¿Por qué me dicen "Señor, Señor", y no hacen lo que les digo?
Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net
¿Cómo podríamos relacionar estos textos con el ambiente por un lado de fiesta nacional y por otra parte de inseguridad, temor y violencia? Con mucha razón hay quienes dicen que nuestra patria se encuentra sumida en las tinieblas y que no encuentra rumbo ni salida. Las situaciones económicas son tremendamente difíciles, pero se agravan por la violencia que parece haber llegado a límites insospechados.
Necesitamos replantear todo y mirar las bases sobre las que estamos construyendo. Aun a costa de sacrificios, de sudores y fatigas, debemos alimentar la esperanza y no seguir nutriendo el odio, el egoísmo, el orgullo y el desequilibrio moral. Busquemos un reino que se establezca y consolide con la justicia y el derecho. La propuesta de San Pablo no solamente es válida para los Corintios, sino también para nosotros: “El pan es uno, y asi? nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque todos comemos del mismo pan”.
Vivir en la unidad y en la concordia porque somos todos cuerpo de Jesús. Dos bellas imágenes nos ofrece este día Jesús en el evangelio de San Lucas. Pero dos imágenes que, si las hacemos nuestras, vienen a cuestionarnos seriamente en nuestra vida y en nuestras obras. La primera nos invita a contemplar nuestras manos, los frutos que han producido a nuestro alrededor. Ya después escucharemos la sentencia: “el árbol bueno produce frutos buenos”.
Nos quejamos de la violencia y la maldad ¿Quién la ha provocado? ¿No hemos sido nosotros mismos? Nos asusta la indiferencia y la ingratitud de los hijos ¿no tendremos también culpabilidad nosotros, pues están dando los frutos que les hemos enseñado? Así que miremos qué frutos estamos dando y asumamos nuestra responsabilidad. Pero también se nos presenta otra imagen: la construcción de una casa. Los cimientos de esa casa son la escucha de la palabra de Dios y la puesta en práctica.
A veces nosotros caminamos sin rumbo por la vida y nos quejamos de que se han caído nuestros cimientos. Seguramente no eran estos cimientos que nos propone Jesús. Dos bellas imágenes: los frutos y los cimientos. ¿Qué me dice Jesús?