La historia de la Eucaristía
Por: José de Jesús Beaumont Galindo | Fuente: Semanario Alégrate

Durante estas colaboraciones sobre liturgia, el objetivo ha sido fomentar el conocimiento y el amor por lo que experimentamos en nuestro interior al participar de ella, es así que, en ésta ocasión; iniciaremos un recorrido sobre la historia de la Eucaristía, ya que si comprendemos lo que celebramos, podremos vivir la Eucaristía de una mejor forma con mayores frutos para nuestro caminar.
Y para ello debemos remontarnos primero a los sacrificios. Desde la más remota antigüedad, el hombre ha sentido el deseo y la necesidad de ofrecer cosas a Dios, ya sea con el objetivo de agradecer por los bienes recibidos o pidiendo el perdón de sus culpas.
Cuando lo que se ofrecía a Dios eran cosas materiales se les llamaban sacrificios, la cual es una palabra que viene del latín y significa “hacer algo sagrado”.
En las Sagradas Escrituras tenemos ejemplos de sacrificios, desde el libro del Génesis; donde se nos narran los sacrificios de las cosechas de Caín y Abel.
De igual manera Noé, después de cesar el diluvio; levantó un altar y ofreció un sacrifico de acción de gracias a Dios.
El mismo Dios, para probar la fe de Abraham, le pidió el sacrificio de su hijo único Isaac, pero al momento en que iba a realizarlo, un ángel del Señor detuvo su brazo y en su lugar ofreció un carnero. Melquisedec, este Sacerdote-Rey, hizo una breve aparición a Abraham para confirmar la promesa de que la descendencia vendría de su propio linaje (Génesis 3, 15).
Como Sacerdote-Rey fue una prefiguración del mismo Jesús. Su presentación del pan y del vino prefiguró el sacrificio expiatorio y la Cena del Señor. (1Corintios11, 20).
En los tiempos de Moisés, durante el éxodo del pueblo de Israel, Dios le especificó detalladamente qué tipo de sacrificios debían ofrecer, y al mismo tiempo; instituyó un sacerdocio hereditario y oficial, estos sacerdotes fueron descendientes de Aarón.
Cuando se llevó a cabo la construcción del Templo de Jerusalén, se pudieron llevar a cabo los sacrificios prescritos por Dios con mayor dignidad.
Mención aparte tiene la cena de Pascua, la cual comentaremos en el próximo artículo.