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Autor: | Editorial:



Vio y creyó


Imagen: La Resurrección de Cristo y Mujeres en la Tumba
Fra Angelico




Su Santidad Juan Pablo II en una visita pastoral a Turín en 1980, dijo en la Catedral; "El misterio Pascual ha encontrado aquí alguno de sus más espléndidos testigos... No podría ser de otra manera tratándose de la ciudad que atesora una reliquia tan insólita y misteriosa como la Sábana Santa: ese extraordinario testigo -si hemos de aceptar los argumentos de tantos hombres de ciencia- de la Pascua, de la Pasión, de la Muerte y de la Resurrección. Testigo mudo, pero al mismo tiempo, asombrosamente elocuente"

Hay que tener presente ante todo, que la Iglesia no se ha pronunciado nunca sobre la autenticidad del lienzo, que la prueba de la Resurrección de Cristo sólo puede venirnos de la Revelación. La Sábana no puede probar la resurrección de nadie, ella no fundamenta, como dijimos, nuestra fe, pero existen (según los científicos) rasgos positivos que la atestiguan como testigo presente y mudo.

La Sábana Santa nos aporta, junto con el Evangelio, detalles insospechados.

Narra san Juan (Jn. 20, 3-9): "salió, pues, Pedro y con él el otro discípulo, y se dirigían al sepulcro. Y corrían los dos a una; mas el otro discípulo, como corría más aprisa que Pedro, le pasó delante, y llegó primero al sepulcro; y habiéndose agachado, ve los lienzos por el suelo; con todo, no entró. Llega, pues, también Simón Pedro en pos de él y entró en el sepulcro, y contempla los lienzos por el suelo, y además el sudario, que había estado sobre su cabeza, no por el suelo con los lienzos, sino plegado en lugar aparte. Entonces, pues, entró también el otro discípulo, que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó; pues todavía no conocían la Escritura, que había de resucitar de entre los muertos". Existe todo un trabajo bíblico exegético sobre este pasaje, en lo referente a la Sábana. Sólo vamos a fijarnos en 2 aspectos.

El verbo griego Kéimai, que en su participio kéimena san Juan aplica a los lienzos (othónia) que encuentra en el sepulcro, significa yacer, estar tendido, aplanado, alisado. Este verbo se dice por ejemplo de la disminución de una inflamación en un órgano. Aplicado al texto significa que estos lienzos, la Sábana, estaban abultados por el cadáver de Cristo. Así quedaron dos días atrás, la tarde del viernes. Cuando entraron en el sepulcro Pedro y Juan, éste comprobó que los lienzos estaban en la misma posición, pero deshinchados (kéimena), vacíos, aplanados. Por lo tanto no debe traducirse "y contempla los lienzos por el suelo", sino más bien "y contempla los lienzos deshinchados".

¿Por qué dice el texto que san Juan "vio y creyó"? ¿Qué vio para creer? mejor dicho ¿qué no vio? si en el sepulcro estaba sólo la Sábana y era posible el robo del cadáver ¿Por qué creyó y comprendió las Escrituras?





Además dice el Evangelio "y el sudario enrollado aparte", la traducción real de sudarium no es mortaja sino pañuelo para quitar el sudor, la mentonera que envolvía la cabeza de Jesús para mantenerle la boca cerrada. Tampoco la negación ou kéimenon debe traducirse por "enrollado aparte". Esta negación no implica lejanía física entre la Sábana y el sudario. En la Sagrada Escritura no se emplea nunca con ese sentido. Significa más bien que el sudario no estaba desinflado como los lienzos, lo cual es bastante lógico, pues hemos comprobado páginas atrás que la mentonera, el sudario, estaba enrollada en torno a la cabeza para mantener la boca cerrada del cadáver; así lo corrobora el original griego: el sudario estaba (entetyligménon) arrollado. Si desaparece la cabeza a la que circunda, la Sábana queda desinflada. El sudario o mentonera queda dentro de la Síndone mas no allanado, sino abultado, enrollado como un aro al vacío.

