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La Comunicación: El lenguaje es la casa del ser

"El lenguaje es la casa del ser. En su morada habita el hombre". Heidegger.

Para Habermas, el modelo teológico de acción concibe el lenguaje como un medio más a través del cual los hablantes, que se orientan hacia su propio éxito, pueden influir los unos sobre los otros con el fin de mover al oponente a formarse las opiniones o a concebir que le conviene para sus propósitos. Por lo tanto: el primer requisito para que un mensaje sea eficaz es que “se relacione con algunas de nuestras necesidades de personalidad: necesidad de seguridad, estabilidad socioeconómica, pertenencia, comprensión, libertad ante cualquier coacción, amor, liberación de la ansiedad y varias mas .

Con lo anterior, Habermas nos aproxima a un mundo de la vida que descifra la verdad, que razona e imagina un mundo desde el “aterrizar” de las ideas.

El P, Alberto Calderón, en su estudio de la propuesta habermarciana, precisa “que el sacerdote de hoy, debe revisar el totalitarismo rígido de su acción, el transfondo de su quehacer, su interés por el mundo de la vida, por la técnica. Para el padre, el interés por la reflexión social ha ido poco a poco desapareciendo: se reflexiona sobre el dinero, el mundo de la vida, pero todo esto, con tal que se proceda con una reflexión sin “reflexión”.

El Santo Padre recordó recientemente en su mensaje a los Comunicadores Sociales y Periodistas del mundo, “que las condiciones comunicacionales y periodisticas han cambiado en la ultima década, que la Iglesia necesita la ayuda de los comunicadores y su mensaje para verse renovada en su ardor, métodos y expresión. Y a renglón seguido expresó: …aunque estas circunstancias hayan cambiado, aún sigue inalterable la idea de anunciar a Jesús desde un mensaje más emotivo y ágil, validos de los recursos que nos ofrecen las comunicaciones.

…”Es cierto que nos falta mucha técnica para hablar, una construcción correcta y lógica del discurso, de ahí, que diversos documentos señalen la necesidad de un método que nos permita ejercitarnos en técnicas de comunicación que permita persuadir, convencer, entusiasmar, enseñar, guiar a nuestros oyentes.

Desde la Iglesia y en estos años del Post-concilio, se ha revalorado mucho la palabra de Dios y su puesto en la liturgia. Con ella, se han revalorado las condiciones de la homilía, como parte de la liturgia de la palabra. Decimos que la palabra de Dios es viva y eficaz... pero al mismo tiempo constatamos su inoperancia, especialmente cuando observamos nuestras formas de predicarla".

Desde este trabajo se entiende la problemática de la homilía en su doble vertiente, que sugiere un instrumento de comunicación en el que Dios pone la parte principal y una parte que le corresponde al hombre y que él no puede suplir: De ahí que desde la época de la patrística, recordemos a San Ambrosio, Obispo de Milán (340 – 397) su predicación convirtió a San Agustín. Es el símbolo de la Iglesia que ama, que comprende, que enseña y que corrige. San Agustín, Obispo de Hipona (354 – 430) comprendió muy bien para que se estudiaba retórica y sagrada escritura: para comunicar el mensaje, la Palabra de Dios y así lo hizo con su predicación y con sus escritos.

En la edad media recordamos a San Juan Crisóstomo, llamado la Boca de Oro. Santo Domingo de Guzmán quien fundó la Orden de los Predicadores para que llevaran el mensaje, no sólo con palabras sino con gran cultura. San Francisco Javier – edad media y contemporánea – con su palabra sencilla y catequésis constante, sembró la semilla cristiana en la India y en el Japón. Recordamos también al orador del rey y rey de los oradores P, Luís Bourdelue S,J. Y a Ricardo Lombardi S,J. considerado en el siglo XX como el “micrófono de Dios” y como tal conmovió al mundo contemporáneo resonando también su voz en ciudades colombianas en la década de los sesenta.

