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Meditación al Evangelio 1 de julio de 2024 (video)


Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net



Todos los líderes buscan sus seguidores y les ponen sus condiciones, pero ofrecen grandes recompensas y satisfacciones para quienes estén dispuestos a seguirlos. Jesús es diferente: sus condiciones y sus promesas no se asemejan en nada a las de los líderes o políticos. La llamada de Jesús es radical. Los que lo siguen han de abandonar todo lo que tienen entre sus manos: unos las redes, otros la mesa de cobros, alguno más la familia y los parientes. Jesús dará una nueva orientación a sus vidas.

Los arranca de sus seguridades y los lanza a la existencia de lo impredecible. “El Hijo del Hombre no tiene donde reclinar su cabeza”, es la respuesta que da a quien se ofrece a seguirlo. Como si le dijera que ahora no tendrá casa que era la institución básica donde el individuo tiene sus raíces, de ella recibe su nombre y su identidad; en ella encuentra ayuda y solidaridad entre los parientes; la casa lo es todo: refugio afectivo, lugar de trabajo, símbolo de la posición social. Ahora Jesús exige romper con la casa y lanzarse a una inseguridad total. Hasta se permite comparar a los animales salvajes que tienen sus madrigueras, pero el Hijo del hombre ni siquiera eso tiene.

¿Cómo seguirlo?  Sí, para seguirlo se requiere un compromiso total y radical. Se tiene que sustentar la vida sobre una fe y una libertad capaz de romper con todo y con todos; se tendrá que estar dispuesto siempre y en todo momento; no admite esperas ni dilaciones; y se manifiesta en un servicio completo para los demás.

Algunos afirman que cuando pide dejar que los muertos entierren a sus muertos, Jesús resalta la primacía del Reino; otros en cambio, piensan que “los muertos” y sus pertenencias, se refieren a una ley que ha caducado y a una estructura que lleva en su seno la muerte. Como insistía siempre San Juan Pablo II,  no dejarnos atrapar por la cultura de la muerte. Jesús ofrece nueva vida, pero exige una total entrega.

¿Cómo estamos nosotros siguiendo a Jesús? ¿Somos radicales al dejar las cosas que traemos entre manos? ¿Estamos dispuestos a abandonar toda estructura de muerte? ¿Qué le respondemos a Jesús?









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