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“Y siguió caminando…”
Cristo en el transporte público: Cristo no pide lugar


Por: Rafael Moya | Fuente: Cristo en la Ciudad



En el vagón lleno, donde nadie cede el asiento, Cristo entra de pie. Se sostiene con fe de tubo y se balancea con cada frenón como cualquiera. No se molesta por los empujones, ni por el calor ni por la impaciencia. Escucha. Observa. Acompaña.

Cristo viaja con la señora que vende dulces, con el estudiante que lee con los codos cerrados, con el obrero que cabecea de sueño. No necesita predicar: su Evangelio va en silencio, al ritmo del trayecto.

Porque a veces la salvación no llega en coche privado, sino en camión repleto de historias.

"Lo que hicieron con el más pequeño de mis hermanos…"

Cristo viaja sin prisa. Pero siempre llega.









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