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El que los acusa es Moisés, en quien ustedes han puesto su esperanza
Meditación al Evangelio 14 de marzo de 2024 (audio)


Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net



Al continuar Jesús su discusión sobre la autoridad con que ha sanado al paralítico de Betesda, hace un reproche duro que va al corazón de quien no quiere creer. Es cierto que leen las escrituras, es cierto que conocen la acción de Dios, pero es imposible que crean porque su corazón aspira recibir la gloria, porque se han llenado de orgullo y no aceptan la voluntad de Dios, porque ellos mismos se han constituido como dioses para interpretar a su antojo las escrituras.

Aunque se vistan de ropajes de sabiduría y conocimientos de las escrituras, tienen el corazón ocupado por la ambición. Es lo mismo que nos puede suceder a todos nosotros: los intereses y las ambiciones pueden cegar nuestro corazón. Solamente quien no quiere aceptar a Dios no encuentra el perdón.

Es curioso que Jesús haga una alusión a Moisés como el gran juez que los condenará cuando en la primera lectura es precisamente Moisés el intercesor por su pueblo. En un bello diálogo con una figura antropomórfica de Dios, Moisés reconoce que su pueblo ha pecado pero pide clemencia y comprensión para un pueblo de cabeza dura: “¿Por qué se ha de encender tu ira, Señor, contra este pueblo que tú sacaste de Egipto con gran poder y vigorosa mano?”.

Pues ese mismo Moisés que defiende a su pueblo que ha hecho un becerro de metal mientras él estaba en la montaña con Dios, ese mismo Moisés es quien acusará y condenará a quien no acepte a Jesús escudándose en tradiciones y costumbres aparentemente religiosas.

Es un gran cuestionamiento para nosotros si no buscamos la verdadera conversión. Podemos conocer mucho de escrituras y tener bellas tradiciones, pero lo importante será convertir nuestro corazón, cambiar nuestros valores y buscar “la gloria de Dios”.









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