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Practiquen el lenguaje del amor y del servicio
Este lunes 9 de septiembre de 2024, el Santo Padre se reunió con los jóvenes de Papúa Nueva Guinea.


Por: Renato Martinez | Fuente: Vatican News



“Ustedes que en Papúa tienen más de 800 lenguas, tienen un lenguaje común, es la lengua del amor, la lengua del servicio”. Dejando de lado el discurso que tenía preparado para este Encuentro, el Papa Francisco alentó con estas palabras a los más de 10 mil jóvenes que se congregaron, la mañana de este lunes 9 de septiembre, en el Estadio Sir John Guise de Puerto Moresby, en Papúa Nueva Guinea, en el marco de su 45 Viaje Apostólico a Asia y Oceanía.

Monseñor Juan Bosco y los desafíos de los jóvenes papúes

Después del baile de bienvenida de una veintena de jóvenes, vestidos con coloridos trajes tradicionales, monseñor John Bosco Auram, obispo de Kimbe y delegado para los jóvenes, saludó al Pontífice, recordando que el mayor desafío para los jóvenes papúes es "descubrir a Cristo en y en medio de una realidad" que les lleva a afrontar desafíos profundos "como la vivencia de los valores cristianos en el seno de la familia y de la sociedad, las limitadas oportunidades de crecimiento y desarrollo, las diversas frustraciones derivadas de las expectativas insatisfechas de la sociedad, del gobierno e incluso de la Iglesia".

La representación de “Islas de la Esperanza”

El encuentro con los jóvenes cobro vida con la representación musical “Islas de esperanza”, en la que participan cuatro jóvenes de Papúa Nueva Guinea y las Islas Salomón, comprometidos con la construcción de un futuro "con sonrisas de esperanza". Uno a partir de su familia, otro de la protección del medio ambiente, otro de la valorización de la cultura local y el último del apoyo a la educación. Un narrador, al final, nos invita a recordar que "los jóvenes no son sólo los líderes del mañana, sino los creadores del cambio de hoy. Apoyamos su camino y celebramos sus contribuciones a nuestro mundo”.



Patricia y el compromiso de los jóvenes profesionales católicos

El primer testimonio ante el Papa Francisco, tras la actuación del gran coro, es de una joven que forma parte de la Asociación de Profesionales Católicos Patricia Harricknen-Korpok, quien habló de la dificultad de dar testimonio de la fe y la moral católica en una sociedad que sufre la influencia negativa "de las industrias del deporte y del entretenimiento, de las redes sociales y de la tecnología", que resultan muy atractivas, y por la competencia de muchos valores y creencias religiosas. Pese a ello, los jóvenes profesionales de Papúa Nueva Guinea, aseguró Patricia, luchan "por el bien común y por el bienestar de nuestro pueblo, especialmente de aquellos que no tienen voz o están al margen de la sociedad". Por este motivo, admitió que "tomar posición sobre cuestiones sociales, políticas, económicas, medioambientales y de derechos humanos a través de la lente de nuestra fe cristiana" no siempre ha sido fácil, pero hoy los jóvenes profesionales católicos luchan "por el bien común". sobre todo “para aquellos que no tienen voz o se encuentran al margen de la sociedad”.

Ryan y el sufrimiento de los jóvenes de familias rotas

Después de ella, Ryan Vulum habla de su difícil infancia en una familia dividida y de que la Iglesia "se convirtió en mi refugio". La de las familias divididas o que tienen grandes expectativas en los jóvenes es una dificultad que, según Ryan, experimenta "la mayoría de los jóvenes" del archipiélago. A quienes les resulta "muy difícil comunicarse con sus padres, porque no están juntos o están separados", y muchos de ellos "recurren a tomar sustancias nocivas, se involucran en actividades ilegales y pierden toda esperanza en la vida". Por este motivo, anima a todas las parejas católicas de Papúa Nueva Guinea a recibir y perseverar en el sacramento del matrimonio, "para convertirse en familias fuertes y garantizar que los jóvenes se sientan seguros y puedan vivir mejor". Y a los miembros de la Iglesia "a seguir acogiendo a los jóvenes con los brazos abiertos e invitándolos a compartir sus ideas y participar en las decisiones de la comunidad eclesial local", para construir una Iglesia mejor.

