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Ni la oscuridad lo detiene
 Cristo en la sala antes de dormir


Por: Rafael Moya | Fuente: Catholic.net



 

No hay velas ni incienso.
Solo una lámpara vieja y el silencio de la noche.
La ciudad sigue viva allá afuera,
pero aquí dentro, una familia decide detener el mundo por un momento.

No rezan con palabras complicadas.
No siguen un guion perfecto.
Solo se toman de las manos, cierran los ojos
y se acuerdan de Aquel que los ha sostenido un día más.

Cristo está ahí.
No como espectador,
sino como parte de ese círculo.
Sonríe mientras escucha las voces entrecortadas,
las peticiones sinceras, los silencios que dicen más que mil oraciones.

Y cuando apagan la luz,
no se apaga la esperanza.
Porque una familia que reza unida
no necesita tenerlo todo…
le basta con saber
que Dios no se ha ido.









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