Por eso, recordemos las oportunas y actuales palabras de Manuel Ramos en su texto, Fidelidad a la Palabra: El sacerdote de hoy, a la hora de pronunciar su mensaje ante el destinatario deberá cuidar con esmero que no se pierda ninguno de los "imponderables" de la palabra, de suerte que pueda ser reconocida como palabra de Dios. Cualquier palabra, en efecto, es un fenómeno complejo; no es solo un contenido, sino un contenido encarnado en unos determinados signos y pronunciado en un determinado tono. Ser fiel a la palabra no es sólo ser fiel a su contenido…En el caso del Ministro de la palabra el mensajero lo es de un mensaje muy "sui generis": es un mensaje de invitación suprema de amor, que ha de estar siempre presente, al menos como trasfondo, incluso en el caso de tener que restallar el látigo de una denuncia profética implacable. La fidelidad a la palabra exigirá, pues, incluso en esos momentos, dejar constancia de ese tono cálido propio del amor, que nunca podrá esconderse del todo si se actúa como verdadero profeta del que lo envío.

Y al hablar de un discurso, no sólo nos referimos a lo verbal, también esta presente el lenguaje corporal. El Antropólogo Ray Birdwhistell, - conocido como una de las primeras autoridades en el estudio del comportamiento no verbal – escribió en su libro Introducción to Kinesics, “que no más del 30% a 35% del significado social derivado de una conversación se transmite por las palabras aisladas. Los buceadores o quienes trabajan en lugares con mucho ruido tienen un uso casi exclusivo de comunicación a través del lenguaje corporal”.

Entonces, si hablamos de lenguaje, estamos presuponiendo la interpretación de una sintaxis, una articulación de los elementos significantes que para nuestro caso, serían los gestos. Los gestos son, en el lenguaje corporal, el equivalente de la palabra del lenguaje hablado, o de la nota en el lenguaje musical.

En comunicación persuasiva sabemos que intervienen tres tipos de momentos. Los de primer, segundo y tercer orden que son los que permiten la interpretación del hecho.

Para Carlos Fernández Collado, las creencias o hechos que tienen en común el persuasor y su público, hacen ese primer orden. Un segundo orden; son las creencias promovidas por el persuasor, pero que han sido aceptados previamente por el público. Y las de tercer orden: son la evidencia o información que proviene de una tercera persona ajena a la transacción de comunicación inmediata.

Para Habermas, la tarea de la interpretación consiste en incluir en la propia interpretación la interpretación que de la situación hace el otro, de suerte que en la versión revisada “su” mundo externo y “mi” mundo externo, sobre el trasfondo de “nuestro” mundo de la vida, queden relativisados en función de “el mundo” y las definiciones de las situaciones antes dispares se pueden hacer coincidir suficientemente…

…El lenguaje es el ´locus´ del interés práctico, a cuyo través se desnuda la tradición cultural, requerida por las ciencias hermenéuticas, ocupadas de la relación entre el hombre y la sociedad. Razón instrumental y comprensión hermeneútica aúnan sus esfuerzos hacia la liberación del hombre, auspiciada por el interés emancipativo que se enraíza en el medio social del dominio y tiene su aplicación en el orden de las legitimaciones”.

"Por ´hombre natural-cultural´ -escribe Hottois- conviene entender la definición de hombre como ser vivo (animal) consagrado al lenguaje (al símbolo y, por ello, a la cultura), capacidad lingüística que constituye su diferencia específica, es decir, su esencia. Produciendo al hombre, la evolución genética natural ha producido un ser vivo destinado a la evolución histórico cultural: ´un animal simbólico´ " (El paradigma bioético, p.63).

Paul Valery nos advirtió que dos abismos no cesan de amenazar al hombre: el orden y el desorden. En la prolongada lucha por alcanzar un digno medio entre ambas catástrofes, la comunicación—como vehículo universal de intercambio entre los habitantes de nuestro planeta— juega un papel de fundamental importancia: la de poner la casa en orden, por lo menos relativo, para que esa morada sea habitada, vivida con decoro.