El grito de Bernadette contra el abuso familiar



Por último, Bernadette Turmoni, cuarta y última hija de una familia numerosa, joven miembro de la Legión de María, habla del drama de los abusos en la familia, que destrozan la vida de hombres y mujeres jóvenes. “Quienes son víctimas – denunció – se sienten no amados y faltados al respeto. Pierde la esperanza y puede suicidarse o dejar a su familia". Y también el de la pobreza, que va en aumento a pesar de que Papúa Nueva Guinea es rica en minerales. Ésta es una de las razones “por las cuales los jóvenes no completan sus estudios ni persiguen sus sueños y anhelos”. Y los empuja a "encontrar maneras de ganar dinero vendiendo drogas, robando" o mendigando. Y pregunta al Papa: “¿cómo afrontar este problema?”. Encontrando una respuesta en la Exhortación Apostólica de Francisco Christus Vivit: "Dios está siempre vivo y por eso también nosotros debemos estar vivos". Como joven, Bernadette concluye: “Puedo vivir mi vida, a pesar de todas las luchas que he enfrentado. No tengo nada: Dios lo es todo."

El Papa: “Enfrentar el futuro con sonrisas de esperanza”

Durante el Encuentro con los jóvenes papús, el Santo Padre manifestó su alegría por los días que ha pasado en este país, donde conviven el mar, las montañas y los bosques tropicales, un país joven habitado por muchos jóvenes, que tiene una aspiración importante: “enfrentar el futuro con sonrisas de esperanza”.

“¡Gracias! Gracias por su alegría, por cómo han narrado la belleza de Papúa, donde el océano se encuentra con el cielo, donde nacen los sueños y surgen los desafíos”.

Los jóvenes son la esperanza del futuro

A los más de 10 mil jóvenes que participaron en este Encuentro, el Papa Francisco les dijo que, no quería irse de Papúa sin encontrarme con ellos, porque los jóvenes son la esperanza del futuro. Y para hablarles del futuro, el Pontífice les propuso el relato bíblico de la Torre de Babel, en el que se contraponen dos modos opuestos de vivir y de construir la sociedad.

“Uno lleva a la confusión y a la desesperación, mientras el otro, a la armonía del encuentro con Dios y con los hermanos. Confusión de una parte y armonía de otra. Esto es importante”.

Solo el lenguaje del amor crea unidad

Y dejando de lado el discurso que había preparado para este Encuentro, el Papa Francisco dialogó con los jóvenes papús sobre la importancia del lenguaje para crear unidad y dijo que sólo el lenguaje del amor nos ayuda a superar la confusión y la división.

“Piensen un poco. ¿qué hay contra el amor? El odio. El odio. Pero también hay una cosa, quizá más fea que el odio: la indiferencia hacia los demás. ¿Han entendido que es el odio y qué es la indiferencia? Saben que la indiferencia es algo muy malo, porque dejas a los demás en el camino, no te interesas en ayudar a los demás. La indiferencia tiene las raíces del egoísmo”.

La cercanía con los abuelos

Asimismo, el Santo Padre animó a los jóvenes a poner en práctica una actitud que llevan en el corazón, esa inquietud para cuidar de los demás, esa inquietud para hacer amistad entre ellos. Y les dijo que hay una relación muy importante en la vida de los jóvenes que es la cercanía con los abuelos.

“Hay una relación muy importante en la vida del joven: hay cercanía con los abuelos. ¿Están de acuerdo? ¡Sí!] Ahora, todos juntos decimos: “¡Viva los abuelos! ¡Viva los abuelos! Muchas gracias. Gracias”.

“Sean ‘wantok’ del amor”

Y regresando a la historia bíblica de la familia de Noé, el Santo Padre les dijo que, cada uno de ellos hablaba una lengua diversa, como en Papúa donde existen muchos dialectos, pero ustedes, les dijo a los jóvenes, tienen una lengua común: la lengua del corazón, la lengua del amor, de la cercanía y del servicio.

“Les agradezco por su presencia aquí. Y espero que todos hablen el lenguaje más profundo: que todos ustedes sean ‘wantok’ del amor”.

En la vida lo importante no es no caer, sino no quedarse caído

Finalmente, el Papa Francisco manifestó su alegría por estar con los jóvenes, a quienes los alentó a levantarse cuando cometen errores. Todos podemos cometer errores, dijo el Pontífice, pero lo importante es darse cuenta del error. No somos superhombre, precisó el Papa, podemos estar equivocados, pero tenemos la certeza de que siempre debemos corregirnos.

“En la vida podemos caer todos, todos. Pero hay una canción muy hermosa; Me gustaría que lo aprendieras. Es una canción que cantan los jóvenes cuando están escalando los Alpes, las montañas. La canción dice así: ‘En el arte de escalar lo importante no es no caer, sino no quedarse caído”. […] Y si ves a un amigo, un compañero, una amiga de tu edad que se ha caído, ¿qué debes hacer? ¿Reírse de eso? Hay que mirarlo y ayudarlo a levantarse. Piensen que sólo en una situación de la vida podemos ver al otro de arriba a abajo: para ayudarlo a levantarse”.







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