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Una Navidad sin luces
Comencemos desde nosotros, siendo una luz que no se quede escondida.


Por: Rafael Melgarejo Navarro | Fuente: Semanario Alégrate



Las fiestas decembrinas se acercan; vemos las calles iluminadas por luces de colores, los espacios públicos con adornos alusivos a la navidad y los negocios repletos de propaganda navideña de comercialización. Las llamativas luces se han vuelto un signo propio que nos hace sentir “el espíritu navideño”. Tristes serían los centros de las ciudades y los espacios recreativos si, en esta temporada, se encontraran sin adornos alusivos.

Todo el año estamos esperando que llegue diciembre para colocar el árbol de navidad y los foquitos de colores para embellecer nuestros hogares. Estos elementos exteriores se hacen presentes en estas fechas, preocupándose por mejorar año con año los arreglos navideños. Sin embargo, poco nos preocupa cómo estamos decorando nuestro interior.

Desgraciadamente nos hemos enfrascado en una navidad llena de consumismo, donde buscamos tener el mejor árbol, los mejores regalos, el hogar mejor decorado de la zona, etcétera. Los centros comerciales nos envuelven en mercadotecnias que nos incitan a ser consumidores de sus productos con frases que parecieran ser muy lindas, aunque sólo las estén utilizando a beneficio propio.

Mientras nuestra única preocupación es tener una rica y elegante cena o comprar el mejor regalo para nuestros seres queridos, estamos descuidando la parte esencial del afecto y el amor. No es nada agradable una cena de Noche Buena donde la familia se reúne sólo a comer esperando recibir un gran regalo; y una vez terminando ésta, sólo dedicarse a felicitar “amigos” por redes sociales, olvidando a los que se tienen cerca.

Así como los lugares se ven tristes sin los adornos navideños, así de vacío y afligido está nuestro interior cuando nos preocupamos más por lo exterior. Quizá muchas veces hemos vivido una navidad sin luces y no nos hemos dado cuenta, con nuestro verdadero espíritu sólo y angustiado, buscando saciarlo de cosas materiales que son pasajeras.



Ojalá que en la Navidad que se aproxima, no sigamos perdiendo el verdadero sentido de esta festividad, que el dinero y las cosas materiales no sea nuestra mayor preocupación. ¡Este año hagamos un cambio! No vivamos una navidad a oscuras, una Navidad triste, ¡disfrutemos una Navidad con luces! Comencemos desde nosotros, siendo una luz que no se quede escondida, es decir, una luz que ilumine a los demás.







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