Nuestra Señora del Carmen
El día del juicio será menos riguroso para Tiro, Sidón y Sodoma que para otras ciudades
Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net
Con frecuencia nos sorprendemos por la dureza del corazón de los contemporáneos de Jesús y hasta nos atrevemos a decir: “Si yo hubiera visto a Jesús seguramente habría sido su fiel seguidor”. Pero no hay tanta diferencia entre aquellas ciudades y quienes hoy no nos atrevemos a seguir con radicalidad a Jesús.
La crítica y los reclamos de Jesús a quienes habían visto sus milagros y no quieren creer, también podrían ser para los que hoy escuchamos su palabra, conocemos su vida y no nos atrevemos a seguirlo o solamente lo hacemos cuando nos conviene. Las palabras con que concluye el pasaje de Isaías que anuncia graves peligros de las naciones vecinas pero que Dios sostiene con fidelidad nos pueden dar una pauta para nuestra propia vida: “Y si ustedes no creen en mí, también irán a la ruina”.
No podemos quedarnos sorprendidos de que las multitudes que habían visto los milagros de Jesús, no tuvieran fe. No podemos admirarnos de que Jesús proponga como mejores a las ciudades que los judíos tradicionalmente consideraban pecadoras, como menos culpables que quienes no oían sus palabras. A nosotros nos puede pasar lo mismo.
Hemos escuchado la palabra de Jesús, pero no nos atrevemos a creer con absoluta entrega. Hemos oído sus milagros, pero siempre queda la duda en nuestro corazón. Conocemos su predilección por el Reino, y sin embargo nos jalan los reinos de este mundo con sus atracciones y mentiras. ¿Creemos realmente en Jesús?
A veces damos la impresión de tener sólo una fe superficial que cuando es tocada por la duda, por los problemas y por la adversidad, tiembla y está a punto de perderse. Otras muchas parecemos avocarnos más a los sacrificios y rituales, a ciertas prácticas religiosas, que a una verdadera conversión que implique toda nuestra vida.
Hoy escuchemos las palabras adoloridas de Jesús ante sus conciudadanos que no han querido creer y solamente esperan más milagros y más palabras bonitas, pero no están dispuestos a seguirlo ¿Nos pasará a nosotros igual? ¿A qué nos llama Jesús en nuestros días?