Cuando Juan vio la Sábana alisada, allanada a ras de suelo y en el sitio de la cabeza, el pañolón enrollado, vacío, sin nada dentro, comprendió que Cristo había resucitado porque entendió que si alguien hubiese robado el cadáver, los lienzos no podían estar así, en la misma posición que él los dejo pero desinflados, vacíos; Jesús se había volatilizado, había desaparecido, su cuerpo es como si se hubiese desintegrado, "atravesó" la Sábana y se marchó (recordemos las apariciones de Jesús con las puertas del Cenáculo cerradas).

Un detalle que confirma todo esto es el de las heridas, cuyos bordes se presentan perfectos; es decir, el calco de las heridas en la Sábana no muestra ninguna deficiencia. Si el cadáver se hubiese levantado y "destapado", o hubiese sido robado, al mover la Sábana lógicamente los contornos de las heridas se hubiesen corrido al despegarlos del lienzo, pero éstos aparecen nítidos y precisos. Tal como aparecen es imposible que el cuerpo haya sido despegado de la Sábana, es como si Él debiese estar aún dentro de la Sábana. La solución más lógica (dentro de lo ilógico de todo el asunto) es que el cuerpo se volatilizó, se esfumó, dejando intacta la Sábana.





En el momento en que se produjo la impronta, el cadáver estaba en levitación, estaba en el aire. ¿Cómo podemos concluir esto? Debido a que ambas caras del cuerpo, el frente y el dorso, aparecen marcados con la misma intensidad, y si como dijimos la imagen es tridimensional, las zonas del cuerpo apoyadas en el sepulcro (glúteos, espalda) deberían aparecer más marcadas, con más superficie de impresión, y aparecen igual por ambos lados.

¿Cómo se formó la imagen, la impronta? Se han dado multitud de teorías, los científicos de STURP concluyeron en 1978 que la imagen se formó por medio de una radiación lumínico-térmica desconocida, que emanó del cuerpo que envolvía el lienzo. Esta radiación súbita de luz duró una milésima de segundo, pues de haber durado más hubiese quemado el lienzo. Los hilos están sólo chamuscados superficialmente.

Esta energía es desconocida para estos científicos; no puede ser energía atómica pues si ese cuerpo de unos 80 Kg. de peso, hubiese entrado en reacción atómica, habría hecho desaparecer la Sábana y con ella, todo Jerusalén, como resultado de la explosión.

Se utilizaron todo tipo de energías conocidas; láser, rayos gamma... y no se llegó a ninguna conclusión salvo lo ya dicho, que se trata de una radiación lumínico térmica desconocida, uniforme, que emanó de todas las partes del cuerpo, por igual.

No han faltado expertos sindonólogos como Mons. Ricci o Maria Grazia Siliato que han desestimado la radiación lumínico-térmica como formadora de la impronta, basándose en que ésta no es fluorescente y sí debería serlo en caso de estar producida por una energía radiante de naturaleza explosiva. Para ellos la impronta se ha formado por la reacción química de diversos elementos (sudor, sangre, mirra, áloe,...) en condiciones de temperatura favorables, lo cual produjo la deshidratación de lino.

Esta posición parece más improbable pues en ningún modo justifica la tridimensionalidad perfecta de toda la impronta sindónica. Jean Baptiste Rinaudo, especialista francés en medicina nuclear, logró producir a inicios de 1993 una huella en un tejido de lino con las mismas características del Lienzo. Este científico comprobó que la imagen no es más que una ligerísima oxidación de las microfibrillas más superficiales del lino. Hasta este punto coinciden los sostenedores de ambas teorías sobre la formación de la impronta. Pero para Rinaudo sí se formó por una liberación de energía, por la cual el hidrógeno pesado (deuterio) libera un protón y un neutrón, siendo el protón -fuertemente energético- capaz de crear esa imagen sobre la tela. Además al chocar el neutrón con los núcleos atómicos del carbono, se transforman en carbono 14, enriqueciendo el porcentaje de éste, por lo que la tela parece más "joven". Concluye Rinaudo que para la formación de la impronta se requiere una energía justa y precisa; con un poco más de energía habría salido "oscura", y si hubiese sido escasa sería ilegible. Según este científico; "es exactamente como si alguien hubiera tenido la intención precisa de provocar esa imagen".





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LA SÁBANA SANTA



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