En la escuela nos hablaron de grandes líderes: algunos construyeron ciudades y dejaron huella positiva, otros usaron su poder para hacer atrocidades.

Pero hay un líder del que poco se habla en este contexto: Jesús.

Y ojo, no lo digo solo desde la fe, sino porque su manera de liderar cambió la historia.

¿Qué hace a Jesús un líder diferente?

Cuando pensamos en un líder, solemos imaginar: poder, autoridad, alguien imponente. Incluso los apóstoles esperaban que el Mesías fuera un militar que derrotara a los opresores.

Pero Jesús sorprendió a todos: no llegó con espadas, sino con amor, misericordia y servicio.

Su liderazgo no era mandar, era servir.

No buscaba seguidores que obedecieran por miedo, sino discípulos que amaran y transformaran con el ejemplo.

Rasgos de su liderazgo:

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• Servicio: poner a los demás primero.
• Paciencia: acompañar procesos, no forzarlos.
• Ejemplo: vivir lo que enseñaba.
• Empatía: mirar con compasión, no con juicio.
• Humildad: recordar que la autoridad es un don, no un trono.

En el Evangelio de Juan (13,14), Jesús lo resume así:

“Si yo, el Maestro y Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros”.

El liderazgo de Cristo nos reta a mirar al prójimo con amor, a servir sin esperar nada a cambio, y a ser testimonio vivo que contagie esperanza.

Imagina un mundo con más líderes como Jesús: líderes que inspiran en lugar de imponer, que construyen en lugar de destruir, que sirven en lugar de dominar.

Ese es el modelo que realmente puede cambiar la historia. ¿Qué tipo de líder quieres ser en tu comunidad?