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Plaza de San Pedro, Roma

La canonización de Carlo Acutis
"No yo, sino Dios", decía Carlo.


Por: Rafael Moya | Fuente: Cristo en la Ciudad



 

La canonización de Carlo Acutis no solo nos dio un nuevo santo joven, cercano a la era digital. Nos dio también un momento único en la historia de la Iglesia: ver a sus padres, Andrea y Antonia, presentes y activos en la ceremonia de glorificación de su propio hijo.

Un relicario llevado por su madre, una lectura proclamada por su hermano Michele, la familia completa participando en el altar: todo esto nos recuerda que la santidad nace y crece en el hogar, en la Iglesia doméstica donde se aprende a rezar, a servir y a confiar en Dios.

El Papa León XIV lo subrayó: “Los santos son una invitación a no malgastar la vida, sino a orientarla hacia lo alto”. Y en Carlo descubrimos que esa altura no es inaccesible: se construye en lo sencillo, en la misa diaria, en el amor a los pobres, en la alegría de vivir con fe.

Ver a sus padres allí, entregando a la Iglesia el testimonio de su hijo, es una señal de esperanza para todas las familias: que el amor y la educación en la fe no se pierden, que cada oración en casa puede ser semilla de santidad.



 La santidad no es un camino en solitario. Es gracia de Dios compartida, que florece en familia y se convierte en luz para toda la Iglesia.

“No yo, sino Dios”, decía Carlo.







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