San Bonifacio
No es Dios de muertos, sino de vivos
Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net
Se reconoce la grandeza y el verdadero valor de una persona cuando se enfrenta a las dificultades y a los problemas graves. La primera lectura nos presenta a Pablo en la cárcel ¿Está desanimado y triste? ¿Está Pablo renegando o desconfía de Jesús? De ninguna manera. Al contrario desde la cárcel envía palabras de aliento, consejos y exhortaciones a Timoteo.
Lo aconseja, y nos aconseja, que reavive la fe, el regalo que recibió de Dios por la imposición de las manos. Podríamos pensar que esto se referiría solamente a los sacerdotes, y mucho que lo necesitan en estos días, pero todo bautizado también ha recibido el regalo de Dios y una misión que debe reavivar cada día. No importan las dificultades, tenemos una tarea que se nos ha confiado en el bautismo y que debemos cumplir con alegría y entusiasmo. Aunque sean grandes los problemas, podremos decir como Pablo: “sé en quién en he puesto mi confianza”.
Y a nosotros también nos dice Pablo que no nos avergoncemos de dar testimonio de nuestro Señor Jesucristo. Si tenemos la confianza en Él, Él nos sostendrá. Pues no hemos recibido un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de moderación. Las palabras de Jesús en evangelio vienen también a fortalecernos en la lucha diaria contra las tentaciones y el demonio. No temamos la derrota, Jesús está con nosotros y tenemos de nuestra parte a un Dios vivo y Dios de vivos.
No es un Dios de derrota y de fracaso, sino que a través de las dificultades y los descalabros, vamos llegando a la verdadera vida que nos ofrece. Nosotros vivimos gracias a un Dios que nos infunde su espíritu. Nosotros creemos en un Dios que va más allá de las estructuras y de las limitaciones que le presentan a Jesús, un Dios que va más allá de la muerte y de la corrupción. Ojalá que este día con nuestra alegría, con nuestro entusiasmo, nos manifestemos seguidores de este Dios de Vida.