Menu



Salmo 96: "Alegrémonos todos con el Señor"

Dichosa la mujer que te llevó en su seno. - Dichosos todavía más los que escuchan la palabra de Dios
Meditación al Evangelio 11 de octubre de 2025 (video)


Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.Net



En la parte final de su Exhortación “La Alegría del Evangelio”, el Papa Francisco expresa palabras muy bellas que se refieren a la Virgen María como modelo de espiritualidad para el discípulo y como acompañante de todo creyente. Es una espiritualidad que compromete y que nos lanza a escuchar la Palabra y a ponerla en práctica. Es “la pequeñita” en manos del Señor que transforma realidades y que suscita esperanza. Es ejemplo de una fe comprometida llevando en el corazón a Jesús. Con frecuencia en nuestro pueblo encontramos exclamaciones como la del evangelio y es verdad, la Virgen María merece todo nuestro reconocimiento por haber generado al Salvador, pero aún más, por su obediencia en la fe a la Palabra de Dios. No es suficiente para María ser mamá de Jesús, va mucho más allá hasta la escucha y el poner en práctica la Palabra. Cada vez que aparece María en el Evangelio la encontramos con una disposición grande para escuchar la palabra. Desde el primer “Fíat”, “hágase en mi según tu palabra”, hasta las últimas palabras de Jesús que se dirigen a ella: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Atenta a las necesidades del pueblo, recomienda a los que se han quedado sin vino: “Hagan todo lo que Él les diga”, porque ella misma estará siempre dispuesta a seguir sus enseñanzas. María sabe que toda persona se realizará plenamente sólo cuando cumpla fielmente la palabra: “ser lo que Dios quiere que yo sea”. En nuestro tiempo hemos perdido el aprecio a la palabra de los hombres, tan desgastada está que ya nos es difícil creerla; pero ojalá no nos pase lo mismo con la Palabra de Dios, que busquemos el tiempo y el lugar propicio para escucharla, guardarla en el corazón, dejarla germinar y poder dar frutos de justicia, de amor y de paz. Que seamos igual que nuestra Madre María que guardaba “todas estas cosas en su corazón”. Bienaventurada, dichosa, la llama el Evangelio, que también nosotros encontremos nuestra felicidad en escuchar y cumplir la Palabra de Dios.

 







Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |