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La sonrisa
Sonreír es una práctica higiénica y saludable. La risa es la mejor medicina: No cuesta nada y carece de reacciones adversas. Un rostro alegre, además de favorecerte, es un regalo maravilloso para los demás.


Por: Ricardo Ruvalcava, L.C. | Fuente: Equipo Gama-Virtudes y Valores



¿Qué es lo primero que uno espera cuando se topa con otra persona? Una sonrisa.


La sonrisa nada cuesta, y rinde mucho. Enriquece a quien la recibe, sin empobrecer a quien la da. Dura un instante, pero su recuerdo no se borra. Nadie es tan rico que pueda vivir sin ella, nadie tan pobre que no pueda regalarla.

En casa la sonrisa es felicidad; en los negocios, confianza; y entre amigos, comunión. Una sonrisa reanima a los cansados. Da valor a los desalentados. Consuelo a los tristes y alivio a los enfermos.

Una sonrisa no puede ser comprada, ni prestada, ni robada, pues sólo vale cuando es regalada. Aun cuando alguien no te diera la sonrisa que tú esperas, sé generoso, y dale la sonrisa, pues nadie necesita tanto de ella como aquel que no sabe brindarla.

La sonrisa brota entre amigos, entre dos que se miran y se estiman. Una sonrisa es la mejor palabra a la persona amada. La sonrisa es un sí a la vida, un acto de amor a cada hombre concreto.

Sonreír es una práctica higiénica y saludable. La risa es la mejor medicina: No cuesta nada y carece de reacciones adversas. Un rostro alegre, además de favorecerte, es un regalo maravilloso para los demás.

Ser maduro no se pelea con ser risueño. Muchas veces nuestra cultura apaga el sentido del humor confundiendo el crecer y madurar con la seriedad. Al maduro se le concibe como serio, formal y aburrido.

¿Cuántos padres de familia apagan el buen humor de los hijos? “Mira que son simples, ya cállense. Parecen tontos; si vuelven a reírse me van a enfadar…” Hasta que llega el día en que los niños aprenden a poner las mismas caras largas de los adultos “maduros”. En realidad, la corona de la madurez es la sonrisa alegre y sincera. Y digo alegre porque no todas las sonrisas son así; las hay burlonas, hipócritas y de compromiso.

La risa en un niño es su auténtica fachada. Un niño grave desconcierta. Se prefiere que llore. De ese llanto a la risa hay un paso, un paso chiquito de niño nada más.

Mírate al espejo, y observa cómo cambia tu rostro con una espléndida sonrisa. Así que, a ver, hagámoslo ahora. Una risita, por favor, una carcajada. Una más… ¿Verdad que te ves mejor? Ahora memorízala y repítela a toda la gente con la que te encuentres. Inunda la tierra de sonrisas y de amabilidad. Es decir, de esas manifestaciones de buen humor que nacen de un corazón alegre.

La sonrisa es el broche de oro de la creación. ¿No crees?
 


 

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