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Santa María Goretti

¿Cómo pueden llevar luto los amigos, mientras el esposo está con ellos?
Meditación al Evangelio 6 de julio de 2024 (video)


Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net



Amós que parece tan implacable frente a la injusticia y a la corrupción, podría inducir a alguno a tomar actitudes pesimistas en aquel tiempo y también ahora. Sus denuncias suenan como condena de “casi” todo el pueblo. Pero en el pasaje de este día brota la esperanza: de un pequeño resto el Señor levantará un nuevo pueblo: “Aquel día renovaré la casa de David convertida en ruinas, taparé sus hoyos, levantaré sus muros y la reconstruiré”.

De donde parece que nada bueno puede surgir, el Señor hace brotar la esperanza. Nunca el mal podrá vencer por más que nos amenacen las tinieblas. Pero no será con los ritos, no será con las intransigencias de las leyes, no será con las ceremonias, sino con la justicia y la verdad. Se espera como una nueva creación. Y esta nueva creación, este nuevo pueblo, se inicia con la presencia de Jesús que aparece como el novio que viene a llenar de alegría a toda la comunidad.

Por eso los discípulos del Bautista no entienden tanta alegría y tanta felicidad y quieren seguir en el camino del ayuno y de la ley. La presencia de Jesús provoca una nueva esperanza e inicia la presencia del Reino nuevo. Todos debemos tener una gran alegría porque se ha acabado el tiempo de la espera.

Quizás nosotros, sus discípulos, no hemos entendido el verdadero significado de su presencia y no manifestamos una verdadera alegría. Quizás preferimos la seguridad de las leyes y las mezquindades de una religiosidad que no cambia el corazón y se queda en exterioridades.

Jesús hoy nos dice que el verdadero discípulo no puede vivir bajo el signo de la muerte y de la ley; tiene que vivir bajo el signo del amor y de la vida. Jesús asume para sí mismo esta imagen del novio que llena de amor y alegría a todos.



Quizás nosotros vivimos con amargura nuestros compromisos y vamos llevando como una pesada carga los signos religiosos, cuando deberían estar inscritos en nuestro corazón y resplandecer por la paz, la armonía y la felicidad que nos proporciona la presencia de Jesús. No quiere decir que no haya problemas o que no necesitemos conversión, sino que, con la presencia de Jesús, aunque seamos un pequeño resto, tenemos la esperanza cierta de construir el nuevo pueblo.







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