Mi hija acaba de morir; pero ven tú y volverá a vivir
Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net

Dos mujeres que han quedado a mitad del camino. La una porque la muerte la ha alcanzado, la otra porque la infertilidad y la hemorragia la condenan delante del pueblo. ¿Qué hará Jesús? La mujer en Israel era considerada poca cosa, casi como una de las pertenencias del hombre y si por alguna razón quedaba impura o estéril, su situación se tornaba peor porque eran consideradas, además, fuente de contaminación para quienes las tocaran.
Jesús no teme a las leyes que matan, Jesús supera todos los atavismos. Se deja tocar por la hemorroisa, y toca a la niña que estaba muerta. Dos acciones que conllevaban la impureza, pero Jesús no solamente las toca, sino que les devuelve la salud y la vida. En nuestros ambientes aún se siente un grave desprecio a la mujer, aunque de palabra se diga lo contrario, y tendremos que aprender mucho de la forma de actuar de Jesús. Su relación con la mujer es siempre de acogida, de ternura y de dignidad.
Cuando por alguna razón quien a Él se acerca tiene mayores problemas y descalificaciones, siempre encuentra en Jesús una nueva perspectiva en su vida. En el hogar, en el trabajo, en toda la vida social, se encuentra la mujer. Debemos reconocer unos y otras, esta forma de tratar Jesús a la mujer: ni sirvienta, ni fuente de placer, ni menos, ni más, ni enemigo o contrincante. Una persona de igual dignidad y con igualdad de derechos. En nuestra sociedad machista tendremos que mirar muy de cerca a Jesús.
Por cierto, que la primera lectura tomada del profeta Oseas, nos ofrece una de las imágenes más bellas del amor de Dios por su pueblo: el novio enamorado que lleva a su amada al desierto para hablarle “cosas de amor”, para renovar su cariño. Busca consolidar los desposorios en justicia y en rectitud. Bella imagen del matrimonio entre Dios y su pueblo y gran ejemplo para el matrimonio cristiano.
La búsqueda de renovación y de entrega plena, el encuentro en los lugares para el diálogo y la intimidad, la aceptación del otro para superar los errores, deberán ser ejemplos vivos para los matrimonios actuales. Pidamos por los matrimonios y que cada pareja busque ser espejo fiel del amor de Dios por su pueblo. Y que cada mujer sea tratada y respetada como Hija y templo de Dios.
