estos niños pueden ir directamente al cielo en virtud de la fe de sus padres y de su deseo de que hubieran sido bautizados; pero los demás, especialmente abortados, de quienes nadie se acuerda, pueden permanecer durante un tiempo más o menos largo en un estado de limbo, de sola felicidad natural, hasta que en virtud de la fe y de la oración de la Iglesia, puedan ser salvados. Para ellos, recomiendo mandar celebrar una misa o bautizarlos espiritualmente, poniéndoles un nombre. Así lo manifiestan algunos santos como la beata Ana Catalina Emmerick y la gran mística austriaca María Simma.

En conclusión, ser cristiano es una gracia inmensa que debemos valorar para vivir como tales y desear esta gracia para todos los hombres.
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