22 de enero de 2024
La fuente del poder
Por: Luis Adrián Olvera De la Cruz, LC | Fuente: somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Ilumíname, Espíritu Santo, para escuchar lo que quieres de mí y envía tu unción para tomar consciencia sobre mi condición de hijo de Dios. Ayúdame a reconstruir el Reino de Cristo en mi corazón.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 3, 22-30
En aquel tiempo, los escribas que habían venido de Jerusalén, decían acerca de Jesús: “Este hombre está poseído por Satanás, príncipe de los demonios, y por eso los echa fuera”. Jesús llamó entonces a los escribas y les dijo en parábolas: “¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Porque si un reino está dividido en bandos opuestos no puede subsistir. Una familia dividida tampoco puede subsistir. De la misma manera, si Satanás se rebela contra sí mismo y se divide, no podrá subsistir, pues ha llegado su fin. Nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y llevarse sus cosas, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa. Yo les aseguro que a los hombres se les perdonarán todos sus pecados y todas sus blasfemias. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo nunca tendrá perdón; será reo de un pecado eterno”. Jesús dijo esto, porque lo acusaban de estar poseído por un espíritu inmundo.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hoy nos enfrentamos a uno de esos evangelios que pueden parecer un poco extraños a primera vista y a lo mejor hasta un poco «secos» para orar, pero no por eso debemos dejarlo pasar por alto. Jesús hoy nos quiere hacer una gran revelación, la fuente del poder de Dios..
Normalmente vemos que los objetos sagrados para la Eucaristía se manejan con mucho cuidado y reverencia porque están destinados exclusivamente a custodiar el Cuerpo y la Sangre de Cristo. También es posible observar en muchos lugares cuánto cuidan su templo porque es lugar de encuentro con el Señor. ¡Cuánto más sagrado no serás tú que eres creado a imagen del mismísimo Dios y eres templo del Espíritu Santo! (1 Cor 6, 19)
Jesús nos dice que un reino dividido no puede vencer. Por un lado, somos la creación más sagrada de Dios, por otro, somos creaturas llenas de debilidad. ¿Cómo venceremos?
Evidentemente no lo podemos hacer por nosotros mismos, pero sí lo podemos hacer con el poder de Dios. Esa fuente es el Espíritu Santo que lava nuestras manchas, riega el corazón en sequía, es fuego que purifica y repele lejos los enemigos del alma, como dice un antiguo himno de la Iglesia Veni Creator Spiritus.
Hoy, si sientes que Dios te está llamando a reconstruir el reino de tu corazón y a tener una mayor amistad con Él, no le cierres la puerta de tu corazón al mayor poder que puedes tener en tu vida, la fuerza del Espíritu Santo que hace nuevas todas las cosas.
«Estamos llamados a ser los colaboradores de Dios en una empresa tan fundamental y única como es testimoniar con nuestra vida la fuerza de la gracia que transforma y el poder del Espíritu que renueva. Dejemos que el Señor nos libere de toda tentación que aleja de lo que es esencial en nuestra misión, y redescubramos la belleza de profesar la fe en el Señor Jesús».
(Homilía de S.S. Francisco, 22 de febrero de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Dedicaré en esta semana un tiempo un poco más prolongado a la oración para crecer en amor en mi relación con Cristo y que Él tome el Reino de mi corazón.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Reflexión de Mons. Enrique Díaz en audio: