Menu


Entre Dios y los hombres
Pensar en todos los acontecimientos que rodearon la entrega voluntaria de su vida: su muerte y su resurrección.


Por: Pbro. Joaquín Dauzón Montero | Fuente: Semanario Alégrate



1 . Se dice que Juan le da al tema de la resurrección (revivificación) un tinte dramático, pues es el último signo hecho por Jesús y que dará pie al desarrollo de su pasión, muerte y resurrección. De hecho, el capítulo once de su evangelio, termina diciendo que los sumos sacerdotes y los fariseos, gente, ésta, que siempre tienen malas intenciones, habían dado órdenes de denunciarlo y poder arrestarlo.

2. Como tal, el texto tiene muchas enseñanzas importantes que pueden iluminar el camino de la fe y desarrollarlas, como las dos primeras que hace Jesús dialogando con una de las hermanas de Lázaro: Marta: “El que cree en mí, aunque haya muerto vivirá, que se puede aplicar, de seguro, a quienes ya se nos adelantaron en el camino y creyeron en él” y “todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre”, que se aplica a quienes aún viven y creen en quien es la Vida, con mayúscula y la desean.

3. Pero fijémonos en el “por qué” del signo que realiza Jesús: en el versículo cuatro asegura a los discípulos que la enfermedad de su amigo Lázaro no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios y para que el Hijo sea glorificado. Aquí hay una relación bien clara al ámbito divino; pero, también, tiene relación con el ámbito terreno: los versículos catorce y cuarenta y dos afirman que Lázaro ha muerto ya y que Jesús se alegra de no haber acudido al llamado de su familia y no haber estado allí, para que los discípulos crean que, si da gracias a Dios que siempre lo escucha, es a causa, ya no de los discípulos, sino de la muchedumbre que lo rodea, para que, también ellos, crean que el Padre lo ha enviado.

4. Como vemos, este último signo realizado por Jesús lo pone, como es normal respecto de todo sacerdote, profeta y rey, con un pie en el cielo y el otro en la tierra, entre Dios y los hombres, pues esa es su misión y, humildemente, la misión de todos los bautizados seguidores cercanos de Jesús. Así, con estas ideas tomadas del texto de este último domingo de Cuaresma, entraremos ya en la recta final que nos ha permitido celebrar una nueva Semana Santa, como llamamos a la Semana Mayor, que nos hará pensar en todos los acontecimientos que rodearon la entrega voluntaria de su vida: su muerte y su resurrección.

Ojalá, Dios nos conceda hacerlo conscientemente y hayamos quitado los estorbos, muchas veces sentimentales, y vivamos con Jesús, no de sentimientos sino de valores. Dios nos conceda a todos ser una valiosa gotita de agua en el mar infinito de su amor.









Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |