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Defensa de la vida y sus múltiples frentes
La defensa de la vida se manifiesta también en las luchas por la seguridad de las personas.


Por: Salvador I. Reding Vidaña | Fuente: Catholic.net



Los defensores de la vida humana y sus acciones se identifican principalmente con la de las personas nonatas, buscando evitar que sean abortadas, es decir asesinadas por diversas formas antes de nacer. En segundo lugar la defensa de la vida se identifica con la de personas en estado terminal, o gravemente enfermas, provocándoles la muerte por eutanasia, confundiendo el matarlas como una “buena muerte”; una excusa. Pero las luchas por la vida son más, y en general no se les identifica como tales.
 
Unas de las formas más comunes en defensa de la vida humana son las campañas, los actos de gobierno o de la sociedad civil en contra de las guerras. La guerra es esencialmente maligna, se ataca a personas y sus bienes buscando la mayor destrucción de bienes y vidas hasta lograr una rendición de la comunidad o nación atacada y su sometimiento al atacante. Lo que se llama “guerra justa” es en realidad una defensa justa ante un ataque enemigo, que es quien hace la guerra.
 
Cuando una comunidad, una zona geográfica ha sido arrebatada de una forma u otra ilegítima por una entidad (nación o grupo) y se niega a regresarla a sus legítimos dueños, el intento de recuperación por medios militares se podría considerar justificado. Sería otro caso del concepto de guerra justa. También el rescate violento, que muchas veces es mortal para los delincuentes, es el rescate de personas secuestradas.
 
El caso extremo de guerra injusta es aquella cuya intención es terminar por completo o casi completamente a un grupo humano, y se le conoce como genocidio. El mundo ha conocido y conoce ataques tribales de una tribu con la finalidad de exterminar a otra tribu: que no quede nadie de ésta última, si es posible.
 
El genocidio se puede llevar a cabo de varias formas, por supuesto la principal es matar directamente a cada miembro del grupo que se intenta exterminar, pero otras formas son por ejemplo lograr privarlas de agua y alimentos para que perezcan por deshidratación e inanición. O desprotegiéndolas de climas extremos para que mueran por calor o por frío extremos. También se cometen genocidios provocando intencionalmente enfermedades mortales para que mueran todos.
 
La defensa de la vida consiste también, y es muy común, en acciones en contra del abuso del poder o de organizaciones criminales contra personas en lo individual, es el homicidio intencional. Cuando alguien con medios para matar, como con armas de fuego ataca y asesina a grupos de personas, hablamos de una matanza, matazón o masacre: homicidio múltiple. Cuando en una comunidad algún grupo criminal, que bien puede estar incrustado en el gobierno, como en una dictadura, se dedica a someter a la población por medio del terror que incluye el asesinato selectivo o indiferente, los defensores de la vida buscarán detenerlo. Y si esa detención se hace también ya no por medios políticos sino violentos, se puede considerar como legítima defensa.
 
Pero hay todavía otras formas de defensa de la vida que en general no se les identifica como tales. Este es el caso de las luchas legales en contra de laboratorios farmacéuticos que venden medicamentos que pueden provocar la muerte de sus consumidores. Lamentablemente el mundo conoce muchos de estos casos: medicinas que matan, y no es por la intención de matar, sino porque un efecto secundario, conocido por el fabricante, puede ocasionar muertes de pacientes que los consumen.
 
Lo mismo sucede con productos alimenticios que contienen, agregados, componentes que provocan algunas muertes de consumidores. También el mundo conoce estos casos, en los cuales la avaricia comercial hace que no importe la salud de los consumidores sino hacer dinero. También se da en otros productos de consumo doméstico que por su uso pueden, eventualmente, ser nocivos para la salud y hasta mortales.
 
Médicamente hablando, también se defiende la vida exigiendo que se reduzcan las llamadas “malas prácticas” (versión española del término inglés “malpractice”, que por falta de cuidados hacen que se pierdan vidas. Incluyen por ejemplo os casos en que descuidos médicos resultan en abortos “espontáneos”, casos en los que una madre gestante pierde a su bebé por errores y descuidos médicos evitables.
 
La defensa de la vida se manifiesta también en las luchas por la seguridad de las personas en asuntos como la seguridad de vehículos, edificaciones cuyas debilidades por error o descuido pueden resultar, como a veces resultan, mortales. Las acciones sociales y políticas dirigidas a la exigencia a los gobiernos que cumplan su obligación primordial de defender al ciudadano de los criminales asesinos son otra forma de defensa de la vida. También se lucha contra la pena de muerte.
 
La lucha por la vida en contra del homicidio en forma individual, como asesinato colectivo, masacre y la guerra es algo común, a lo que en general no se le hace llamar defensa de la vida, cuando esta terminología parece reservarse a las actividades en contra del aborto. Pero estas actividades que buscan protegen la vida de las personas en contra del homicidio son comunes en la historia, y documentadas y publicitadas sobre todo en los últimos tiempos, en los cuales los medios de comunicación se han facilitado mucho.
 
El mundo ha visto cómo, por diversos motivos, la práctica del suicidio ha ido aumentando en el mundo, en particular entre niños y jóvenes. Y ante esta realidad hay personas y sus organizaciones que buscan ayudar a las personas a no considerar o a dejar de considerar el suicidio como el término de sus problemas, como por depresión profunda o hasta simples desaires personales, o por sufrir enfermedades terminales degenerativas, en especial el cáncer. Y a estos actos hay que agregar lo que se llama luchar contra el llamado suicidio asistido.
 
Pero, como ya señalé al principio, los llamados grupos provida (pro-life en medios de habla inglesa, un término que se ha popularizado aún para otros idiomas) se concentran principalmente en la defensa de las personas nonatas, que son asesinadas en el vientre materno, y hasta bebés momentos después de su nacimiento. En segundo lugar, que se hace a mucha menor escala es pelear porque no se mate a otras personas por medio de la eutanasia.
 
Muchas maneras pues hay de ser defensor de la vida, amén de en favor del no nacido o del enfermo que sufre. Sin embargo, en general, son los defensores de la vida nonata los únicos que son atacados, vilipendiados por sus actividades, hasta con trampas, perseguidos legalmente en algunos países. Las luchas proaborto no cesan sus ataques. Hay que orar mucho por todos.







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