La mística del Miércoles de Ceniza
Por: Redacción | Fuente: Semanario Alégrate
El miércoles 22 de febrero celebramos el Miércoles de Ceniza, fecha litúrgica que marca el comienzo de la escalada cuaresmal. Desde este día hasta antes del Triduo Pascual son los cuarenta días simbólicos que recuerdan el tiempo que Jesús estuvo en el Desierto venciendo las tentaciones que le ofreció Satanás. Esta cifra que recordamos por la estancia de Jesús en el desierto, hace un guiño a gran cantidad de acontecimientos del Antiguo Testamento efectuados en 40 días o 40 años.
El Miércoles de Ceniza envuelve una mística especialísima que marca la pauta de lo que será toda la Cuaresma. Se abre paso poniendo la mirada en el otro, en los demás, especialmente en los más necesitados. Insiste en la caridad sobria, sin anunciarlo con trompetas como lo hacen los hipócritas gritándolo por las calles. Jesús insiste que, al hacer la caridad se haga con extremo cuidado, sin que la mano izquierda sepa lo que hace la derecha. Es muy claro al señalar que es vital que la caridad quede en secreto.
Más adelante insiste en la oración en secreto, ante el Padre Celestial que ve lo secreto; sin poses ni actuaciones farisaicas que se satisfacen con la mirada de los demás. Llama a una oración íntima y en intimidad.
Así como es Jesús al hablar, con una progresividad pedagógica, luego de insistir en la mirada a los otros por medio de la caridad. Insiste en mirar a Dios por medio de la oración. La última mirada es a uno mismo por medio del ayuno, este es un llamado a la sobriedad y a la solidaridad, al recato en lo que justamente se le ofrece al cuerpo para su alimentación y nutrición.
La caridad, la oración y el ayuno es la insistencia del Día de la Ceniza, y es la ruta con la que se ha de seguir cada uno de los días de la Cuaresma. Ni la ceniza ni la Cuaresma son un fin en sí mismos, sino un medio que quiere ayudar a llegar renovados a la celebración de la Pascua. Hacia allá apunta todo.