Lamentablemente, prolongados períodos históricos, se caracterizan por ignorar la sabia advertencia de Heidegger en cuanto a los custodios del habla (poetas y pensadores) quienes no sólo son ignorados sino sencilla y fatalmente barridos de la faz de la tierra o silenciados de modo drástico para que la comunicación humana adquiera una simple función y no la de entender que el hombre es quien mora en el habla.

Esta línea de pensamiento nos remite a la paradoja de una comunicación que suele nacer de una incomunicación personal con el otro, con el mundo, con el entorno.

Por eso, como dice Roberto Coll-Vinent en su texto La Comunicación en las homilías, “el orador debe ser capaz, sin necesidad de un esfuerzo especial, de percibir la respuesta que obtiene su mensaje y de sentir esa especie de feeback en su propio mundo afectivo; y corregir a puntería sobre la marcha cuando experimenta dentro de si, que sus palabras no encuentran en sus destinatarios el eco que el esperaba. Si se es insensible a este fenómeno, es que se habla para uno mismo y se está como aislado del público indiferente, que soporta con paciencia, cada vez más limitada, una tal situación. Y si esto ocurre de un modo habitual, uno debe concluir, por más ingrato que ello resulte, que el no sirve para ningún genero de comunicación”.

De ahí, que no deja de ser interesante que Husserl, en su obra, La filosofia en la crisis de la Humanidad, incluya el juego de gestos entre las señales o indicios, porque en estas formas expresivas espontáneas, ligadas al cuerpo, echa en falta la voluntad o intención comunicativa, en una palabra: la intencionalidad del hablante. Adoptan, empero, un significado cuando sustituyen a expresiones lingüísticas. Las expresiones pueden deslindarse de las señales o indicios por su estructura genuinamente lingüística: una «expresión no sólo tiene significado sino que también versa acerca de los objetos que fuere» . Con otras palabras: una expresión puede siempre completarse para constituir una oración que refiere el contenido de lo dicho a algo acerca de lo cual se dice algo. A la señal, por el contrario, le falta esta diferenciación en referencia al objeto y contenido que se predica -y con ello también aquella independencia respecto de la situación, que caracteriza específicamente a la expresión lingüística.

Desde el punto de vista antropológico y etnológico, es indudable que el lenguaje articulado constituye una de las manifestaciones características que separan al hombre de los seres irracionales. Éstos últimos expresan y comunican sus sensaciones por medios instintivos, pero no hablan, a diferencia de los seres dotados de conciencia. Por lo tanto, si tuviésemos que añadir un sexto sentido a los cinco tradicionales, sin duda alguna ésta sería el habla, ya que la lengua, además de servir para el sentido del gusto y otras funciones cotidianas, tiene la aplicación de emitir sonidos articulados, una particularidad que nos diferencia de los animales inferiores".

W. W. Urban exageró y acertó al escribir: "El lenguaje es el último y el más profundo problema del pensamiento filosófico". Tal vez no es el último (¿el último con relación a qué?) ni el más profundo (¿desde cuál altura?), pero ha ingresado (bajo el signo de las llamadas "terceras categorías", en palabras de Jürgen Habermas a la filosofía con el pasaporte de un idealismo transformado, legitimado, correspondido en una promesa de ruptura o identificación plena. De este modo y de otros, la filosofía actual ha venido, lentamente, condicionando el terreno y desde hace algunos años el lenguaje es el hilo de Ariadna que ha permitido al filósofo conservar intacta su búsqueda dentro de un laberinto. La búsqueda filosófica se nos da en el lenguaje por la misma razón que la razón se estructura sólo como lenguaje.

Pero para hablar, además de un contenido psíquico mínimo, porque faltaría hacerlo, al fin y al cabo este trabajo propone un intercambio de aprendizajes y estamos hablando de un encuentro entre personas, debemos decir que hace falta el estímulo externo, el impulso de expresarse y hacer partícipes a los demás de nuestros estados de ánimo.

