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Cuaresma es recuperar la vista
Hay realidades a las que el cristiano ha dejado de mirar.


Por: Redacción | Fuente: Semanario Alégrate



Sin duda que el ritmo por el que conduce la cuaresma al cristiano es fascinante. Se trata de un proceso gradual que lo ha llevado al desierto, para ponerlo de cara a la crudeza de la tentación. A la montaña para mostrar la promesa de la transfiguración, al pozo para encender la sed. Ahora lo lleva a la piscina de Siloé, y a un altercado que se produce con un hombre que nació ciego y de pronto Jesús le concede la vista.

La cuaresma es una experiencia existencial real, concreta, histórica, afectiva. Las tentaciones le hablan al cristiano de su lucha constante. La transfiguración de su anhelo de reflejar el rostro de Cristo. La samaritana de la manera inútil en la que se ha querido calmar la sed, pero ha resultado un esfuerzo en vano. ¡Ni seis maridos lo han logrado!, ahora pone al cristiano de cara a su ceguera. Hay realidades a las que el cristiano ha dejado de mirar, a las que le ha volteado su rostro. Y Cuaresma es recuperar la vista Jesús, en el descenso de la cuaresma, le muestra a la Iglesia que Él le puede devolver la luz a sus ojos.

Qué nobleza tan impresionante que, al terminar la cuaresma, allá en la Pascua hacia la que la Iglesia se encamina con pasos decididos, todos los bautizados puedan recuperar la vista, después de haber experimentado cómo el Señor los ha hecho de nuevo. Jesús ha venido al mundo como luz, para que los que no ven recuperen su vista, y para que los que se resistan a ver, por su obstinación se mantengan en su detestable ceguera. Si el dolor de la vida y las propias decisiones han hecho que, poco a poco, se cierren los ojos hasta quedar ciegos, esta es la oportunidad de recuperar la vista de la mano del Señor, que ha venido como luz.







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