San Luis Gonzaga
Donde está tu tesoro, ahí también está tu corazón
Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net
Hay expresiones en nuestro mundo indígena que encajan perfectamente con el pensamiento judío que muestran los evangelios. Cuando alguna persona no es sincera, es hipócrita o se deja llevar por la ambición, lo expresan diciendo que "camina con doble corazón" así, expresan al mismo tiempo, el dolor y la intranquilidad que esto ocasiona.
Al contrario cuando alguien es sincero y está contento se le dice que tiene un “solo corazón”. ¿Cómo puede alguien ser feliz con un corazón apegado a las riquezas? "Donde está tu tesoro, ahí está tu corazón", dice el Señor. Esto contradice y aparece fuera de lugar del pensamiento y deseo actual, que supone que con las riquezas llega la felicidad; pero es una clara declaración de que el corazón humano no está hecho para permanecer como esclavo de las cosas, sino para ser su dueño y señor.
El hombre fue creado para parecerse a Dios que es dueño y señor, que da vida y sostiene, que con generosidad y gratuitamente ofrece todos sus dones. Cuando miramos a través del cristal del dinero, todo se cambia y pierde su sentido. Si miramos a las personas con el signo de pesos, les quitamos su dignidad. Si las riquezas prevalecen sobre la verdad, los engaños y los fraudes destruyen las relaciones. Si importa más el negocio y la ganancia que la justicia, se rompen todos los lazos de la fraternidad y nos hacemos unos esclavos de los otros.
Todos experimentamos esta tentación del dinero, del bienestar y todo lo que traen las riquezas, y buscamos justificar su posesión. Pero hoy dejemos entrar estas palabras de Jesús y miremos si no han invadido como un cáncer nuestro corazón. No es necesario tener grandes riquezas para decir que nuestro corazón es esclavo de las riquezas. El dinero también esclaviza y hace egoístas a los pobres. Miremos nuestra relación con el dinero y los problemas que esto nos ocasiona por ejemplo en la misma familia, entre los amigos o compañeros. Muchas veces una amistad termina por la ambición de una de las partes. Pidamos al Señor que tengamos un corazón libre.