Yo soy la puerta de las ovejas
Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net
En estos tiempos de inseguridad quizás comprendamos mejor la imagen que hoy nos ofrece Jesús. Si antes nuestras puertas estaban siempre abiertas, ahora se han reforzado con cerrojos y ya son muy pocos lugares donde las casas permanecen abiertas. Imaginemos a alguien entrando por ventanas o brincando bardas…todo mundo pensaríamos que está robando, que es ladrón, que quiere hacer un mal y que no es el dueño de la casa. Cristo escoge esta imagen, pero la va desarrollando en diversos sentidos.
En un primer momento me hace pensar que Él como buen pastor es dueño de mi casa, de mi corazón y de mi vida, que puede entrar cuando quiera, ya que siempre me dará cosas buenas y nunca me perjudicará. Él siempre tiene las puertas abiertas de mi corazón. Pero inmediatamente, al continuar el texto, me quedé pensando si yo soy capaz de reconocer su voz.
Y me puse a recordar esos momentos especiales en que alguien me ha hablado de tal manera que ha tocado mi corazón; recordé los momentos en que con tan sólo escuchar una voz me lleno de paz y armonía. Señor, quiero reconocer tu voz que me llama amigo, que me habla por mi nombre, que conoce todas mis intimidades.
En el tono de tu voz puedo descubrir todo tu amor y toda la confianza que me has tenido, cómo me has cuidado, siempre has estado conmigo. Señor, tu voz es una fuerza que me alienta y que me anima. No quiero seguir voces extrañas, aunque me ofrezcan felicidad y me prometan paraísos, sólo Tú me puedes dar la vida.
Quiero seguirte, habla fuerte, háblame con cariño, no dejes que me pierda… Pastor, voz, conocimiento, todos son signos que me hablan de tu presencia. Pero, hoy también me dices que Tú eres la puerta. Y la puerta es el paso para la intimidad, y la puerta es entrada, pero también es protección, también es discernimiento para dejar entrar o para cerrar el paso. Y la puerta se cierra ante el que mata, el que destruye, el que miente. Yo quiero entrar a través de ti, Señor. Ayúdame a discernir en mi vida lo que me da salvación, lo que es verdad, lo que me da vida.
Señor Jesús que has venido para que tengamos vida y vida en abundancia, llena nuestros corazones de tu presencia, concédenos sentir tu amor y tu protección.