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En el mes del amor y la amistad, una reflexión que nos prepara para la Cuaresma
El amor a Dios y al prójimo es, pues, una invitación a la reflexión, a la conversión, a la santidad, y a la alegría.


Por: Redacción | Fuente: Catholic.net



El Papa Francisco nos ha recordado en varias ocasiones la importancia del amor a Dios y al prójimo como el centro de la vida cristiana. Según el Santo Padre, el amor debe tender juntos e inseparablemente hacia Dios y hacia el prójimo, pues esta es una de las principales novedades de la enseñanza de Jesús. El amor a Dios se expresa sobre todo en la oración, en particular en la adoración, que es el núcleo de la relación con el Señor. El amor al prójimo, que se llama también caridad fraterna, está hecho de cercanía, de escucha, de compartir, de cuidado del otro.

Sin embargo, muchas veces descuidamos estos dos aspectos del amor. Descuidamos la adoración a Dios, haciendo solo oraciones de acción de gracias o de súplica, sin reconocer su grandeza y su belleza. Descuidamos el escuchar al otro, porque nos aburre o nos quita tiempo, y preferimos dedicarnos al chismorreo, que nos aleja de la verdad y de la caridad. Descuidamos el acompañar al otro en sus dolores y en sus pruebas, y nos encerramos en nuestro egoísmo y en nuestra comodidad.

El Papa Francisco nos invita a reflexionar sobre nuestro camino de conversión y de santidad, que está siempre en el amor al prójimo. Esta es la verificación de nuestro amor a Dios: si decimos que amamos a Dios, pero no amamos al prójimo, estamos mintiendo. Si cerramos nuestro corazón a un hermano o a una hermana, estamos lejos de ser discípulos como Jesús nos pide. El amor a Dios y al prójimo son inseparables, y se alimentan mutuamente.

Pero el Papa Francisco también nos anima a no desanimarnos, sino a confiar en la divina misericordia, que nos llama a empezar de nuevo cada día. Dios nos perdona y nos renueva, y nos da la gracia de vivir coherentemente el Evangelio. El Evangelio es el mensaje del amor de Dios, que se ha manifestado en Jesucristo, que nos ha amado hasta el extremo, y que nos ha mandado amarnos unos a otros como él nos ha amado.

El amor a Dios y al prójimo es, pues, una invitación a la reflexión, a la conversión, a la santidad, y a la alegría. Es el camino que nos propone el Papa Francisco, siguiendo las huellas de Jesús. Es el camino que nos lleva a la plenitud de la vida, a la comunión con Dios y con los hermanos, a la construcción de un mundo más justo y fraterno. Es el camino del amor, que es el camino de Dios.



(Esta es una reflexión basada en el Angelus del Papa Francisco del 25 de octubre de 2020).







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