"Banqueta de Flores"
Por: Rafael Moya | Fuente: Cristo en la Ciudad

Nadie lo notó al principio.
Era solo un anciano de sotana blanca caminando junto a un hombre de sandalias y mirada profunda.
Iban charlando bajito, como quien repasa recuerdos entre adoquines.
Pasaron frente a una verdulería, una cancha, una esquina con grafiti que decía "la fe también tiene hambre."
El de la sotana sonrió. El otro asintió.
Un niño los vio y gritó:
—¡Mamá, el Papa camina con Jesús!
Pero la mamá no miró.
Solo apretó el paso, sin saber que el Reino se le había cruzado en la vereda. Cuando llegaron a la parroquia, el hombre de sandalias le puso una mano en el hombro.
—Ahora es tu turno de descansar... déjame a mí seguir con ellos.
Y el anciano, con los ojos mojados, susurró:
—Que la ternura no se nos muera nunca.
Luego desapareció con la luz del cirio. Y en la calle quedó solo el eco de dos pares de pasos... y uno más por venir.