De ahí que el estudio del desarrollo idiomático del individuo es tratado no sólo por la psicolingüística, sino también por la sociolingüística, que estudia cómo el idioma influye y es influido en la interrelación existente entre el individuo y el contexto social, habida cuenta que el lenguaje, además de ser un código de signos lingüísticos, es el acto de expresar ideas y sentimientos mediante la palabra; más todavía, cuando el lenguaje es el primer patrimonio familiar que recibe el recién nacido, a quien le acompaña desde la cuna hasta la tumba, y es la herencia, a veces la única, que transmite a sus descendientes.

Según J. Jackson (1835-1911), "cada función realizada por el sistema nervioso es garantizada no por un grupo reducido de células, sino por una complicada jerarquía de niveles de la organización fisiológica del sistema nervioso. En otras palabras, para que la persona pronuncie una palabra no es suficiente con que se activen el grupo de células de la corteza de los hemisferios del cerebro ‘responsable’ de esto… En la gestación de la palabra participan, según su naturaleza, estructura ‘profundidad de yacimiento’, diversos mecanismos cerebrales… En el mantenimiento de los procesos lingüísticos toman parte tanto los más elementales mecanismos fisiológicos del tipo ‘estímulo respuesta’ (E-R) como mecanismos específicos que poseen estructura jerárquica y exclusivamente características para las formas superiores de actividad lingüística".

El lenguaje del ser humano ha logrado que la comunicación sea trascendente, tanto en el tiempo, como en el espacio; la creatividad se manifiesta a través del lenguaje, palabras verbales, palabras del cuerpo con su propio código, palabras de color, escritura, símbolos, aromas, energía, sueños, ademanes, gestos, tics, enfermedades, manera de ocupar el espacio, música de las palabras, por último, el idioma que hablamos, el cual permite que el proceso interno de cada cual, se vuelque hacia el exterior, realimentándonos y recibiendo las palabras del otro.

Desde el ámbito de la Psicología hay que señalar en primer lugar distintas teorías e investigaciones neuropsicológicas sobre la mente y los diversos estudios sobre los umbrales de la percepción humana. Según las concepciones clásicas de la psicología de las funciones y de las facultades mentales, un anuncio debe sucesivamente lograr la atención, suscitar el interés, provocar un deseo y hacer posible una acción.

La retórica deja de ser un saber por arte interesado tan sólo en los usos lingüísticos de la comunicación y pasa a constituirse en una disciplina preocupada por el estudio de las estrategias textuales, verbales y no verbales, de las que se sirven las personas para hacer creer a otras una idea una cosa o para persuadirles de la conveniencia de hacer algo.

Para Rolan Bartes en un anuncio es posible encontrar tres tipos de mensaje. Uno lingüístico, literal y simbólico. El mensaje simbólico – que habita en el territorio de la connotación y transmite signos discontinuos y códigos convencionales que transportan al lector al escenario de las acepciones figuradas. De ahí, que un mensaje es más eficaz cuanto más novedoso resulta en relación con el horizonte de expectativas y cuanto más sorprende en consecuencia sus rutinas comunicativas.

Disciplinas como la pragmática, la sociolingüística, el análisis del discurso, la lingüística del texto, la psicolinguistica de orientación cognitiva, la etnografía de la comunicación, la nueva retórica o la semiológica, entre otras, incluyen en su espacio de interrogantes la reflexión sobre los usos verbales y no verbales de las personas. "Desde estas miradas la actuación comunicativa de los seres humanos es vista como un conjunto de normas y estrategias de interacción social orientadas a la negociación cultural de los significados en el seno de situaciones concretas de comunicación" .

Así, en una conversación, en un poema, en un editorial de prensa, en una secuencia de cine, en un informativo de televisión o en un anuncio publicitario encontramos el dispositivo sintáctico de las formas significantes utilizadas o un conjunto de contenidos semánticas con destino a un oyente, lector, espectador sino también un proyecto de relación comunicativa, un programa de desarrollo de interacción con el público.

El significado se construye entonces a partir del uso que en situaciones concretas y con arreglo a finalidades diversas hacen los interlocutores en sus acciones comunicativas cotidianas.


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