Tengan valor, porque yo he vencido al mundo
Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net

Cuando estamos más seguros, entonces tropezamos. Esto sucede con frecuencia y no aprendemos. Los discípulos expresan su confianza y su seguridad en haber comprendido las palabras y la misión de Jesús. Pero ¡qué lejos están todavía! Cuando lleguen el dolor, la dispersión y el sufrimiento, dejarán solo a Jesús. Por eso los quiere prevenir y asegurarles que no estarán solos, sino que Él continuará con ellos. No pueden basar su seguridad en sus propios méritos, sino en el triunfo del Señor.
Los anima a que tengan valor porque Él ha vencido al mundo. Son palabras también para nosotros. Quizás hemos confiado mucho en nuestras propias fuerzas, quizás nos han dado seguridad las estructuras, quizás hemos aprendido mucho… pero todo esto en lugar de llevarnos a una falsa seguridad, deberá hacernos reconocer débiles y poner toda la confianza en Cristo Jesús.
Los tiempos actuales nos muestran cómo no podemos poner nuestra fe en los hombres: todos fallamos. Nuestra confianza tampoco debe ser en la riqueza o el poder. Todo se termina. Nuestra seguridad la pondremos en el Señor. Es cierto que habrá dolor y angustia, pero nuestra seguridad estará en el Señor. Jesús nos enseña que la paz puede darse junto al dolor porque no es al estilo de la paz del mundo: es la paz que brota de la fe en Jesús y de nuestro compromiso en su seguimiento. Por otra parte, la primera lectura nos ayuda a completar el sentido de esta semana: prepararse para recibir al Espíritu Santo. Pablo queda sorprendido cuando algunos discípulos aún no han recibido al Espíritu Santo y les impone las manos.
Nosotros hemos sido bautizados y confirmados, pero necesitamos diariamente abrir nuestros corazones para recibir al Espíritu. Es obra de cada día adecuar nuestra vida y nuestra voluntad a la inspiración del Espíritu. Preparémonos para la fiesta de Pentecostés con la oración, con la disposición y con la entrega al Señor. Este día también celebramos la fiesta de la Virgen de Fátima. Mucho se ha hablado de sus secretos y de su devoción.
Creo que una sana devoción a la Virgen María bajo esta advocación de Fátima nos llevará a fortalecer nuestra fe, a trabajar con más entusiasmo y a una esperanza grande en el futuro. Así como María superó las dificultades y los problemas escuchando la Palabra, guardándola en su corazón y poniéndola en práctica, así los discípulos de Jesús nos llenaremos de esperanza viviendo la Palabra.
