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El hijo, médico de los padres
La llegada del hijo recién nacido, cambia a la pareja y su mismo universo


Por: P. Felipe Santos | Fuente: Catholic.net



Como el alba recibe con suavidad los primeros rayos del sol, así vosotros habéis recibido en el hogar a vuestro hijo. Su sola presencia transforma vuestras vidas. “Dulcemente, día tras día, el hijo hace de la mujer una madre y del hombre un padre”.

La llegada del hijo recién nacido, cambia a la pareja y su mismo universo ( la cuna se convierte en el centro de gravedad de la casa).El hijo hace madurar el amor de sus padres a una velocidad acelerada. La relación conyugal exclusiva resplandece y explota. El amor se reorienta hacia el otro. Su amor llega a ser más oblativo, y mira más hacia el futuro. El hijo humaniza a los padres por el solo hecho de estar con ellos.

De este modo, el niño no es solamente una bendición sino una curación: cura a sus padres del gran mal de la soledad. “Diferentes encuestas muestran que los bebés que se despiertan más pronto y son los menos inquietos son los niños de familia numerosa”.

El recién nacido desinstala a los padres, los arranca de su pequeño confort y por eso mismo los convierte en más jóvenes. Con cada hijo comienza algo nuevo y se observa en un nuevo impulso de vida. Un hogar en el que no hay niños corre el riesgo de envejecer mucho. Por el contrario, desde el momento en que hay un niño o varios se rejuvenece. El hijo es la gloria de sus padres. Manifiesta su amor y su unidad, su vida y su fecundidad.

Un segundo hijo

Criar y educar un hijo es el reto de hacerlo subir a la santidad. Vivir una paternidad y una maternidad no solamente física sino espiritual. ¡Dejarlo crecer! Verlo convertirse en otro diferente, al mismo tiempo, que lo tiene todo de nosotros: respetar esta personalidad que, poco a poco, se desvela y se afirma. No proyectar en él lo que soñamos que sea. No querer poseerlo, so pena de sofocarlo.

Dejarlo existir, y que llegue a ser una persona dejándole tiempo necesario para madurar.
No quemar etapas. Respetar su propio crecimiento. “Por todas partes los anuncios publicitarios muestran a niños radiantes de alegría, pero hay que verlos en casa, solos ante la ventana o el televisor con los ojos bañados de lágrimas. O en los coches por las autopistas. Vuelven tristes y fatigados. El niño, hoy, pasa a la edad adulta , de pronto, sin transición. No ha tenido su tiempo de adolescencia, el tiempo para madurar. No se le ha enseñado el sentido de la espera, etapa indispensable para convertirse en adulto. La satisfacción inmediata nunca humaniza a nadie. No hace nada más que fijarlo en el estadio de la infancia”

No olvidéis, amigos padres, que en el amor, el sufrimiento forma parte del crecimiento. Las pequeñas cruces de cada día, así como las grandes pruebas ( esterilidad, la marcha de un hijo, el nacimiento de un hijo disminuido, el fracaso de una educación...), todas estas cruces pueden iluminarse desde dentro cuando se ofrecen para salvar al mundo.

El matrimonio no es un lugar de caprichos. No consiste en una felicidad fáctica. Lo que se promete no es la facilidad, sino la santidad.


Puntos para el diálogo
1.Os ayudan los hijos a vivir de otro modo?
2.¿Sentís que su presencia os rejuvenece?
3.¿Sabéis sufrir con amor?
4.¿Tenéis paciencia en su cuidado?
5.¿Descuidáis su parte espiritual?

Ser Padres

1. La carrera para el matrimonio
2. ¿Tener o no tener hijos?
3. Padres responsables
4. El hijo, médico de los padres
5. Los cuatro pilares de un hogar I
6. Los cuatro pilares de un hogar II
7. Los cuatro pilares de un hogar III
8. Escala de valores en una familia
9. Los binomios de muchos jóvenes

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