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Facultades de la persona
Inteligencia, voluntad, libertad, capacidad de amar


Por: ¿Quién eres? (4) | Fuente: Catholic.net



Muchas veces no tenemos tiempo de ponernos a reflexionar en lo que somos y tenemos, pero es importante hacerlo de vez en cuando, pues si no conocemos los dones que Dios nos ha dado, ¿cómo vamos a poder usarlos, aprovecharlos y, entonces, vivir mejor?
Tenemos que conocer todo lo que Dios nos ha dado como personas, para poder aprovecharlo positivamente.

Dios le dio a la persona humana cuatro cualidades que lo hacen semejante a Él y superior al resto de las criaturas:

  • Inteligencia
  • Voluntad
  • Libertad
  • Capacidad de amar
  • Inteligencia

    La inteligencia es la capacidad que tiene el hombre para pensar, para buscar y hallar la verdad a través de la mente y la razón. Gracias a esta capacidad, el hombre puede entender y aprender, imaginar y memorizar, puede hacer grandes descubrimientos e inventar cosas maravillosas, puede mejorar el mundo, pero lo más importante es que, gracias a su inteligencia, el hombre puede llegar a conocer la verdad.

    Conocer la verdad significa que aquello que pensamos coincide con lo que realmente es o sucede.

    Por ejemplo: Si vemos un burro y pensamos: "aquello que veo es un burro", estamos en la verdad. Pero si somos medio miopes y, viendo un burro, pensamos que lo que vemos es un caballo, entonces nuestra miopía engaña a nuestra inteligencia y la aleja de la verdad.

    La verdad de si era burro o caballo, puede ser intrascendente en nuestra vida (a nadie van a matar por confundir un burro por un caballo), pero hay verdades que son muy importantes de conocer porque afectan a toda nuestra vida. Son las verdades que llamamos "trascendentes" y que responden a las preguntas: ¿Por qué estoy vivo? ¿Quién me dio la vida? ¿por qué me la dio? ¿Qué quiere de mí? ¿Por qué voy a morir si deseo vivir? ¿Por qué existe el mal en el mundo? ¿Por qué existe el sufrimiento, si yo quiero ser feliz?

    La inteligencia nos hace capaces de conocer estas verdades trascendentes, pero sólo las descubriremos si empleamos tiempo y nuestra inteligencia en ello: pensando, estudiando, preguntando. En cambio, si nos pasamos la vida pensando en si fue burro o caballo lo que vimos, no descubriremos nada que sea trascendente para nuestra vida.


    Voluntad

    El hombre no sólo piensa, sino también "quiere". Es decir, el hombre busca aquello que le atrae. La voluntad es la capacidad que tiene el hombre para "moverse" hacia un bien que desea.

    La voluntad busca siempre un bien que ha sido pensado y prestando a ella anteriormente por la inteligencia. La voluntad se mueve para alcanzar la felicidad que la inteligencia piensa que le dará tener el bien deseado.

    Y así como hay verdades y Verdades, también hay quereres y Quereres: el "querer comer un chocolate en este momento" es un querer intrascendente, pero el "Querer ser feliz eternamente", es un querer que puede afectar todos nuestros pensamientos y acciones.


    Libertad

    La libertad es la capacidad que tiene el hombre para actuar o no actuar, para hacer eso o aquello, de acuerdo con su inteligencia y voluntad.

    Es la capacidad que tiene el hombre para escoger, para decidir entre dos o más bienes. Al ser el hombre libre, se convierte en responsable de sus acciones; es decir, él tiene que responder por lo que hace o dice y se le pueden pedir cuentas de lo que hace o dice. A un animal no se le puede exigir lo mismo. Un lobo, por ejemplo, no se da cuenta de lo que hace cuando mata una oveja, simplemente tiene hambre y actúa. En cambio, el hombre puede tener hambre y escoger libremente comer o no comer.

    Y volvemos a lo mismo... Así como hay verdades y Verdades, y así como hay quereres y Quereres, también hay decisiones y Decisiones...

    Por ejemplo: No me afectará en nada si decidí libremente ponerme la camisa blanca en lugar de la azul para venir a esta reunión, pero puedo "dar al traste" toda mi vida si decido libremente casarme con la persona equivocada y puedo estropear toda mi eternidad si decido libremente buscar el mal en lugar del bien...

    Una decisión importante tomada "sin pensar", "al aventón", al "a ver qué sale", nos puede acarrear muchos problemas en esta vida y en la futura. Una decisión importante necesita que se piense bien y que sea revisado lo que la voluntad quiere.

    Podemos hablar de tres áreas en las que actúa la libertad del hombre:

    a) Libertad física o de movimiento. Es la libertad para moverse de un lugar a otro. Te puedes cambiar de silla, levantarte e ir y venir por todo el salón, puedes rascarte la cabeza o mantener cruzados los brazos. No hay nada ni nadie que te lo impida. Tienes libertad física.

    b) Libertad de acción. Es la libertad de querer o elegir cualquier cosa o acto. Puedes, saliendo de aquí, decidir comprarte un dulce, o puedes ahorrar ese dinero para los útiles de la escuela. Puedes despedirte de nosotros o salir en silencio. Puedes...

    c) Libertad moral. Es la que elige entre el bien y el mal. Por ejemplo: Decidí no tomar más alcohol porque quiero dejar de sentirme mal y de hacer daño a mi familia.

