Cuaresma, una llamada irresistible de Dios para todos
Por: Pbro. Juan Beristain de los Santos | Fuente: Semanario Alégrate
Con la llegada del tiempo de Cuaresma, comienza para toda la Iglesia uno de los dos tiempos fuertes del Año Litúrgico. La Cuaresma es un tiempo fuerte por dos razones. Primero, porque es grande el acontecimiento salvífico que se celebra: El misterio de la entrega de Cristo por amor al hombre. Segundo, porque es igualmente mayor el empeño y la dedicación que se le pide a todo bautizado en su lucha contra el mal y en su solidaridad con los más necesitados de la sociedad. Por ambas razones, la Cuaresma es la iniciativa primera y fundamental de Dios que invita a toda persona a “subir a un monte elevado” junto con Jesús, para vivir, como Pueblo santo de Dios, una experiencia comunitaria de encuentro y liberación amorosa (Mt 9,1-9). Aparece claro que lo único que puede vitalizar y reformar las decadentes estructuras de nuestra sociedad es la alegría del amor de Cristo, que padece, muere y resucita por todos lo que lo aceptan. Es la atracción y la vivacidad del amor de Cristo lo que puede transformar a toda persona para ser lo que debe ser. Esta invitación cuaresmal a dejarnos transformar por la fuerza y la alegría del amor de Cristo, permite a todo creyente salir del autismo espiritual para ir al encuentro de Dios y de los demás para formar una verdadera comunidad, en la cual todos tengamos la oportunidad de escucharnos de verdad. Sigue siendo una asignatura pendiente para todos generar un ambiente positivo para escucharnos. La insensibilidad se ha domiciliado en todos los niveles de la vida de nuestra sociedad hasta el grado que, cada vez más, son insonoros e imperceptibles la voz de Dios y gritos de los más pobres. Dios nos hace oír su voz en nuestra conciencia para que vayamos al encuentro y a la escucha de los demás que padecen hambre y necesidad de todo tipo.
La Cuaresma, con toda su riqueza espiritual y ritual, es verdaderamente una iniciativa de Dios que nos posibilita, interior y exteriormente, para dejarnos conducir por Él a un lugar desierto y elevado, distanciándonos de las mediocridades y de las vanidades. Este lugar elevado es un tiempo especial de gracia y una invitación abierta para que todos nos sintamos una verdadera comunidad solidaria, en la que todos disfrutemos de los beneficios y afrontemos juntos todas las problemáticas sociales que están presentes todavía en nuestra sociedad veracruzana. Recibamos esta Cuaresma con alegría y gran esperanza porque será una gran oportunidad invaluable para caminar juntos como una sociedad fraterna y solidaria.