Menu


Miércoles de Ceniza
Cuaresma es un camino, un esfuerzo para revisar y renovar nuestra forma de ser cristianos.


Por: José de Jesús Beaumont Galindo | Fuente: Semanario Alégrate



En unos días más celebraremos el Miércoles de Ceniza, con el que iniciamos nuestro camino a la Pascua por medio de la Cuaresma.

La ceniza, que viene del latín cinisia / cinis y significa polvo, es lo que queda al extinguirse el fuego. Era utilizada en las religiones antiguas y se le asocia a la culpa, y a la penitencia. Para los pueblos de la antigüedad, colocar ceniza en la cabeza era un gesto de luto y de humildad.

En el pueblo hebreo, la ceniza significa lo mismo que el polvo, pecado y fragilidad, ya que mancha, es perecedera y no tiene valor. Al mismo tiempo recuerda la pequeñez del ser humano frente a Dios. Es entonces un signo de aflicción y penitencia.

Los cristianos introdujeron en sus ritos penitenciales el gesto de la ceniza. En los siglos IV y V sólo la recibían en sus cabezas los “penitentes públicos”, aquellos culpables de pecados graves, como el homicidio, la idolatría y el adulterio. Se les expulsaba de la Iglesia, debiendo hacer penitencia durante toda la Cuaresma “con un cilicio y ceniza”; y se les reconciliaba cerca de la Pascua, en Roma eso ocurría el Jueves Santo por la mañana. Desde el siglo VI, el rito de la ceniza del miércoles inaugura este tiempo de conversión cuaresmal. Y en el año 1091 el Papa Urbano II extendió su uso a todos los fieles del mundo. Antiguamente los fieles se acercaban descalzos a recibir la ceniza y en el siglo XIII el Papa y los Cardenales hacían un recorrido descalzos de la Iglesia de Santa Anastasia a la de Santa Sabina, aproximadamente unos 800 metros de longitud.

La ceniza está hecha con ramos de olivos y otros árboles, bendecidos el año anterior en el domingo de Ramos, siguiendo una costumbre muy antigua (siglo XII).



Y se bendice con una fórmula que habla de la situación pecadora de quienes vamos a recibirla y a la vez que pide la gracia necesaria para que los cristianos, nos preparemos dignamente a la celebración del misterio pascual de Jesucristo.

Para algunos la ceniza es una especie de “amuleto de la buena suerte”. Algunos otros insisten en que se les ponga hasta a los niños muy pequeños. Otros más quieren presumir su cruz y por eso buscan la Iglesia donde se las hagan más bonita.

No seamos de esos cristianos que hacen cosas sin saber el por qué. Para mucha gente de distintos lugares el Miércoles de Ceniza es algo así como una fecha mágica. Las Iglesias se llenan como nunca, se hacen grandes colas e incluso aparecen ese día quienes nunca van a misa los domingos.

La Cuaresma no es una simple devoción, ni sólo unos días de mortificación, ni mucho menos un tiempo de “tristeza” y aflicción. Cuaresma es un camino, un esfuerzo para revisar y renovar nuestra forma de ser cristianos, que consiste en vivir la vida de Cristo desde ahora, mientras somos peregrinos en este mundo y testimonios del Reino de Dios.









Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |