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Reflexiones
La primera reflexión que podemos hacer es que debemos vivir bien para que, en el último momento, nos sintamos satisfechos de nuestra vida. Vale la pena vivir bien, vale la pena sentir la felicidad de ser buenos, vale la pena ayudar, servir y amar sin descanso y sin condiciones a los demás.
Nuestra vida sólo tiene sentido en el amor. Por eso, te recomiendo que mires tu vida, hagas un examen de conciencia y veas si estás satisfecho de ti mismo. Si Dios, como ocurre a algunos en experiencias premuerte, te hiciera ver toda tu vida pasada con todos tus actos y omisiones, y sus repercusiones sobre los demás, ¿estarías satisfecho? ¿Puedes decirle a Dios en este momento: Misión cumplida? ¿Estás preparado para morir?
Nunca me olvidaré de la carta que me escribió una religiosa anciana en la que me contaba que, cuando era jovencita, le gustaban mucho las fiestas y los bailes. Una noche tuvo que ser llevada de emergencia al hospital, pues tenía muchos dolores; y tuvieron que operarla inmediatamente. Ella me dice que sintió que salía de su cuerpo y vio desde arriba a los médicos, que la estaban operando. Sin saber cómo, se presentó ante la presencia de Dios. Y Dios le preguntó: ¿Qué has hecho de tu vida? Y ella sólo atinó a decir: Mis manos están vacías. En ese momento, sintió profundamente que su vida estaba vacía y que no había hecho nada que valiera la pena. Y sintió el disgusto de Dios... No recordó más. Se encontró de nuevo en su cuerpo al despertar de la operación. Pero nunca se olvidó de esa experiencia y decidió dedicar toda su vida al bien de los demás, entrando, a los pocos meses en un convento, donde vivió feliz hasta sus últimos días como una monjita alegre, santa y feliz.
¿Te gustaría a ti ser feliz en esta vida y después por toda la eternidad? ¿A qué esperas? ¿Crees que vas a conseguir la felicidad con las cosas materiales y los placeres del mundo? Vive para la eternidad. No te olvides que este mundo se termina y tu vida se va agotando día a día. Haz algo por los demás. Haz algo que valga la pena. Vive amando, ama viviendo. Amar es vivir y vivir es amar. En cambio, odiar es morir y el que no ama, esta muerto en vida.
Te deseo lo mejor: que vayas por la vida haciendo el bien a todos, que nunca hagas daño a nadie y que seas feliz con la alegría de Dios en tu corazón, amando sin condiciones a todos los que te rodean.