Lunes de Pascua
Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán
Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net
Hoy continuamos ese DOMINGO que se prolongará por toda la semana: la Pascua de la Resurrección. Es una celebración que no puede agotarse en una sola jornada, sino que nos regocija y alegra durante toda la semana como una sola festividad. Cada día se nos presentará un testigo de la resurrección.
Los evangelistas no son concordes en una narración ordenada sino que van presentando diferentes experiencias del Cristo vivo tal y como las han vivido cada uno de los testigos. Hoy San Mateo nos presenta a las mujeres que después de recibir el anuncio del ángel corren llenas de alegría y Jesús sale a su encuentro.
Es siempre Jesús quien quiere encontrarse con nosotros. Cercanía, abrazos y adoración son la expresión de esta nueva experiencia de resurrección. Pero también aparece la misión: en primer lugar las palabras de Jesús invitan a no tener miedo. Aunque muy pronto el mismo evangelista nos narra la oposición de los guardias, de los sumos sacerdotes y de los ancianos, la fe firme en Jesús sostendrá a sus discípulos.
No tener miedo es también la invitación que nos hace Jesús. Es cierto que su Evangelio sigue siendo signo de contradicción y que mientras unos se le entregan con una fe absoluta otros lo rechazan y buscan formas de hacer tropezar la Buena Nueva. Hoy el mismo Resucitado también encuentra fuertes opositores que afirman que su cuerpo lo robaron, que es una mentira su resurrección, que no puede haber más vida que la material, que importa más el dinero.
Quisieran que Jesús estuviera muerto porque al resucitar, afirma y defiende la vida y lesiona sus intereses. Cristo resucitado nos ordena al igual que a las mujeres: “Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán”. Podemos ver a Jesús y sentir su presencia viva y resucitada en cada uno de los pequeños, de los que sufren, de los que quedan fuera, “allá en Galilea”. Así nos convertimos en testigos de Jesús.