    Pero la libertad no es "hacer lo que uno quiera", porque existen leyes (naturales y humanas) que deben respetarse para poder vivir en paz con nosotros mismos y con todos los demás.

    Imagínense qué sucedería si tratáramos de no respetar la ley natural de la gravedad (que es la que hace que se caigan los objetos), y decidiéramos lanzarnos desde un quinto piso...¡Moriríamos estrellados contra el suelo!

    De la misma manera, imagínense que no quisiéramos obedecer las leyes humanas del respeto a la propiedad privada... Yo, por lo pronto, agarraría la pluma de este señor y me quedaría con la camisa de este otro y con los zapatos de aquél, "porque me gustaron". La vida en comunidad sería un desastre!

    Por lo tanto, aunque seamos libres, totalmente libres, esto no nos da el derecho de hacer cuanto nos venga en gana.

    El Papa Juan Pablo II, en su "Mensaje a los Universitarios" que pronuncio en México en enero de 1979, exhortó a todos los jóvenes del mundo: "Hagan buen uso de su libertad, para que con base en la verdad, puedan lograr realmente cosas buenas".

    Relaciones entre las facultades de la persona humana:

    La inteligencia, la voluntad y la libertad actúan siempre juntas:

    - La inteligencia hace que el hombre descubra un bien (algo bueno o que parece bueno).

    - La voluntad mueve al hombre para que busque y consiga ese bien descubierto por la inteligencia.

    - La libertad le permite al hombre decidir si se mueve o no se mueve con su voluntad para alcanzar el bien que ha descubierto la inteligencia, pues hay que tener presente que la voluntad del ser humano, como el libre, puede elegir actuar en contra de algunos datos ofrecidos por la inteligencia. Así, por ejemplo ¿ no hemos bebido agua alguna vez sin la seguridad de que sea potable al estar presionados por una fuerte sed? Ó ¿no hemos renunciado a un dinero que nos atraía para fines razonables para dárselo a quien lo necesitaba?

    Aclaremos la actuación conjunta de esas tres facultades.

    Imaginemos que uno de ustedes, paseando por la calle, ve a una muchacha muy hermosa. La observa y descubre que parece una chica simpática y decente.
    La inteligencia descubre un bien.

    Al descubrir, a esa joven como posible bien siente deseos de conocerla mejor.
    La voluntad quiere conseguir ese bien.

    Duda un momento, pero al final se acerca a ella y la invita a tomar un helado.
    La libertad decide alcanzar ese bien.

    ¿Sabes cuál es uno de los actos libres más bellos e importantes que se ha dado en la religión católica? El "sí" de la Virgen María, el "sí" con el que aceptó ser la Madre de Cristo y, por lo tanto, colaborar en la salvación de todos los hombres. Dios siempre ha respetado la voluntad libre de la persona humana. La Virgen María hubiera podido decir que "no" aceptaba y rechazar así ser la Madre de nuestro Salvador y... ¡¡¡Jesucristo no hubiera nacido!!!


    Capacidad de amar

    Algo más que nos hace diferentes y superiores al resto de los seres la Creación (animales, aves, etc.) es nuestra capacidad de amar que es debido a nuestra libertad, pues una criatura que no es libre no puede amar, ni pecar (que es falta de amor).

    La capacidad de amar es la capacidad inteligente, voluntaria y libre de darse uno mismo al prójimo, de entregarse totalmente a los demás sin poner condiciones.

    Los animales no pueden amar; sólo se da en ellos la atracción sexual, pero ésta no es amor.

    El amor del ser humano puede ser de diferentes tipos: filial (a los padres y a Dios), fraternal (a los amigos o hermanos), esponsal (al cónyuge) o humanitario (a todos los hombres). Cada uno de estos amores tiene diferentes manifestaciones, pero se caracterizan todos por la entrega total y desinteresada de la persona al otro.

    El amor no es un sentimiento, sino un acto de la inteligencia, de la voluntad y de la libertad. No se ama porque se siente amor hacia una persona, sino que se ama porque se quiere amar a esa persona.

    Amar es desear para el amado lo mejor de todo, no para tu satisfacción personal sino para la de él y ayudarle a conseguirlo. Aquí no acaba el egoísmo sino sólo la generosidad. Amar, pues, es darse al otro sin esperar nada a cambio.

    Tomemos como ejemplo el amor de Dios por nosotros: Él se entrega todo por nosotros en cada momento. Nos da la vida, la Creación maravillosa, su vida divina en los sacramentos, hasta a su propio Hijo nos lo entregó por amor. Y no tiene por qué hacerlo, Él es perfecto, infinito, omnipotente... ¿Qué interés puede tener para ti su amor por mí, por cada uno? Él ama a todos con igual amor. Si alguno de ustedes se siente poco amado por Dios, el problema no está en Dios sino en el. El amor de Dios es como la luz del sol. El sol brilla siempre, pero si yo me volteo de espaldas o cierro la persiana, no entra la luz del sol, pero por mi culpa, no por la del sol (corro la cortina), que siga brillando.
     
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