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Igualitarismo y divorcio
Una sólida incompatibilidad de caracteres será garantía de felicidad y estabilidad matrimonial


Por: María Calvo | Fuente: conoze



Cuenta el psiquiatra John Gray que la mayoría de las parejas con problemas que acuden a su consulta deseando separarse alegan como principal causa de su fracaso el ser «demasiado diferentes» y que muchas de ellas deciden abandonar la idea del divorcio, que antes parecía la única salida a sus conflictos, cuando precisamente toman conciencia de lo diferentes que son. Como afirmaba Chesterton,«si los americanos pueden divorciarse por incompatibilidad de caracteres no puedo concebir por qué no se divorcian todos. He conocido muchos matrimonios felices, pero nunca a uno compatible. Pues un hombre y una mujer, como tales, son incompatibles».

Los hombres y las mujeres piensan de distinta manera, abordan los problemas de diferente modo, enfatizan la importancia de las cosas de distinta forma y experimentan el mundo que les rodea a través de unos filtros totalmente diferentes. Tanto es así que la unión de un hombre con una mujer con una pretensión de continuidad indefinida deviene uno de los hechos más extraordinarios jamás vistos. La profunda asimetría que caracteriza las posiciones respectivas del hombre y de la mujer es tan grande que hace de su eventual alianza una forma de milagro. En palabras del doctor Aldo Naouri: «Puede uno preguntarse por qué el lenguaje común francés evoca como matrimonio imposible al de la carpa con el conejo, cuando teniendo en cuenta todo lo que los diferencia, el de la mujer y el hombre se revela como mucho más problemático, si no más imposible».

Sin embargo, son precisamente las diferencias las que nos complementan y enriquecen, dotándonos del equilibrio preciso para nuestro pleno desarrollo personal. Dos piezas de un puzzle no encajan si son iguales, es su diferente forma lo que permite unirlas, simulando ser una sola, para mostrarnos el dibujo al completo, en toda su perfección y dimensión. El hecho de reconocer y respetar dichas diferencias reduce drásticamente la confusión cuando se trata con el sexo opuesto, mientras que el empeño por negarlas llena nuestras relaciones de conflictos, tensiones y frustración. Hombres y mujeres habitamos en dos realidades emocionalmente diferentes, comprender esto y aprender sinceramente las estrategias más eficaces de nuestra pareja nos ayudará a acortar el espacio que nos separa.

La colaboración activa entre el hombre y mujer debe partir precisamente del previo reconocimiento de la diferencia misma. En general nos sentimos frustrados o enojados con el otro sexo porque hemos olvidado esta verdad importante. Los hombres esperan erróneamente que las mujeres piensen, se comuniquen y reaccionen de la forma en que lo hacen ellos; y las mujeres esperan equivocadamente que los hombres sientan, se comuniquen y respondan de la misma forma que ellas. Como resultado de esta situación las relaciones se llenan de fricciones.

Una sólida incompatibilidad de caracteres será garantía de felicidad y estabilidad matrimonial si somos capaces de llegar a una comprensión de nuestras diferencias que aumente la autoestima y la dignidad personal, al tiempo que inspire la confianza mutua, la responsabilidad personal, una mayor cooperación y un amor más grande. Esto nos ayudará a solucionar en gran medida la frustración que origina el trato con el sexo opuesto y el esfuerzo por comprenderlo, resultando una forma inteligente de evitar conflictos innecesarios y, en definitiva, de querernos más. Conveniente será pues atender la sabia recomendación que el gran poeta Antonio Machado nos brinda en su copla:«Busca tu complementario, que marcha siempre contigo, y suele ser tu contrario».

 

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