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Santa María de Jesús Sacramentado Venegas

Así como recogen la cizaña y la queman, así será el fin del mundo
Meditación al Evangelio 30 de julio de 2024 (video)


Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net



Nuestro tiempo está caracterizado por una falta grave: vivir al día, no en el sentido de vivirlo a plenitud y llenarlo de esperanza, sino de vivir sin pensar de dónde venimos y a dónde vamos. Por eso cuando nos enfrentamos con la muerte, ya sea personalmente por los peligros que vivimos o con personas queridas que han fallecido, no sabemos cómo actuar y nos desequilibra enormemente.

La explicación de la parábola del trigo y la cizaña está marcada por este pensamiento del sentido final de nuestra existencia. En la explicación que nos ofrece el mismo Jesús se pone de relieve que frente al Sembrador Divino existe el sembrador maligno; y que frente a los miembros del Reino están los seguidores del maligno. Es la historia de la humanidad divida, confrontada y entremezclada de bien y de mal, a veces en situaciones difíciles de distinguir. La insistencia en esta explicación se centra en la descripción del juicio en el cual el gran actor será Cristo glorioso con sus ángeles, que purificará totalmente a su comunidad.

A muchos no les gusta pensar en esta imagen de Jesús y ciertamente los evangelios nos muestran generalmente a un Jesús misericordioso, compasivo, paciente hasta el extremo… pero nunca a un Jesús cómplice de la maldad o con el pecado. Jesús no es intolerante pero no puede acoger el mal, debe expulsarlo y denunciarlo y de un modo más grave si este mal se puede confundir con el bien.

Es nuestra realidad contrastante de bondad y maldad, que pueden llegar a disfrazarse hasta confundirnos y hacernos caer. Cuántas cosas se presentan con apariencia de bien y acaban destruyendo y contaminando. La historia nos puede contar muchas situaciones que provocaron grandes destrucciones cuando aparecían como bienes; y muchas verdades que fueron calladas, escondidas, manipuladas.

Hoy nos ponemos delante de Jesús y queremos buscar sinceramente distinguir en nuestras vidas cuáles son las cizañas que nos están destruyendo, cuáles son las lacras que están acabando con nuestra sociedad y cómo ha sido nuestra participación, si construimos o destruimos. Nos dejamos examinar por el Señor, ¿cómo ha sido nuestra vida? ¿Distinguimos el bien del mal?









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