Salmo 95: "Cantemos al Señor con alegría"
Me ha enviado para llevar a los pobres buena nueva - Nadie es profeta en su tierra
Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.Net

Hoy iniciamos el mes de septiembre, tradicionalmente llamado “mes de la biblia”, donde tenemos oportunidad de redescubir el valor de la Palabra de Dios en nuestras vidas. Sería bueno proponernos de una manera más viva reflexionar estos días en esta palabra. Providencialmente iniciamos también hoy la lectura continuada del Evangelio de San Lucas que seguiremos en la liturgia diaria. Y, como si quisiera ofrecernos un pórtico de lo que será todo su Evangelio, San Lucas nos presenta a Jesús en pocas palabras en todas sus dimensiones. Es un profeta, pero el profeta esperado de todos los tiempos, tiene una misión otorgada por su Padre: anunciar la Buena Nueva, sanar los corazones lastimados, restaurar los espíritus afligidos. Su misión brota de la presencia del Espíritu que lo unge y lo envía. La realiza hoy, en el momento y lugar concreto, para las personas con quien convive, en especial, anuncia su Buena Noticia y Año de Gracia a los pobres y sencillos. Su palabra despierta admiración y su presencia hace percibir la presencia del Padre. Pero, desde este mismo inicio, también provoca rechazo, oposición y agresiones. Es el profeta que lleva esperanza pero que levanta conflictos. No es un profeta a modo, que calle ante las situaciones de dolor y de injusticia, sino el que busca levantar, construir, enderezar, desde lo pequeño y olvidado. Este mismo Jesús con su misión y sus palabras viene a hacerse presente hoy. Hoy también se cumple para nosotros lo largamente anunciado, hoy es posible encontrar sentido a nuestras vidas, hoy es posible abrir nuestros ojos para contemplar su gloria, hoy es el año de gracia del Señor. ¿Cómo aceptamos a Jesús? ¿Nosotros también lo rechazamos y buscamos arrojarlo lejos de nuestra vida? Jesús nos ofrece su misma propuesta, ¿Cómo la recibimos nosotros? Parecería inconcebible que a quienes les ofrece una nueva oportunidad y una nueva visión del Reino, inmediatamente busquen despeñarlo. Parecía también inconcebible que nosotros rechacemos esta presencia en medio de nuestro pueblo.
















