Sin el Espíritu la Iglesia no avanza, no crece, no puede predicar
Por: Adriana Masotti | Fuente: Vatican News
La acción del Espíritu Santo en la obra de la Redención, es decir, de Jesucristo. Durante la audiencia general de esta mañana, celebrada en el Aula Pablo VI, el Santo Padre retomó el hilo conductor de las catequesis anteriores a la pausa de julio, cuyo título general es: «El Espíritu y la Esposa. El Espíritu Santo guía al pueblo de Dios hacia Jesús, nuestra esperanza».
En esta ocasión el tema propuesto fue el Espíritu Santo en la Encarnación del Verbo. Y de hecho, el Papa habló de María, esposa del Espíritu y figura de la Iglesia, que precisamente del Espíritu recibe la fuerza para anunciar la Palabra de Dios después de haberla recibido.
«El ángel dijo a María: ‘No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Concebirás un hijo y darás a luz a un niño al que llamarás Jesús´. [...] Entonces María dijo al ángel: ´¿Cómo será esto, pues no conozco varón?´. El ángel le respondió: ´El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra´» (Lc 1,30-31.34-35).
María concibió por obra del Espíritu Santo
La reflexión del Papa partió del dato fundamental de la fe puesto por la Iglesia, con el Concilio Ecuménico de Constantinopla en el año 381, en el centro del «Credo», que es el descenso del Espíritu Santo sobre María que por su obra se convertiría en la Madre de Cristo. Este es el anuncio del ángel. Y Francisco afirmó:
“Es, por tanto, un hecho ecuménico de fe, porque todos los cristianos profesan juntos el mismo Símbolo de fe. La piedad católica, desde tiempos inmemoriales, ha tomado de él una de sus oraciones diarias, el Ángelus”
María, figura de la Iglesia
Se trata, prosiguió diciendo Francisco, del artículo de fe «que permite hablar de María como la Esposa por excelencia, que es figura de la Iglesia». La Lumen gentium, observó además el Papa, retoma este paralelismo entre María, que engendra al Hijo « bajo la sombra del Espíritu Santo», y la Iglesia. Mientras citando la Constitución dogmática, afirmó:
“La Iglesia, contemplando la santidad misteriosa de la Virgen, imitando su caridad y cumpliendo fielmente la voluntad del Padre, mediante la Palabra de Dios fielmente acogida, se convierte también en madre, ya que, mediante la predicación y el bautismo, genera a una vida nueva e inmortal a los hijos, concebidos por obra del Espíritu Santo y nacidos de Dios”
«¿Cómo es posible esto?»
Continuando con el paralelismo entre María y la Iglesia, Francisco subrayó además que, al igual que la Virgen acogió primero a Jesús en sí misma para luego darlo a la luz, así la Iglesia debe acoger primero la Palabra de Dios «para después darlo a luz con su vida y su predicación». Como le sucedió a María, «también la Iglesia, ante tareas que superan sus fuerzas, se plantea espontáneamente la misma pregunta: “¿Cómo es posible esto?”.
“¿Cómo es posible anunciar a Jesucristo y su salvación a un mundo que parece buscar sólo el bienestar? La respuesta es también la misma que entonces: ‘Recibirán la fuerza del Espíritu Santo’. Sin el Espíritu Santo la Iglesia no puede avanzar, la Iglesia no crece, la Iglesia no puede predicar”
Nada es imposible para Dios
Y no sólo la Iglesia, sino cada bautizado, cada uno de nosotros, prosiguió diciendo el Papa, se encuentra a veces preguntándose «¿cómo puedo afrontar esta situación?». Será útil, dijo, recordar la respuesta del ángel y concluyó:
Hermanos y hermanas, pongámonos también cada vez en camino con esta certeza reconfortante en el corazón: «Nada es imposible para Dios». Y si creemos esto, obraremos milagros. Nada es imposible para Dios.
Resumen de su catequesis y saludos en español
Queridos hermanos y hermanas:
Después de haber reflexionado sobre el Espíritu Santo en la obra de la creación, con esta catequesis entramos en la segunda etapa de la historia de la salvación. Pasamos, por tanto, al Nuevo Testamento, y contemplamos al Espíritu Santo en la obra de la redención, es decir, en Jesucristo.
El tema de hoy es «el Espíritu Santo en la encarnación del Verbo». Sabemos que la Virgen María, por su fe y su obediencia, engendró al mismo Hijo de Dios y, gracias a su «sí», podemos llamarla «esposa del Espíritu Santo» y «figura de la Iglesia».
Leemos en el evangelio de Lucas que María «concibió» y «dio a luz» a Jesús. Es decir, lo acogió en su corazón y en sus entrañas, y después dio testimonio de Él, con toda su vida. También nosotros estamos llamados, como María, a dejar espacio al Espíritu Santo para que actúe en nosotros. Cuando atravesemos situaciones difíciles, renovemos nuestra confianza en el Señor recordando las palabras del ángel a María: «Nada es imposible para Dios». No olvidemos estas palabras que nos pueden ayudar mucho en la vida: «Nada es imposible para Dios».